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Buff da una zancada todavía mayor en el año del Covid-19. La compañía catalana, especializada en la fabricación de tubulares para el cuello y accesorios para la cabeza, eleva al 50% su previsión de crecimiento para el ejercicio 2020 (que finalizará el próximo abril), de manera que rebasará los 78 millones de euros de facturación. Ante el aumento de ventas derivado del boom del deporte y de la necesidad de prendas de protección por la pandemia, la empresa ha comenzado la ampliación de su centro de producción, ubicado en Igualada (Barcelona), un proyecto que supondrá una inversión de entre 1,5 millones y 2 millones de euros.
La compañía, controlada por la familia Rojas Vives y participada por el equipo directivo, pondrá en marcha una nueva nave para fabricación en el solar donde se encuentra actualmente su sede. “Con la incorporación de estos 1.500 metros cuadrados más, Buff llegará al tope de ocupación del solar”, según ha explicado David Camps, consejero delegado de la compañía, a Modaes.es.
Las previsiones de Camps pasan por que la nueva planta complete su construcción en diciembre de 2021, de manera que entrará en funcionamiento en enero de 2022. Además de prepararse para dar respuesta a nuevos picos de demanda, la empresa quiere traer a España la producción de gorras que actualmente tiene deslocalizada en Asia.
Buff invertirá entre 1,5 millones y 2 millones en la ampliación en 1.500 metros cuadrados de su planta
El grupo, que ha diversificado entrando en complementos para la cabeza, produce medio millón de gorras cada año, que representan el 10% de la facturación de la empresa. Del total de la producción, las prendas más técnicas se centralizan en Igualada y las básicas en diferentes países de Asia.
A lo largo de 2020, Buff ha hecho frente a un pico de producción para dar respuesta al tirón de sus productos (tanto de deporte como de protección) en Estados Unidos. A principios de noviembre, la empresa había duplicado la plantilla de su planta de Igualada hasta 400 empleados y había alcanzado un volumen de producción de un millón de unidades al mes.
En el primer mes de 2021, la demanda se ha relajado y la planta propia de Buff (que copa el 90% de su producción total) emplea a 300 personas y fabrica 700.000 unidades al mes. Estas cifras se sitúan, de todos modos, muy por encima de los 170 empleados y 500.000 unidades de años anteriores.
La compañía quiere relocalizar la producción de gorras que actualmente subcontrata en Asia
El aumento de las actividades al aire libre y el incremento de demanda de productos de protección disparó el negocio de Buff en 2020, especialmente en mercados como Estados Unidos. De todos modos, la línea de tubulares y mascarillas de protección representa sólo el 7% de las ventas del grupo.
Camps explica que en el primer mes de 2021 “el mercado de mascarillas muestra cierta saturación en opciones de protección y, además, las autoridades empiezan a ser más estrictas”. Las recomendaciones por parte de los diferentes Gobiernos sobre el uso de determinadas mascarillas provocan, según Camps, un “impacto negativo, porque se asocia mascarilla de ropa a mascarilla no segura”.
Las prendas de protección de Buff combinan mascarillas y tubulares de producción propia con filtros desarrollados de la mano de la empresa finlandesa Ahlstrom-Munksjö, con los que, según la empresa, se consigue la misma protección que con una mascarilla quirúrgica. Pese al frenazo registrado en enero, Camps señala que “el mercado es volátil” y confía en su recuperación.
Las previsiones de la empresa pasan por cerrar el ejercicio 2020 (que concluirá en abril) con ventas de más de 78 millones
Crecimiento del 50%
A finales del año pasado, las previsiones de Buff pasaban por cerrar el ejercicio 2020 (que concluirá el próximo abril) con un crecimiento del 40%. Tras la buena marca de noviembre y diciembre, la compañía ha elevado este porcentaje al 50%, de manera que la empresa superará los 78,75 millones de euros de facturación.
En el ejercicio 2019, la empresa registró unos ingresos de 52,5 millones de euros (con un crecimiento del 7%) y un beneficio de seis millones de euros, frente a los cinco millones de euros de 2018. Tras el boom de 2020, las previsiones de Camps pasan por que el crecimiento del grupo se relaje durante los próximos ejercicios.
A la vez que las ventas se han disparado, el grupo ha aumentado también su ritmo de inversión. Tradicionalmente, la empresa registraba una inversión anual de un millón de euros, una cantidad que se elevará hasta 2,2 millones de euros en el ejercicio en curso (incluyendo la puesta en marcha de la nueva fábrica y la compra de maquinaria y nuevo software) y hasta 2 millones de euros en el siguiente ejercicio.
Buff acaba de desembolsar más de 300.000 euros para implantar un nuevo software para logística en el marco de un plan para ganar eficiencia. “Tenemos un supply chain masterplan, con el que queremos ser más eficientes y sostenibles”, señala Camps, que explica que la empresa está instalando placas fotovoltaicas en la planta para producir la energía que se usa en los procesos de estampación.