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La recuperación global post COVID-19 tendrá forma de U, no de V, augura Gabriela Santos, Directora Ejecutiva en Estrategia de mercado global de JP Morgan Asset Management, en Nueva York. Para la experta, la primera ola de repunte del nivel de actividad estará en Asia, luego vendrán algunos países europeos liderados por Alemania, después Estados Unidos, aunque en forma muy dispar entre Estados. Al final de esa lista, aparecerá Latinoamérica, afirma Santos. Desde su perspectiva, a fines de 2021 recién se podrá observar un comportamiento de la economía global similar a lo que dejó 2019. La economía post crisis, estima, mostrará tendencias exacerbadas en torno al proteccionismo, aunque también oportunidades para sectores como la tecnología o la salud. Serán empresas de esos rubros las que cotizarán mejor, en desmedro de las energéticas, compañías aéreas o de consumo suntuoso. Con tasas bajas y la calma después del pánico, este es un momento oportuno para que salgan al mercado gobiernos y empresas de buena calificación crediticia, advirtió. A continuación, un resumen de la entrevista.
—¿Cómo será el camino de la reactivación económica global?
—La reapertura de las economías va a ser muy gradual. Esperamos una fuerte contracción de la actividad económica, como ya lo estamos viendo en la primera mitad del año y luego una lenta recuperación en los próximos trimestres, hasta que tengamos una vacuna o un tratamiento muy efectivo y distribuido globalmente que nos permita regresar 100% a la normalidad. Imaginamos una recuperación lenta para la economía global, en formato de U, y no una recuperación en V como han señalado algunos pronósticos. La población aún no tiene inmunidad, todavía tenemos que lidiar con el riesgo de propagación del virus, por tanto, es necesario mantener medidas de distanciamiento social, lo que impacta especialmente en el sector servicios que funcionará al 50% y que impedirá una recuperación más rápida. Debemos aprender a vivir con el virus el próximo año o 18 meses y eso frenará el ritmo de salida.
—¿2020 ya es un año perdido para la economía global?
—Si lo medimos trimestre contra trimestre, anualizado, el peor período de la economía global serán los dos primeros. El tercer y cuarto trimestre ya calculamos un comportamiento positivo en esa comparación. Pero no será suficiente para compensar la contracción de la primera mitad del año, y la aceleración más fuerte la imaginamos en 2021, donde recién al final de ese año podemos recuperar los niveles de crecimiento que tuvimos en 2019.
—Los países que están desescalando antes, caso de China y algunos europeos, ¿son los que saldrán primero de esta situación?
—Ya estamos viendo en Asia, particularmente China, Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong, que empiezan gradualmente a mostrar signos de reactivación y, por tanto, serán los que lideren la recuperación. Luego hay una “segunda ola” de países, sobre todo europeos, con Alemania a la cabeza. Veamos cómo se acoplan los distintos países del continente en ese retorno a una actividad mayor. Hay casos como Suecia, donde la economía no cayó tanto en comparación con aquellos países que decidieron un cierre más riguroso como Italia, España o Francia. Estos países tendrán un ritmo de recuperación un poco más lento, y por detrás de ellos ubico al Reino Unido.
Quizás a la cola de ese grupo debamos poner a Estados Unidos, con grandes divergencias entre Estados. Por detrás de este proceso recién vendría Latinoamérica.
—Es que cuando comenzó a caer Latinoamérica, China ya comenzaba a revertir su situación…
—Correcto, es interesante ver el proceso de Asia. Se comienzan a ver números de la economía que reflejan mejoría en los meses de marzo y abril, especialmente en China. Algunos sectores, como el manufacturero o la construcción rápidamente mostraron el repunte. Claro está, no ha ocurrido lo mismo con los servicios o el consumo. Así creemos que va a ser el próximo año: divergencias regionales, sectoriales y un mundo creciendo poco y con escasa visibilidad. Semana a semana habrá que observar por dónde se va manifestando la mejoría, al tiempo que se mitiga la propagación del virus.
—¿Qué señales observan en Estados Unidos que reflejen un cambio en la casi nula actividad económica?
—En el caso de Estados Unidos debemos considerar que ya tenemos más del 60% de los Estados reabriendo sus actividades. Dependerá de cada uno cómo remueven las restricciones. Texas, Florida, Georgia están liderando ese proceso. Ya es posible ir a restaurantes, comenzarán a abrirse los cines, también. Y esto determinará cuán velozmente comienza a reflejarse ese movimiento en la actividad económica. Nueva York, por ejemplo, donde el virus se propagó más y con peores consecuencias, se ha optado por un plan de retorno a la actividad mucho más gradual. En Manhattan aún se mantiene el cierre.
Algunos datos de indicadores de alta frecuencia, como por ejemplo la información del uso de tarjetas de crédito, ya reflejan claramente el mayor consumo en los Estados que están reabriendo. También los indicadores de ventas de automóviles y residencias muestran una incipiente recuperación.
—¿Qué rasgos desfavorables para la economía abierta pueden desencadenarse en el período post pandemia?
