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La esperada recuperación de la economía vino acompañada de una serie de efectos adversos que complican el plan de estabilización impulsado por el Gobierno.
Entre los que generan mayor preocupación por estas horas están los problemas de abastecimiento alimentados por el aumento de la demanda y la escasez de algunas materias primas a nivel global, pero también por los controles a las importaciones, el stockeo de insumos y las restricciones por la pandemia.
El Gobierno reaccionó este miércoles con la puesta en marcha del Sistema Informativo para la Implementación de Políticas de Reactivación Económica (SIPRE), un mecanismo de monitoreo por el que 1.000 grandes empresas deberán informar desde abril precios, cantidades y transacciones. El objetivo, según las autoridades, es «evitar» que haya incrementos injustificados, dificultades en el aprovisionamiento y faltantes de productos finales.
Por caso, la Cámara de Ferreterías y Afines (Cafara) alertó este miércoles sobre la falta de productos tales como alambres, clavos, tornillos y chapas. «Esta problemática se ha replicado en todos los comercios del país provocando fuertes faltantes de insumos», advirtió Sergio Angiulli, presidente de Cafara. Los problemas se extienden a diversas ramas de la industria, como el sector automotor y el rubro alimenticio, la construcción y los supermercados.
Intervención y «desincentivos» a la inversión
En ese marco, las medidas oficiales despertaron un fuerte rechazo en las principales cámaras empresarias, en donde denuncian una creciente intervención estatal sobre la actividad privada y «desincentivos» a la inversión.
«Es una ficción de control y una doctrina Moreno suavizada», dispararon en la UIA. Según el SIPRE, las firmas que facturan al año más de $965.460.000 (construcción), $2.602.540.000 (comercio) y $2.540.380.000 (industria) deberán enviar informes mensuales con los datos solicitados.
La central fabril abordó el martes la cuestión de los faltantes de materias primas, que afectan a fábricas de Europa, Estados Unidos y China debido a una mayor demora en los embarques de hasta 20 semanas por el aumento de la demanda. Para cubrirse, las empresas locales deben colocar sus pedidos con cuatro meses de anticipación, pero muchos fabricantes no se animan a correr ese riesgo por la incertidumbre económica y el dólar, cuya cotización por ahora se mantiene planchada.
El otro factor que alimenta situaciones de desabastecimiento es el Sistema de Monitoreo de Importaciones (SIMI), un mecanismo de control para frenar la salida de dólares y proteger a la industria local. «Hoy muchos sectores están con faltas de producto y materias primas. Si además pedís una SIMI no automática y te demoran más de dos o tres meses para que te autoricen, cuando vas al proveedor con esta demora vas a la cola de los pedidos del proveedor», advirtió un directivo de la UIA.
Las crecientes dificultades para contener la dinámica de precios y los cuellos de botella llevaron a un endurecimiento de los controles y la creación de mesas sectoriales. Después de extender Precios Cuidados y establecer Precios Máximos en 2020, por otra parte, la secretaría de Comercio Interior, encabezada por Paula Español, imputó en febrero a 11 grandes empresas de consumo masivo por desabastecimiento y promovió inspecciones a supermercados, sostenidas por 20.000 militantes sociales.
Las últimas medidas sumaron mayores tensiones con el sector privado. «Mantenemos el compromiso -como lo hicimos durante toda la pandemia- de seguir abasteciendo a nuestros clientes, pero tenemos una situación de rentabilidad que es muy delicada. Más allá del sistema de información que se establezca, es imperioso eliminar el régimen de congelamiento de precios que se estableció hace más de un año con Precios Máximos», dijeron desde una multinacional líder en la fabricación de golosinas.
La falta de materias primas provoca a su vez enfrentamientos entre los propios empresarios. Un fabricante de cordones de Rosario informó en los últimos días a sus clientes un incremento del 12% en sus listas de precios para garantizar la producción y abastecimiento debido a que «se torna dificultoso conseguir insumos para poder producir en forma continua». La reacción no se hizo esperar. «¡Baja el dólar y la industria sube precios, inentendible!», se quejó un empresario Pyme.
El reproche apunta a que las firmas con capacidad exportadora prefieren colocar sus productos en el exterior en dólares, lo que implica una reducción de la oferta en el mercado interno en un contexto de reactivación sin mayores inversiones. En otros casos, como ocurre en los supermercados y las carnicerías, la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos frente a la inflación se tradujo en febrero en una caída del consumo.
Faltantes en la construcción y la industria automotriz
En la construcción, hay aumentos sensibles en cemento, ladrillos, arena, grifería y los empresarios alertan por la falta de materiales. Según datos oficiales, sólo en el último año dichos artículos acumularon una suba promedio del 70%. Y en lo que va de 2021, sumaron un 5% en promedio.
«En ciertos lugares y ciertos materiales, especialmente ladrillos, hay problemas de abastecimiento, mucha demanda y problemas de producción por el Covid», confirmaron desde la Cámara de la Construcción.
En el sector automotor, casi el 80% de los de los fabricantes de autopartes admiten que el monto de importaciones autorizado por el gobierno les genera «alguna dificultad» o «incapacidad» para abastecer a sus clientes. «Hay mucha incertidumbre de abastecimiento por restricciones a nivel mundial, por ejemplo, faltan semiconductores. A nivel regional, escasean aceros y a nivel local la operatoria de SIMI agrega complicaciones logísticas sobre costos y pérdida de productividad», aseguran en AFAC.
China, el mayor comprador de semiconductores, alertó en las últimas horas sobre la crisis de chips sin precedentes que golpea a la industria electrónica y automotriz. Esos rubros también se ven afectados en Argentina por la escasez de aceros laminados y trafilados. «Acindar y sus distribuidores aumentaron entre 6 y 9 % los precios. Los insumos importados faltan por demoras en las autorizaciones de las licencias, esto genera que la materia prima llegue a cuenta gotas», alertó un autopartista.
En el rubro comercial, la Cámara de la Mediana Empresa (CAME) ya alertó en noviembre que 7 de cada 10 pymes tiene inconvenientes para encontrar alguna de las materias primas necesarias para producir. Los insumos que más cuesta conseguir, según el relevamiento de Came en 278 empresas, son: chapa, aluminio, hierro, polietileno, polipropileno, acero, cemento, tela, papel, plástico, cuero, y, por lo tanto, todos los productos derivados de esos insumos.
Juan Manuel Barca