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Jóvenes empresas especializadas en el pago en línea como Stripe, SumUp o Pledg, poco conocidas por el público, se han aprovechado del empujón que la crisis del covid-19 ha dado al comercio electrónico y ya valen fortunas.
Los pagos sin contacto, las transacciones por teléfono móvil o las compras en línea no surgieron el año pasado y buena parte de los consumidores en todo el mundo ya los utilizaban.
Pero “el año 2020 aceleró enormemente la preferencia de los clientes por los pagos electrónicos y por el comercio en línea”, asegura a la AFP Marc-Henri Desporte, director general adjunto del grupo francés Worldline.
El domingo, el especialista californiano del pago en línea Stripe anunció que había generado 600 millones de dólares.
Fundada en 2011 por dos hermanos irlandeses que no tenían ni treinta años, esta joven empresa vale ahora 95.000 millones de dólares y podría ser capaz pronto de jugar en la misma liga de los grandes nombres como el gigante Mastercard, valorizado en poco más de 300.000 millones de dólares.
El martes, la joven empresa británica SumUp, que proporciona terminales de pago por tarjeta y servicios en línea, aseguró que había generado 750 millones de euros (900 millones de dólares).
El mismo día, la joven empresa parisina Pledg, nacida en 2016 y especializada en el pago fraccionado, también generó 80 millones de euros (95 millones de dólares).
Según Desporte, “se ha hecho en un año una transición que en tiempo normal hubiera llevado entre tres y cinco años”.
De hecho, la crisis del covid-19 y su confinamiento impidieron a millones de personas desplazarse a las tiendas y gastar su dinero. Aunque una parte lo ahorraron, otra se gastó en el comercio electrónico que conoció un aumento de la actividad sin precedentes.
500.000 millones por conquistar para 2025
Según un estudio de la firma Accenture publicado el año pasado, los ingresos mundiales generados por las actividades de pago aumentarán en 500.000 millones de dólares en los próximos seis años para alcanzar los dos billones de dólares en 2025.
Algunos mastodontes de este mercado son bien conocidos por el público, como los estadounidenses PayPal, Apple Pay y Visa, o los chinos WeChat Pay. Otros menos, como el estadounidense Square o el holandés Adyen, pero no por ello menos florecientes.
“La valoración reciente de un actor como Stripe es quizá la señal de que las fuerzas de aceleración del covid van a permitir a nuevos actores lograr y conquistar partes de mercado más importantes”, vaticina Matthew Palframan, director de investigación en el seno de la firma YouGov, que acaba de publicar un estudio sobre los servicios financieros en 2021.
Queda por saber “en qué medida los consumidores volverán a sus vidas de antes una vez que termine la crisis del covid-19”, pero pase lo que pase, “algunos de estos cambios serán permanentes”, agrega este analista.
Este movimiento de fondo abre ya perspectivas inmensas para los actores del pago, cuya principal misión es entregar a los compradores y a los vendedores los medios de realizar una transacción, pero que proponen también muchos otros servicios.
Entre ellos el pago fraccionado, interfaces de pago simplificadas, ofertas de fidelización o herramientas de seguridad de las transacciones, cada vez más apreciadas por los clientes.
Las comisiones que cobran en cada operación son muy bajas. Pero dada la masa ingente de intercambios, cada tipo de servicio acaba por generar mucho dinero.
Como ejemplo, un actor como el francés Worldline trata 10.000 millones de euros de transacciones anuales entre los comerciantes.
“Ya hay valor, sobre todo entre los comerciantes que ya están habituados a pagar algún porcentaje de las transacciones al proveedor del pago”, dice Thomas Rocafull, consultor de Sia Partners.