—Este episodio del COVID-19 ha amplificado algunos problemas que ya se habían instalado antes en la economía mundial. La idea de retornar las cadenas de producción a Estados Unidos desde Asia, por ejemplo, ya era un asunto que se discutía y que defendían calurosamente algunos líderes. Eso estaba en el centro de la guerra comercial entre Estados Unidos y China de los últimos dos o tres años. Eso vuelve con más fuerza, lo podemos ven en las cadenas de producción de artículos vinculados con la salud humana.
Hay una polarización en términos políticos en muchos países también, con espíritu proteccionista, que no son nuevos, pero que surgen como mayor impulso con el pretexto de la crisis global. Lo mismo, algunas restricciones a la inversión extranjera de parte de ciertos países de Europa y Estados Unidos. Ya era un tema antes la postura de la “autosuficiencia” y evitar depender de otros países productores en diversos sectores, buscando tener “campeones nacionales” y protegerlos de la competencia extranjera. Probablemente estas situaciones se van a exacerbar.
Pero también hay cuestiones favorables que emergen de esta pandemia. Las tecnologías están en auge y quedarán incorporadas de una forma más marcada a nuestra vida personal y laboral, por tanto, habrá una demanda sostenida. Lo mismo con la telemedicina, educación online. En esos segmentos de negocios aparecen nuevas oportunidades.
—¿Cómo observan el involucramiento de los gobiernos en el sostén de las economías?
—En el contexto de la pandemia, hay un impulso mayor de parte de los gobiernos de tener un rol más importante. Se justifica debido a las urgencias que la coyuntura impuso. Lo importante será ver de cómo se plantean el día después. Hay un aumento de los gastos fiscales, una fuerte participación de los bancos centrales y en algunos casos, más impuestos. ¿Eso se mantendrá?, ¿hay condiciones para ello? Aún estamos en modo crisis y es muy temprano para adelantarse, pero será un tema a la salida de esta coyuntura. Los países que tuvieron posibilidades de dar respaldo fiscal a empresas e individuos en forma significativa, mayoritariamente desarrollados, saldrán más rápido y no tendrán que lidiar con los problemas relacionados con un período post crisis que comprometa el frente fiscal y las posibilidades de expansión de las empresas.
—¿La interpretación de los activos de refugio por parte de los inversores cambió?, no parecieron migrar hacia los bonos estadounidenses o el oro como en otras oportunidades de crisis…
—Es que hemos tenido dos fases en la reacción del mercado. En el primer momento, el del gran pánico, el inversionista buscaba solo cash. Un peak que se observó entre el 19 de febrero y hasta fines de marzo, aproximadamente. La segunda fase, una vez que se recibieron las ayudas de los Estados, los inversionistas comenzaron a migrar más hacia los activos tradicionalmente considerados “defensivos”, como los bonos del Tesoro de los EE.UU. o de Alemania o el Oro.
La pandemia pegó en todos los sectores, pero en magnitudes distintas. El balance del primer trimestre es una clara foto de cómo impactó esta inesperada crisis en las distintas compañías. No es un buen momento para nadie, pero entre las más golpeadas están las empresas de energía, las de consumo discrecional (retail, hoteles, aerolíneas), y también el sector financiero, donde los bancos comienzan a preocuparse por un aumento de los incumplimientos a nivel corporativo y de hogares. Otros sectores, en términos relativos están mucho mejor: Tecnología, salud, consumo básico y utilities (compañías que sirven servicios básicos: electricidad, gas, agua).
—En este contexto, ¿dónde deberán buscar rentabilidad los inversores?
—Al invertir en renta variable, es importante que los inversores tengan un horizonte temporal de varios años. En este horizonte de tiempo más largo, esperamos que los mercados de valores globales se recuperen y recuperen sus picos anteriores, mucho antes de la actual recesión en la economía global. Pensando en un plazo más corto (en los próximos meses), los mercados de valores pueden permanecer volátiles a medida que los inversores intentan comprender mejor el camino de reapertura a corto plazo de la economía global. Esperamos que persistan diferencias regionales y sectoriales significativas, con un rendimiento superior continuo en las acciones estadounidenses y emergentes asiáticas en los sectores a los que me referí antes; tecnología, atención médica y productos básicos de consumo.
—¿Cómo serán los próximos meses para la renta fija?
—Para los ingresos fijos, esperamos que las tasas de interés se mantengan muy bajas durante los próximos 18 meses, lo que respalda el rendimiento total de los ingresos fijos. Esperamos que la renta fija defensiva de calidad continúe superando a la renta fija más riesgosa. En particular, esperamos que los bonos del gobierno del mercado desarrollado y el crédito corporativo con grado de inversión rindan mejor en términos de rendimiento total, proporcionando una buena cobertura de la volatilidad esperada en otros lugares. Los ingresos fijos más riesgosos, incluidos los bonos de alto rendimiento desarrollados y emergentes, deben mantenerse presionados, ya que los inversores esperan más claridad sobre las rebajas y los impagos antes de agregar más exposición.
—¿Es un buen momento para que los países emergentes salgan al mercado?, ya lo han hecho México y Perú…
—Es un buen momento, claro que sí. Lo estamos viendo en países y compañías de alta calidad, en momentos de tasas muy bajas y calma, una vez que pasó el pánico. Pero el apetito está solo para aquellas oportunidades de buen rating, no hay interés en contraer mayores riesgos.