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En plena crisis de suministros
McDonald’s intenta disimular esta escasez ‘escondiendo’ algunos productos de la vista del cliente o por medio de anuncios publicitarios de nuevas hamburguesas de carne.
Son las dos de la madrugada en una calle céntrica de Madrid. La clásica ‘M’ amarilla del restaurante norteamericano de hamburguesas -McDonald’s- es la única luz -junto con la de las farolas- que alumbra la acera a esa hora. Este lugar no es un establecimiento más de lo casi cien que tiene en la capital. Se trata del ‘paraje’ al que acuden centenares de estudiantes cada noche huérfanos por la soledad que, de vez en cuando, arroja el alcohol. Pero, el pasado martes todo eclipsó. El mero trámite de hacer un pedido en una de las pantallas táctiles, recibir un ticket impreso y aguardar a que este sea anunciado, se vio truncado. Una voz al otro lado del mostrador gritó: «Por favor, acérquense con sus números para que les devolvamos el dinero porque nos hemos quedado sin comida».
Uno de los efectos perversos que está trayendo consigo la crisis del coronavirus es la escasez global de suministros. Así, se han visto comprometidos juguetes, chips -necesarios para fabricar- y hasta alimentos. La principal causa de esta carestía ha sido la aparición de cuellos de botella por el cierre de puertos marítimos -principalmente en China y Sudeste asiático, donde se encuentran los más grandes y donde está habiendo un aumento de casos- y un repunte en la demanda del consumidor que no han sabido prever las empresas. A este escenario se le une un nuevo actor: faltan transportistas. Europa necesita 400.000 y España, en concreto, 15.000. Una realidad que ha sacudido a muchas empresas, entre ellas a McDonald’s, que hace menos de dos semanas presentaba unos resultados de facturación muy positivos para su compañía.
«¿Pero cómo puede no haber comida en un McDonald’s?», se preguntó sorprendido un cliente al enterarse de que el establecimiento había cerrado por falta de algunos alimentos. Una situación casi ficticia que provocó chascarrillos entre algunos de los allí presentes: «Esto parece el casino, en lugar de comida, te dan dinero por la ventanilla». La razón de este imprevisto fue, según uno de los encargados del local, por «falta de alitas de pollo«. En principio, tenía que venir el camión «ese día» con el suministro de pollo y «no llegó». Ante el imprevisto, tuvieron que pedirle a «otro restaurante» (de la misma cadena) que les abasteciera por su falta de stock. Pero lo de este local no es un caso asilado. Así, en todos los establecimientos a los que La Información ha tenido acceso -entre Madrid, Barcelona y Valencia- sus trabajadores han afirmado, sin paliativos, que «nos estamos quedando sin pollo«.
«Hemos quitado algunos productos de pollo de las pantallas para que el cliente no lo vea», dice una encargada de un establecimiento de la zona noroeste de la capital, que prosigue: «Si una persona nos pregunta en el mostrador por este, pues nosotros se lo damos». Un escenario que asegura que llevan sufriendo desde hace «un mes y medio». En Barcelona, una empleada asegura que se puede estar debiendo a que «hemos cambiado de distribuidor», pero añade que «si un cliente intenta comprar bolitas de pollo no las va a encontrar«. Una descripción parecida cuentan en un McDonald’s de Valencia: «Hay que abastecer de pollo a más de cuatrocientos locales y no hay para todos». Por último, en otro de los establecimientos de esta marca consultados, su encargado explica el problema que viven: «Antes nos venían cada lunes y jueves diez cajas de pollo; pues ahora nos están viniendo siete».
Ninguno de los trabajadores sabe la razón por la que McDonald’s no tiene pollo, aunque todos lo achacan a la actual crisis de suministros. Sin embargo, parece que esta carestía de producto estrella de la cadena de restauración norteamericana la están padeciendo solos. Así, otros lugares especializados, como las pollerías de barrio -donde, además, argumentan que el precio sigue estable- o el gigante KFC (Kentucky Fried Chicken), rechazan que tengan este problema.
Esta crisis que parece estar atravesando la compañía hace que todos los focos viren a una fábrica situada en la provincia de Toledo, donde se encuentra Osi Food Solutions, uno de los proveedores más relevantes de carne y pollo de McDonald’s dentro de España. Sin embargo, a partir de aquí todos son interrogantes: ¿Están teniendo problemas de abastecimiento las fábricas que suministran pollo a la cadena?, ¿Hay falta de transportistas que generan retrasos en los encargos y que, por ende, no lleguen estos a tiempo a las franquicias?, ¿Todo el pollo procede de España o hay parte de origen europeo, asiático o norteamericano? Muchas cuestiones que no han podido ser resueltas, ya que la compañía ha decidido guardar silencio ante las preguntas realizadas por La Información a lo largo de este miércoles.
Pero, quizá, este problema que ahora sufre la marca en España sea la continuación del preludio que ya se vivió en Reino Unido hace escasas dos semanas. Así, el Daily Mail publicó el pasado 29 de octubre que la cadena de comida rápida se quedó «sin Chicken Legends» (una hamburguesa de pollo). Y la conclusión a la que llegó el propio periódico británico fue la actual crisis de suministros. Además, adjuntó tuits donde los clientes expresaban su ‘ira’ al ver cómo este producto había sido retirado del menú de reparto.
El silencio de McDonald’s España coincide con campañas de publicidad que parecen disimular esta escasez de pollo que estaría sufriendo en sus establecimientos. Entre ellas destaca el anuncio de su última hamburguesa de carne, Big Good, un producto «creado para ayudar», ya que se nutre de «ingredientes de productores locales afectados por la crisis de la Covid», o la hamburguesa, también de carne, del chef Dani García. Campañas que invitan a pensar que lo que se busca es que el cliente se olvide, al menos por un tiempo, del pollo.