Crédito: fuente
Son momentos decisivos para la estrategia de reactivación de la Casa Rosada. Mientras crece el entusiasmo, se asoma un viejo fantasma de la economía argentina.
Se trata de un contrapunto que no se hará en público, pero que ya forma parte de las conversaciones entre el gobierno argentino y los técnicos del FMI. Y que seguramente explicitará el propio Martín Guzmán cuando viaje en las próximas semanas a Washington para encabezar la negociación.
Lo concreto es que en el equipo económico lucen más entusiasmados que hasta hace algunas semanas. Creen que la actividad económica se encamina a una recuperación más fuerte que la proyectada en el Presupuesto 2021.
En los borradores de algunos funcionarios ya se menciona que la expansión de este año será mayor al 5,5% previsto. De ahí que esta cuestión sea debatida por el ministro durante su estadía en Washington: el Fondo Monetario acaba de reducir su estimación al 4,5%.
No se trata de un debate matemático: detrás de ese numerito existe toda una dinámica de ingresos y gastos por parte del Estado, y el consecuente déficit fiscal. Ese rojo -que el Gobierno estimó en 4,5% para este año- resulta inaceptable para los técnicos del FMI. «No alcanza», les dijo Luis Cubbedu, jefe de la misión para la Argentina, a inversores de Wall Street antes de que termine el 2020.
Por eso, en el Palacio de Hacienda tomaron como una muy buena señal las últimas declaraciones de Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI. «Las autoridades en Argentina están trabajando de una manera importante para atender obviamente la necesidad de poder llegar a la fecha de mayo», dijo Werner desde Washington, a comienzos de la semana.
En el equipo económico consideran que abril será un mes clave, donde deberían notarse algunas de las previsiones más optimistas.
Se refieren a que para ese entonces, la actividad mostrará un rebote perceptible en la actual dinámica donde, mes a mes, la economía viene mejorando. Y una recaudación impositiva que mostraría una mejora histórica con respecto al año pasado (abril 2020 fue el peor mes de la cuarentena, con la mayoría de las actividades cerradas).
Estiman que la actividad económica se encamina a una recuperación más fuerte que la proyectada en el Presupuesto 2021
Para el cuarto mes del año, también, se espera que el flujo de liquidaciones de la cosecha de soja sea la más importante de los últimos tiempos. Por volumen y por precio, con una tonelada de soja en torno a los u$s500.
Algunos funcionarios plantean, incluso, que la brecha entre los dólares alternativos (contado con liqui y MEP) podría comprimirse a partir de abril. Siempre, bajo la suposición de un acuerdo con el FMI y de que ningún «cisne negro» se interponga en la dinámica, como bien podría ser un incremento en los contagios de coronavirus que obligue a confinamientos y a paradas de la producción.
Los funcionarios más optimistas arriesgan que, llegado el momento, habrá inversores que en el peor momento de la incertidumbre de los contagios y con el «blue» cerca de los $200 que se cubrieron dolarizando sus excedentes, que podrían volcarse al mercado para vender parte de las divisas compradas para apostar por la producción.
«¿Qué harán los empresarios o emprendedores que hace algunos meses compraron dólares en caso de que la actividad despegue? ¿No invertirán en su negocio? ¿No invertirán en negocios o restaurantes?», argumenta un miembro del equipo económico, confiado en el «círculo virtuoso» de la economía.
La amenaza inflacionaria
La idea es que los sectores productivos liderarán la recuperación. Primero, el campo. También la industria, que ya viene evidenciando una rápida reactivación en varios rubros. Y, en tercer lugar, la construcción.
La gran duda, a esta altura, refiere a lo que vaya a suceder con el consumo masivo, que en definitiva es el gran dinamizador de la economía.
Por eso mismo, en las últimas dos semanas, desde el Presidente Fernández hasta los referentes económicos del Gobierno, vienen insistiendo con el lanzamiento de la «mesa de diálogo» entre empresarios y sindicalistas. Y en el tironeo con los formadores de precios, con el objetivo de enfriar la dinámica inflacionaria en el rubro de los alimentos.
A pesar de lo que argumentan los funcionarios más cercanos a Cristina Kirchner, el jefe de Estado confía en que el diálogo con empresarios y sindicalistas es el camino indicado para resolver las tensiones en la economía.
«Hay que garantizar que los precios internacionales no se vuelvan contra los argentinos», insistió el Presidente en las últimas horas.
