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El coronavirus sacude el mapa del sourcing. Tras el shock inicial que supuso el cierre de las fábricas en China, hoy son las tiendas en Occidente las que tienen la persiana bajada: hay producto, pero no hay demanda. La pregunta que se hace ahora el sector es qué ocurrirá el día después: cómo se adaptará el aprovisionamiento a una recuperación al ralentí y si la apuesta por la cercanía realizada en las primeras etapas de la pandemia se convertirá en el nuevo status quo.
China, la fábrica del mundo, fue el primer país afectado por la pandemia. La suspensión de la actividad dejó en evidencia la enorme dependencia que la moda tiene del gigante asiático: el 31,3% de las exportaciones globales de ropa y el 37,6% de las textiles proceden del país.
La primera reacción de los gigantes de la moda fue apoyarse en polos de aprovisionamiento en proximidad, como Turquía y Marruecos en Europa o México en América, para llenar las tiendas que entonces continuaban abiertas. Para los grandes volúmenes, Bangladesh se convirtió en el principal mercado refugio.
A medio plazo, la mayoría de grupos han anticipado ya que reducirán las compras para las campañas de 2020 y 2021: por un lado, para recortar costes; por otro, porque la recuperación de la demanda se prevé lenta y progresiva.
La mayoría de grupos han anticipado ya que reducirán las compras para las campañas de 2020 y 2021
“Lo más importante para nosotros es actuar rápido y ajustar nuestras compras a la caída de la demanda”, explicó Helena Helmersson, consejera delegada de H&M, durante la conferencia con los analistas tras los resultados trimestrales.
“Durante este tiempo, hemos cambiado drásticamente nuestros planes de compras para poder ser flexibles una vez que podamos comenzar a abrir de nuevo”, continuó la ejecutiva. Sin embargo, aunque el aprovisionamiento en proximidad sea más caro, desde H&M descartan un incremento de los costes.
Por un lado, porque la caída de la demanda presionará aún más a los proveedores, que tendrán que ajustar precios en un mercado con sobreoferta; por otro, porque se comprará menos, por lo que, aunque se comprase más caro, el coste será menor.
“Es muy difícil de valorar –aseguró Adam Karlsson, director financiero de H&M- ; la demanda ha caído dramáticamente y algunos factores externos, como los factores de producción, también se están reduciendo”. “Así que no vemos ahora mismo un incremento de los costes, sino un efecto neutro o incluso positivo”, añadió el ejecutivo.
La caída de la demanda presionará aún más a los proveedores
A medio plazo, sin embargo, parece poco probable que los hubs en proximidad lleguen a absorber toda la producción que hoy se realiza en Asia. “Sólo Inditex hace 1.500 millones de prendas al año; en Europa, ahora mismo, no hay capacidad productiva para esos volúmenes”, explica Víctor Garrido, secretario de acción sindical internacional de CCOO de Industria y coordinador del acuerdo marco de Inditex.
La necesidad de un nuevo ‘accord’
Desde principios de marzo, las fábricas en China han vuelto a abrir progresivamente, pero otros hubs estratégicos como Bangladesh, India, Camboya o Indonesia han cerrado o están a medio gas por la falta de pedidos y los cortes en el suministro de materias primas.
Grupos como H&M o Inditex ya han anunciado que garantizarán el pago de los pedidos que estén ya producidos o que estén ahora mismo en marcha, pero las asociaciones de países como Bangladesh o India continúan reclamando más medidas para garantizar los pagos a las fábricas. Por su parte, los sindicatos reclaman cobertura para trabajadores que a menudo se encuentran en el mercado informal o trabajan desde casa y están exentos de las medidas públicas.
Grupos como H&M o Inditex ya han anunciado que garantizarán el pago de los pedidos
“Va a ser una crisis brutal”, explica Víctor Garrido. “Va a llevar a millones de personas al desempleo, el subempleo y la pobreza laboral”, continúa. En este sentido, Garrido opina que sería necesario emplear acuerdos creados tras el Rana Plaza, como el ACT (action, collaboration, transformation) para evitar un retroceso en los avances laborales obtenidos durante estos años.
“Debería ser la herramienta que canalice la negociación con las grandes empresas, pero que se involucrara también de alguna manera la OIT para lograr la implicación de los gobiernos, más allá de los cinco países que están ya incluidos en el ACT”, explica Garrido. “Las grandes marcas tienen que ponerse a plena disposición para reiniciar la actividad con todas las garantías”, continúa.
Desde CCOO, se están planteando cuatro peticiones a las grandes empresas para garantizar los derechos laborales en los países emergentes: máximas garantías en materia de seguridad y salud; que no se produzcan cancelaciones de pedidos ya realizados y se asuma la responsabilidad sobre las prendas ya producidas; que se establezcan garantías de retribución y que esta pandemia no se emplee para realizar despidos “injustificados”. “A los primeros que va a afectar es a los miembros de los sindicatos”, subraya Garrido.
El 90% de los italianos es “consciente” de la ayuda que las empresas textiles están prestando al sector de la salud
El sindicalista descarta un retroceso en los avances logrados desde el Rana Plaza, pero admite que se ha “ralentizado” el trabajo iniciado en mejora de salarios, medidas de salud y horarios.
“¿Qué ocurrirá el día que arranquen los países occidentales? ¿Si se controla antes el virus en Occidente que en los países emergentes, cómo va a repercutir en las fábricas donde hay dos mil personas trabajando sin un metro de distancia?”, se cuestiona Garrido.
¿Más ‘made in’?
Otra de las derivadas de esta crisis podría ser un auge del sentimiento comunitario o nacional y, por tanto, también una mayor valoración del made in. Según un estudio de Kantar, publicado la semana pasada, el 90% de los italianos es “consciente” de la ayuda que las empresas textiles están prestando al sector de la salud y un 26% demandará más producto made in Italy cuando pase el confinamiento.
Desde Euromonitor Internacional subrayan también que puede producirse un aumento del sourcing local. “Aunque las marcas más grandes tienen más músculo financiero para hacerlo, puede que los nativos digitales más pequeños como Allbirds sean más resilientes al impacto del Covid-19 en su cadena de valor que gigantes como Nike o Adidas, ya que sus operaciones son menos complejas”, sostiene Marguerite Le Rolland, investigadora de moda y belleza en Euromonitor.
“También han demostrado su ética en estos tiempos difíciles, donando zapatos a profesionales sanitarios en Reino Unido y Estados Unidos, y eso también lo valorarán los clientes después”, continúa.