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¿Hay alguna buena consecuencia derivada de la pandemia? Varias. No solo la resiliencia que se motiva en las empresas sino también el giro de timón hacia una era digital, realmente digital. Los avances tecnológicos, la experiencia propia de los usuarios en sus dispositivos móviles, la velocidad dentro de las redes y la necesidad de compra han encaminado a miles de peruanos a aceptar, y acostumbrase, al ecommerce o al comercio electrónico.
Ya en 2019, en un estudio realizado por la Cámara de Comercio de Lima (CCL) se estimó que 6 millones de peruanos que compraban por internet lo que generó transacciones por US$ 2 800 millones en venta de tecnología, productos del hogar, deporte, salud, belleza, moda, servicios, autos e inmuebles. Todo ofertado por internet.
“Veíamos una situación expectante para el ecommerce en el 2020, que debió continuar en un crecimiento a tasas de transacionalidad aproximado del 10%. El brusco cambio con la pandemia y la crisis afectó pero también aceleró el tema digital pues es una solución para los clientes. A algunas empresas que no habían iniciado su transformación digital les ha costado readaptarse. Los comercios que han sabido agarrar impulso son los que ya tenían experiencia en el comercio electrónico”, explica a CARETAS el gerente de comercio electrónico de la CCL, Jaime Montenegro.
He ahí el reto empresarial. Hermán Marín, co-founder & CEO de Laboratoria, menciona que entre los retos que tienen las empresas también está “en cambiar la mentalidad de los líderes de los negocios”. “Ellos son quienes tienen que entender, y comprometerse a impulsar una estrategia que transforme la cultura organizacional para que el negocio aprenda rápidamente y se adapte a los cambios de los consumidores. Hay aún una falta de entendimiento en el liderazgo de las empresas en cómo la cultura organizacional es la herramienta más importante para entregarle valor a sus clientes en la era digital”, explica a CARETAS.
En tanto mientras esto sucede en las empresas, los usuarios requieren nuevas experiencias en la navegación y en la compra final. Según la data expuesta por Montenegro, los clientes del ecommerce van entre los 25 a 45 años siendo Lima el principal lugar de compra seguido por Arequipa, Trujillo, cusco, Chiclayo y Huancayo. “En las regiones va penetrando más”, aclara. Y esto responde a varias estrategias. A nivel mundial, según Statista, en 2019, las ventas minoristas de comercio electrónico en todo el mundo ascendieron a US$ 3 53 billones y se proyecta que los ingresos minoristas electrónicos crecerán a US$ 6 54 billones en 2022.
Al inicio del estado de emergencia por la COVID-19, varias empresas aplicaron una estrategia de venta anticipada en sus ecommerce que consta en ofertar productos con precios o promociones muy atractivas con la promesa de que el producto se lo enviarán a partir del primer día hábil que se suspenda la cuarentena. Otra es, como mencionó CARETAS en “Resiliencia peruana: cuatro historias de emprendedores que se reinventaron”, la implementación de los market place como realizó Lumingo, Lineo o Platanitos.
“En dos meses encontraremos en el país un ecommerce 100% operativo. Que no atenderá a toda la demanda del mercado pero sí será una herramienta esencial para atenuar la crisis en las empresas”, agrega Montenegro. Se quiera o no, todos los caminos llevan al ecommerce. Más aún cuando la incertidumbre de la pandemia no permite avizorar la rutina comercial física y en donde la tendencia generará que los negocios rompan sus propias barreras digitales.