Hoy miércoles, desde las 11, el Gobierno recibirá a los representantes de los trabajadores en el Museo del Bicentenario de la Casa Rosada. El jueves será el turno de los empresarios. Allí estarán, entre otros, Luis Pagani, titular de Arcor; Luis Pérez Companc, de Molinos Río de la Plata; Jean Carlo Aubry, de Nestlé; Karla Schlieper, de Mondelez; Juan Garibaldi, de Danone y Miguel Acevedo, de Aceitera General Deheza.
Fernández, aseguran desde la Casa Rosada, quiere evitar interlocutores y malos entendidos. El mandatario se queja del tratamiento que algunos medios les dan a las iniciativas oficiales. Y por eso pretende explicarles a los ejecutivos en primera persona.
Despejada la incertidumbre cambiaria en el corto y mediano plazo, la inflación se instaló al tope de la agenda pública. Diciembre y enero pasaron con un salto en los precios mucho más elevado que el pretendido. Y si esa dinámica se instala, difícilmente este 2021 electoral demuestre una recuperación del poder adquisitivo de los salarios. Ese es el principal objetivo del oficialismo, para intentar revalidarse en las urnas.
La economía, hoy
La actividad económica se viene recuperando en los últimos meses, a medida que se reabrieron los sectores en medio de la pandemia.
Justamente, desde los despachos oficiales no quieren que existan motivos para que esos motores se apaguen.
De acuerdo a los últimos registros del Indec para el mes de noviembre, la actividad se encontraba «tan sólo un 3,3% por debajo del último mes pre-pandemia, recuperando ya gran parte de lo perdido entre marzo y abril», según la medición del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda.
Desde los despachos oficiales aseguran que el rebote es más acentuado que lo esperado. Y que la caída del PIB del año pasado será inferior al 10%-12% proyectado, con lo cual le deja una buena base de expansión para este 2021 que acaba de comenzar.
Por eso mismo, la urgencia: el Gobierno no quiere dejar pasar el tiempo y busca que la tendencia se afiance en las próximas semanas.
Lo dicho más arriba: si logra afianzar este escenario, creen probable que el acuerdo con el Fondo Monetario evite ajustes que perjudiquen la dinámica virtuosa.
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Son momentos decisivos para la estrategia de reactivación de la Casa Rosada. Mientras crece el entusiasmo, se asoma un viejo fantasma de la economía argentina.
Se trata de un contrapunto que no se hará en público, pero que ya forma parte de las conversaciones entre el gobierno argentino y los técnicos del FMI. Y que seguramente explicitará el propio Martín Guzmán cuando viaje en las próximas semanas a Washington para encabezar la negociación.
Lo concreto es que en el equipo económico lucen más entusiasmados que hasta hace algunas semanas. Creen que la actividad económica se encamina a una recuperación más fuerte que la proyectada en el Presupuesto 2021.
En los borradores de algunos funcionarios ya se menciona que la expansión de este año será mayor al 5,5% previsto. De ahí que esta cuestión sea debatida por el ministro durante su estadía en Washington: el Fondo Monetario acaba de reducir su estimación al 4,5%.
No se trata de un debate matemático: detrás de ese numerito existe toda una dinámica de ingresos y gastos por parte del Estado, y el consecuente déficit fiscal. Ese rojo -que el Gobierno estimó en 4,5% para este año- resulta inaceptable para los técnicos del FMI. «No alcanza», les dijo Luis Cubbedu, jefe de la misión para la Argentina, a inversores de Wall Street antes de que termine el 2020.
Por eso, en el Palacio de Hacienda tomaron como una muy buena señal las últimas declaraciones de Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI. «Las autoridades en Argentina están trabajando de una manera importante para atender obviamente la necesidad de poder llegar a la fecha de mayo», dijo Werner desde Washington, a comienzos de la semana.
En el equipo económico consideran que abril será un mes clave, donde deberían notarse algunas de las previsiones más optimistas.
Se refieren a que para ese entonces, la actividad mostrará un rebote perceptible en la actual dinámica donde, mes a mes, la economía viene mejorando. Y una recaudación impositiva que mostraría una mejora histórica con respecto al año pasado (abril 2020 fue el peor mes de la cuarentena, con la mayoría de las actividades cerradas).
