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David Broc, periodista musical en EL PAÍS elige la cubierta de We Can’t Be Stopped (1991) «por incontables razones». Es una portada, dice, «que representa con una fidelidad extrema la esencia del grupo: crudo, sin pelos en la lengua, violento, real, perturbador y auténtico». Tanto somo la historia que tiene detrás: «Pocas horas antes de tomarse la foto, a Bushwick Bill, uno de los tres miembros de la banda, le había pegado un tiro en el ojo su novia. La foto fue tomada en el hospital esa misma noche sin ningún tipo de preparativo: al manager se le ocurrió que sería una buena idea sacar a Bushwick de la habitación y quitarle la venda del ojo para tomar la instantánea», cuenta Broc. «Acostumbrados a que el hip-hop, en especial el gangsta rap, exagere, fantasee e hiperbolice, esta portada supone todo un bocado (o más bien un puñetazo) de realidad que lo dignifica».
El impacto de la portada, recuerda Broc, consiguió darle más empuje mediático y comercial al disco, al grupo y, por extensión, al hip-hop del Sur de los Estados Unidos, hasta entonces notablemente menospreciado por los medios.