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Desde que la súbita aparición de la COVID-19 nos cambiara la vida, el confinamiento impuesto por los gobiernos ha obligado a gran parte de la población mundial a quedarse en casa. Esta situación ha provocado un aumento de la demanda de ciertas tecnologías pero, ¿se mantendrán estas tendencias de los consumidores cuando volvamos a la normalidad?
Ahora que la mayoría de los empleados teletrabajan, las videoconferencias han pasado a sustituir las reuniones cara a cara. Los servicios relacionados con el entretenimiento en el hogar, como los contenidos en streaming y los videojuegos, también se han visto beneficiados por el confinamiento. Además, a medida que la población se va adaptando a este profundo cambio de vida, los consumidores se decantan cada vez más claramente por el comercio electrónico. En opinión de Leigh Todd, analista de inversiones sénior en Mellon, parte de BNY Mellon IM, estas tendencias han venido para quedarse.
«El confinamiento y el distanciamiento social acelerarán el abandono de los canales de descubrimiento tradicionales, como las tiendas físicas o las interacciones en persona. Aunque en algún momento volveremos a una vida más ‘normal’, es probable que algunos de estos cambios de comportamiento se hagan permanentes. Por eso creemos que la comercialización por canales digitales y la interacción con las marcas y los productos han venido para quedarse». Leigh Todd, analista de inversiones sénior en Mellon
Para Todd, es difícil que la población olvide el papel crucial que ha desempeñado la tecnología durante este periodo, al favorecer la comunicación en tiempo real a través de las redes sociales y las compras digitales en un momento en el que las reuniones sociales estaban prohibidas y los comercios físicos tuvieron que cerrar sus puertas. Muchas personas se han dado cuenta de que algo tan inesperado como una pandemia mundial puede transformar por completo la vida tal como la conocemos, por lo que es posible que algunas se planteen adoptar de forma permanente un estilo de vida más digital. O puede que la ansiada libertad provoque el efecto contrario cuando se levante el confinamiento. «Aunque el consumo por medio de estos canales se modere cuando podamos interactuar físicamente, seguirán registrando un nivel de actividad superior al de antes de la crisis». Leigh Todd, analista de inversiones sénior en Mellon
El uso de la tecnología ya se había potenciado antes del confinamiento, por lo que Todd ve probable que las áreas que han experimentado un aumento más fuerte de la demanda sigan creciendo en el futuro. Por ejemplo, el porcentaje de personas que descubren marcas en internet ha pasado del 22% al 24% en los últimos cuatro años3. En cuanto a otras áreas que tradicionalmente han tenido una menor presencia digital, como el sector de la alimentación (con una presencia estimada del 5%), la analista cree que el uso de la tecnología y los descubrimientos digitales se acelerarán porque los cambios en el comportamiento de los consumidores perdurarán tras la crisis actual.
«Estos cambios resultarán positivos para las empresas que han invertido en capacidades digitales, conocen bien a sus consumidores y pueden usar esos datos para desarrollar nuevos productos y servicios, así como para identificar a nuevos clientes potenciales». Leigh Todd, analista de inversiones sénior en Mellon
¿Y qué pasará con el teletrabajo?
La experiencia de los últimos meses podría fomentar una mayor adopción del teletrabajo por parte de las empresas. Puede que algunas mantengan las nuevas dinámicas corporativas, aunque no es probable que todas lo hagan.
Erik Swords, analista sénior en Mellon, destaca un reciente estudio de la firma de análisis y asesoramiento Gartner4, según el cual el 74% de los directores financieros encuestados espera que al menos el 5% de sus empleados pase a trabajar desde casa de forma permanente. Según el mismo estudio, se prevé que esa cifra aumente hasta el 30% de aquí a 2030, debido a los cambios demográficos que se están produciendo en el lugar de trabajo y a la llegada de la generación Z (la posterior a los millennials).
«El impacto de la COVID-19 podría acelerar esta transición, ya que la potenciación del trabajo remoto conlleva ciertos beneficios como una reducción de los gastos operativos, menos viajes y, en algunos casos, una mayor productividad y una menor rotación de personal. A corto plazo, esperamos que las empresas habiliten capacidades tecnológicas que fomenten la sostenibilidad del teletrabajo pero no creemos que vayan a reemplazar totalmente el comportamiento normal de los consumidores o de las empresas«. Erik Swords, analista sénior en Mellon
Según Swords, la infraestructura tecnológica ha sido uno de los primeros ajustes que han tenido que hacer las empresas para facilitar el teletrabajo y muchas se han dado cuenta, durante la gestión en tiempo real de la crisis, de que no estaban suficientemente equipadas para afrontar un cambio tan importante en las conductas laborales. Por eso, es posible que a partir de ahora las empresas prioricen mucho más las tecnologías de la información (TI), lo que podría traducirse en un mayor gasto de capital en productos destinados a mejorar la eficiencia laboral.
«A corto plazo, y sobre todo hacia la segunda mitad de 2020, esperamos ver un repunte significativo del gasto en tecnología como resultado de la demanda acumulada. Lo que resulta más interesante desde una perspectiva a largo plazo es qué uso le darán las empresas a la tecnología en el futuro, ya que intentarán mejorar la eficiencia de sus negocios en aquellas áreas que han quedado expuestas durante la pandemia». Erik Swords, analista sénior en Mellon
Más allá de los ajustes a corto plazo relacionados con el teletrabajo, Swords cree que también está aumentado el interés por otros temas de gran importancia como la inteligencia artificial, la tecnología blockchain y la seguridad next-gen, entre otros que ya están listos para una adopción masiva.
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