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La cadena Sbarro fue fundada en 1956 en Nueva York, en el barrio de Brooklyn, por los inmigrantes napolitanos Gennaro y Carmela Sbarro. Empezó como una tienda de comestibles hasta que, en 1967, abrió su primer restaurante en el centro comercial Kings Plaza, que supuso su evolución al negocio de comida rápida italiana para llevar y, luego, al de la pizza.
Hoy, opera en 26 países. Cuenta con más de 1000 franquicias y planea crecer a razón de 70 aperturas por año alrededor de todo el mundo. Además de pizzas XXL y porciones, comercializa strombolis, tragos, postres y más productos, en un formato parecido al fast-food, sin servicio a la mesa.
La Argentina era uno de los pocos mercados que le faltaba conquistar en América del Sur. Ya tiene presencia en Brasil, Chile, Colombia, Bolivia, Perú, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Costa Rica.
En el país, el plan de expansión contempla la apertura de 35 sucursales hasta 2025, con el modelo de franquicias. En lo que resta de 2021, la idea es abrir otro local, mientras que en 2022 se sumarán cinco. En 2023, esperan inaugurar ocho. En 2024, se agregarán 10 y, en 2025, otros 10, para así llegar a un total de 35 sucursales.
La inversión estimada por local es de $ 15 millones. Desarrolladora Gastronómica ofrece el uso de marca, el acceso a un modelo de negocio “probado y exitoso”, las recetas de una propuesta que se compone de un mix de productos, su know-how, el acompañamiento en la puesta en marcha, el apoyo en la comunicación y el reclutamiento de personal.
“Los barrios que analizamos son Belgrano, Palermo, Caballito, Pilar, la zona oeste y la zona sur de la provincia de Buenos Aires. Estamos buscando las locaciones”, adelanta José Granero, director de Sbarro Argentina.
Los tamaños de las superficies abarcarán locales chicos con formato al paso y otros más grandes con salones pensados para las ubicaciones de mayores dimensiones, con la posibilidad de tener drive thru o ‘Auto-pizza’.
“Buscamos que el franquiciado ideal tenga experiencia comercial en otras operaciones, que se involucre en la gestión, y, preferentemente, que sea un operador gastronómico que quiera expandirse, con capacidad financiera y deseos de crecer”, describe Granero el perfil que seleccionarán.
Esta primera sucursal contrató 45 empleados, aunque recibió postulaciones de 1500 candidatos. La producción se llevará adelante todos los días allí, con mercadería fresca.
Sbarro enfrenta el desafío de posicionarse en un sector que atraviesa uno de los peores momentos. El 20% de las pizzerías porteñas cerró en lo que va de la pandemia, según la Asociación de Propietarios de Pizzerías y Casas de Empanadas de la República Argentina (Appyce).
La Avenida Corrientes es uno de los corredores más críticos. Sin el movimiento de oficinistas, con la noche ‘apagada’ por la escasez de oferta de espectáculos teatrales y la ausencia de turistas, algunos locales emblemáticos, como Los Inmortales, corren peligro de desaparecer.
Pese a la crisis, Desarrolladora Gastronómica confía en la recuperación paulatina de la avenida y que el lanzamiento de Sbarro precipitará su crecimiento, con su propuesta aspiracional que transportará a sus visitantes a las calles de Brooklyn.
Lo cierto es que su competencia no tuvo buena suerte en el pasado. Pizza Hut desembarcó en la Argentina en dos oportunidades, en los años ’80 y ’90. Llegó por primera vez en 1983. No pudo instalarse como una alternativa fuerte a las pizzerías tradicionales.
En 1997, tuvo su segunda chance, de la mano del fondo de inversión The Exxel Group, hasta que abandonó el mercado. El último intento fallido fue en 2010, cuando el fondo D&G (hoy Inverlat), dueño de Havanna, amagó con su regreso.
Domino’s Pizza tampoco logró seducir al paladar criollo y tuvo un paso fugaz en los ’90. En 2016, su vicepresidente, Brian Trier, señaló que el foco estaba centrado en llegar a la Argentina, por “la gran oportunidad”. “Es el país más grande de la región donde aún no estamos presentes, evaluamos el ingreso”, expresó en ese entonces. Pero el proyecto se archivó.