Estiman que la actividad económica se encamina a una recuperación más fuerte que la proyectada en el Presupuesto 2021
Para el cuarto mes del año, también, se espera que el flujo de liquidaciones de la cosecha de soja sea la más importante de los últimos tiempos. Por volumen y por precio, con una tonelada de soja en torno a los u$s500.
Algunos funcionarios plantean, incluso, que la brecha entre los dólares alternativos (contado con liqui y MEP) podría comprimirse a partir de abril. Siempre, bajo la suposición de un acuerdo con el FMI y de que ningún «cisne negro» se interponga en la dinámica, como bien podría ser un incremento en los contagios de coronavirus que obligue a confinamientos y a paradas de la producción.
Los funcionarios más optimistas arriesgan que, llegado el momento, habrá inversores que en el peor momento de la incertidumbre de los contagios y con el «blue» cerca de los $200 que se cubrieron dolarizando sus excedentes, que podrían volcarse al mercado para vender parte de las divisas compradas para apostar por la producción.
«¿Qué harán los empresarios o emprendedores que hace algunos meses compraron dólares en caso de que la actividad despegue? ¿No invertirán en su negocio? ¿No invertirán en negocios o restaurantes?», argumenta un miembro del equipo económico, confiado en el «círculo virtuoso» de la economía.
La amenaza inflacionaria
La idea es que los sectores productivos liderarán la recuperación. Primero, el campo. También la industria, que ya viene evidenciando una rápida reactivación en varios rubros. Y, en tercer lugar, la construcción.
La gran duda, a esta altura, refiere a lo que vaya a suceder con el consumo masivo, que en definitiva es el gran dinamizador de la economía.
Por eso mismo, en las últimas dos semanas, desde el Presidente Fernández hasta los referentes económicos del Gobierno, vienen insistiendo con el lanzamiento de la «mesa de diálogo» entre empresarios y sindicalistas. Y en el tironeo con los formadores de precios, con el objetivo de enfriar la dinámica inflacionaria en el rubro de los alimentos.
A pesar de lo que argumentan los funcionarios más cercanos a Cristina Kirchner, el jefe de Estado confía en que el diálogo con empresarios y sindicalistas es el camino indicado para resolver las tensiones en la economía.
«Hay que garantizar que los precios internacionales no se vuelvan contra los argentinos», insistió el Presidente en las últimas horas.
Hoy miércoles, desde las 11, el Gobierno recibirá a los representantes de los trabajadores en el Museo del Bicentenario de la Casa Rosada. El jueves será el turno de los empresarios. Allí estarán, entre otros, Luis Pagani, titular de Arcor; Luis Pérez Companc, de Molinos Río de la Plata; Jean Carlo Aubry, de Nestlé; Karla Schlieper, de Mondelez; Juan Garibaldi, de Danone y Miguel Acevedo, de Aceitera General Deheza.
Fernández, aseguran desde la Casa Rosada, quiere evitar interlocutores y malos entendidos. El mandatario se queja del tratamiento que algunos medios les dan a las iniciativas oficiales. Y por eso pretende explicarles a los ejecutivos en primera persona.
Despejada la incertidumbre cambiaria en el corto y mediano plazo, la inflación se instaló al tope de la agenda pública. Diciembre y enero pasaron con un salto en los precios mucho más elevado que el pretendido. Y si esa dinámica se instala, difícilmente este 2021 electoral demuestre una recuperación del poder adquisitivo de los salarios. Ese es el principal objetivo del oficialismo, para intentar revalidarse en las urnas.
La economía, hoy
La actividad económica se viene recuperando en los últimos meses, a medida que se reabrieron los sectores en medio de la pandemia.
Justamente, desde los despachos oficiales no quieren que existan motivos para que esos motores se apaguen.
De acuerdo a los últimos registros del Indec para el mes de noviembre, la actividad se encontraba «tan sólo un 3,3% por debajo del último mes pre-pandemia, recuperando ya gran parte de lo perdido entre marzo y abril», según la medición del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda.
Desde los despachos oficiales aseguran que el rebote es más acentuado que lo esperado. Y que la caída del PIB del año pasado será inferior al 10%-12% proyectado, con lo cual le deja una buena base de expansión para este 2021 que acaba de comenzar.
Por eso mismo, la urgencia: el Gobierno no quiere dejar pasar el tiempo y busca que la tendencia se afiance en las próximas semanas.
Lo dicho más arriba: si logra afianzar este escenario, creen probable que el acuerdo con el Fondo Monetario evite ajustes que perjudiquen la dinámica virtuosa.