Cofundada en Los Ángeles por las ucranianas Daria Shapovalova y Natalia Modenova, DressX ha anunciado recientemente varias colaboraciones con grandes nombres de la moda y el lujo, desde Balenciaga a Prada, pasando por Thom Brown y recientemente con Bershka. DressX tiene la intención de alimentar regularmente su tienda Meta con sus propias colecciones, así como con colecciones realizadas para determinados socios.
«Como uno de los primeros constructores de la industria de la moda digital y con amplia experiencia en la creación de armarios digitales para el metaverso, DressX se enorgullece de asociarse con Meta y permitir que personas de todo el mundo expresen sus personalidades con un nuevo conjunto de herramientas disruptivas», dijeron las cofundadoras.
«La moda es un lenguaje visual universal, y nos sentimos honrados de dar a las personas que crean avatares en las plataformas de Meta infinitas posibilidades de expresión en el mundo digital”, añadieron.
El pasado mes de abril, la empresa ya había puesto en marcha su propio mercado dedicado a los NFT, esos activos digitales protegidos, así como un pop-up store físico dentro de los grandes almacenes Printemps Haussmann de París. Lanzado en 2020, DressX está creciendo rápidamente, sobre todo gracias al creciente interés por los metaversos y los NFT. El grupo Meta pretende ser un actor clave en este universo, creando puentes entre las redes sociales y la realidad virtual.
Así lo demostró recientemente el stand de Meta en la feria VivaTech de París, donde la empresa presentó las aplicaciones personales y profesionales de su futuro universo virtual, apto tanto para fiestas con amigos como para reuniones de empresa, ya sea a través de la pantalla de un ordenador, de un televisor que capta los movimientos para animar un avatar o de las gafas de realidad virtual Oculus.
Pero, como señaló FashionNetwork.com, varios metaversos están ahora en competencia. Esto plantea un problema para las marcas: un atuendo creado para un avatar en un metaverso específico es, por el momento, poco o nada transferible a otro universo virtual, lo que obliga a las marcas a elegir cuidadosamente su metaverso o a invertir en varios.