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Grace Kelly y el príncipe Raniero de Mónaco protagonizaron uno de los romances más icónicos de la historia. Ella, una actriz de Hollywood —la favorita de Hitchcock y ganadora del Oscar—, conoce a un príncipe de la dinastía Grimaldi, se casan y viven en el palacio del Principado de Mónaco. Pero pocos saben que esta historia y boda de ensueño, estuvo a punto de no suceder, y todo por una plancha y la impuntualidad.
Imagínate que llegas tarde a conocer al amor de tu vida.
Grace Kelly y Raniero por poco, no se conocen. Era 1955 y la actriz acababa de recibir su premio Oscar como Mejor Actriz por la película La Angustia de Vivir, y en la categoría estaban también Audrey Hepburn por Sabrina y Judy Garland por A Star is Born (Sí, la primera versión). Era uno de los personajes del momento y una de las actrices mejor pagadas. Después del Oscar, Grace viajó a la Côte d’Azur en Francia para el Festival de Cannes.
En una gran coincidencia, la protagonista de Rear Window se encontró en un tren con una actriz de Lo que el viento se llevó, quien estaba casada con el editor de cine de una revista francesa. Así, en ese tren el editor le propuso una sesión de fotos con el príncipe de Mónaco, aprovechando la temática: “Reina de Hollywood conoce a príncipe auténtico”. Entonces acordaron este encuentro entre Grace y Raniero.
Su estilista y ella se hospedaron en el Ritz Carlton, y la mañana de la sesión de fotos, el hotel se quedó sin luz eléctrica gracias a una huelga. Grace estaba con el pelo mojado y sin vestuario, pues llevaba diseños de los mejores couturiers, pero todos estaban arrugados por el viaje y no había forma de pasarles una plancha. Así que estuvo a punto de renunciar a la sesión de fotos donde se encontraría con el príncipe de nuevo, pues se conocieron brevemente en el set de To Catch a Thief, película de Hitchcock. *SE CANCELA TODO*
Pero afortunadamente, la estilista lo solucionó con un vestido de estampado floral de tienda departamental. Para el peinado, a falta de luz eléctrica le hizo un chongo y le puso flores artificiales. Así se dirigió al palacio de Mónaco para la sesión, pero Rainiero no estaba ahí. Pidió que lo esperaran, mientras le enseñaron el palacio, les ofrecieron té y el príncipe seguía sin llegar. Eran casi las cuatro de la tarde y a Grace le pareció muy irrespetuosa la impuntualidad, así que decidió irse porque tenía un evento más tarde.
Cuando caminaba a la salida, apareció el príncipe de Mónaco y pudieron realizar la sesión de fotos. Después del encuentro continuaron escribiéndose por cartas, y para la Navidad siguiente, él le dio un anillo de compromiso de Cartier.
Era un diamante de 10 quilates. Grace Kelly hizo su última película en Hollywood, con Bing Crosby y Frank Sinatra, y finalmente, el 19 de abril de 1956, Grace y el príncipe Rainiero celebraron su boda en Mónaco. Y colorín colorado, este cuento sí tuvo final feliz. Este mes se cumplen 64 años de aniversario.
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Grace Kelly y el príncipe Raniero de Mónaco protagonizaron uno de los romances más icónicos de la historia. Ella, una actriz de Hollywood —la favorita de Hitchcock y ganadora del Oscar—, conoce a un príncipe de la dinastía Grimaldi, se casan y viven en el palacio del Principado de Mónaco. Pero pocos saben que esta historia y boda de ensueño, estuvo a punto de no suceder, y todo por una plancha y la impuntualidad.
Imagínate que llegas tarde a conocer al amor de tu vida.
Grace Kelly y Raniero por poco, no se conocen. Era 1955 y la actriz acababa de recibir su premio Oscar como Mejor Actriz por la película La Angustia de Vivir, y en la categoría estaban también Audrey Hepburn por Sabrina y Judy Garland por A Star is Born (Sí, la primera versión). Era uno de los personajes del momento y una de las actrices mejor pagadas. Después del Oscar, Grace viajó a la Côte d’Azur en Francia para el Festival de Cannes.
En una gran coincidencia, la protagonista de Rear Window se encontró en un tren con una actriz de Lo que el viento se llevó, quien estaba casada con el editor de cine de una revista francesa. Así, en ese tren el editor le propuso una sesión de fotos con el príncipe de Mónaco, aprovechando la temática: “Reina de Hollywood conoce a príncipe auténtico”. Entonces acordaron este encuentro entre Grace y Raniero.
Su estilista y ella se hospedaron en el Ritz Carlton, y la mañana de la sesión de fotos, el hotel se quedó sin luz eléctrica gracias a una huelga. Grace estaba con el pelo mojado y sin vestuario, pues llevaba diseños de los mejores couturiers, pero todos estaban arrugados por el viaje y no había forma de pasarles una plancha. Así que estuvo a punto de renunciar a la sesión de fotos donde se encontraría con el príncipe de nuevo, pues se conocieron brevemente en el set de To Catch a Thief, película de Hitchcock. *SE CANCELA TODO*
Pero afortunadamente, la estilista lo solucionó con un vestido de estampado floral de tienda departamental. Para el peinado, a falta de luz eléctrica le hizo un chongo y le puso flores artificiales. Así se dirigió al palacio de Mónaco para la sesión, pero Rainiero no estaba ahí. Pidió que lo esperaran, mientras le enseñaron el palacio, les ofrecieron té y el príncipe seguía sin llegar. Eran casi las cuatro de la tarde y a Grace le pareció muy irrespetuosa la impuntualidad, así que decidió irse porque tenía un evento más tarde.
Cuando caminaba a la salida, apareció el príncipe de Mónaco y pudieron realizar la sesión de fotos. Después del encuentro continuaron escribiéndose por cartas, y para la Navidad siguiente, él le dio un anillo de compromiso de Cartier.
Era un diamante de 10 quilates. Grace Kelly hizo su última película en Hollywood, con Bing Crosby y Frank Sinatra, y finalmente, el 19 de abril de 1956, Grace y el príncipe Rainiero celebraron su boda en Mónaco. Y colorín colorado, este cuento sí tuvo final feliz. Este mes se cumplen 64 años de aniversario.