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La comunidad sienta las bases para posicionarse como un referente español en I+D+i y basar su crecimiento económico en el conocimiento.
El tejido innovador de Andalucia se ha erigido en uno de sus principales pilares para afrontar la recuperación de la región tras la crisis generada por la pandemia. El consejero andaluz de Transformación Económica, Industria, Conocimiento y Universidades, Rogelio Velasco, ha dejado claro durante este ultimo ao la importancia de abandonar viejas recetas para apostar por un modelo de desarrollo económico asentado en el conocimiento y la innovación, y de promover la I+D+i como palanca de cambio.
Una estrategia para la que su Gobierno ha puesto a disposición de universidades y de entidades públicas y privadas 238 millones de euros en ayudas. La finalidad es reforzar un tejido que ya cuenta con puntos fuertes, pero que precisa ser apuntalado para adaptarse a una actualidad repleta de cambios.
A da de hoy, este ecosistema innovador cuenta con el apoyo de 10 universidades públicas, cerca de 30.000 investigadores y 2.291 grupos de investigación. Muchos de ellos están distribuidos en los 11 parques tecnológicos que alberga la comunidad, con mas de 1.300 empresas instaladas, as como en sus 18 centros tecnológicos.
Entre los de mayor peso se encuentra el Mlaga TechPark, un entorno de ms de 220 hectáreas que acoge a 621 empresas y 20.345 trabajadores de ms de 30 nacionalidades. Su contribución al PIB de la ciudad asciende al 20%.
Tal como explica su director general, Felipe Romera, esta institución «quiere competir con otros polos europeos«, con un modelo que basa buena parte de su funcionamiento en la colaboración para impulsar la actividad de empresas innovadoras relacionadas con inteligencia artificial, blockchain o ciberseguridad. La Universidad de Málaga es uno de sus principales partners, que ademas tiene un papel predominante en el uso de estas tecnologías.
As, Málaga TechPark «forma y ofrece personal cualificado a las empresas que lo necesitan«, indica. De igual forma, añade, «los proyectos conjuntos entre la universidad y las compañas cuentan con el Instituto Ricardo Valle de Innovación (IRV) como organismo intermedio en la gestión de infraestructuras e investigadores de la ciudad».
A juicio de Romera, la visibilidad internacional del centro, «el estado de animo positivo de la ciudad» y el disfrutar del apoyo de asociaciones como la Internacional de Parques Científicos y Tecnológicos y reas de Innovación (IASP, por sus siglas en ingls) lo convierten en un modelo clave de innovación que «deberá extrapolarse a otras provincias» andaluzas, dice.
UN CLSTER DE I+D+I
A falta de que eso pueda producirse, un actor clave que funciona como aliado estratégico de innovación para dar soporte a todo la región es la Corporación Tecnológica de Andalucia (CTA). Se trata de una fundación privada promovida por la Junta de Andalucia, que esta integrada por mas de 150 empresas de todos los tamaños y sectores. Según detallan desde este clister, su papel tiene diversas lineas de actuación, entre las que se incluyen la de ayudar a las empresas a planificar estrategias de innovación: «Desde identificar sus necesidades de I+D+i a formular proyectos o la búsqueda de socios y la financiación necesarias para llevarlos a cabo«, expresan desde el ente.
La Corporación ya ha financiado 722 proyectos de I+D+i empresarial con 178 millones de euros en incentivos. Según precisan, «mas de 94 millones se han subcontratado a 355 grupos de investigación de universidades y centros públicos de investigación andaluces». Desde su creación en 2005, la CTA se ha convertido en un socio de referencia y catalizador de proyectos internacionales, tanto dentro como fuera de la UE. A nivel comunitario, desde la entidad concretan que participan en mas de 25 iniciativas financiadas por la Comisión Europea en reas cruciales como la economía azul, la digitalización agro o la bioeconoma circular.
En ese objetivo de innovar por y para la sostenibilidad, las universidades de la región también cumplen un papel fundamental. Por ejemplo, el campus de la Universidad Pablo Olavide (UPO) dispone de los laboratorios BioFunLab, DendrOlavide y la Instalación Experimental de Cambio Climático (IECC), cuyo propósito es conocer el estado global de la biodiversidad del suelo y entender el efecto del cambio climático en los ecosistemas.
La UPO destaca por su capacidad para atraer talento en forma de personal investigador, tanto senior como emergente, en todas las categorías: Ramón y Cajal, Beatriz Galindo, Marie Curie, European Research Council o Juan de la Cierva. Este hecho refuerza el papel de esta universidad en el sistema innovador andaluz, que busca convertirse en un ecosistema de referencia en España durante los próximos años.
‘START UP’ COMO MOTOR DE CAMBIO
En esa carrera por la innovación que Andaluca ha iniciado, una de las principales metas es convertir a las empresas emergentes en un motor de desarrollo. Para conseguirlo, una de las grandes bazas es Andaluca Open Future, un programa de colaboración público-privada de emprendimiento basado en la innovación tecnológica. La iniciativa cuenta con el respaldo de la Junta de Andaluca, Telefnica y los ayuntamientos de Málaga, Almera y Córdoba, ciudades que aspiran a erigirse en nuevos viveros tecnológicos.
A través de Andaluca Open Future, las 24 start up seleccionadas este año –compuestas por 164 emprendedores- podrán participar en actividades de networking y acceder a oportunidades de financiación. Según explican sus organizadores, «el principal reto es aprovechar la gran oportunidad que nos brinda el momento actual para afrontar los cambios de los modelos de negocio que se van a producir».
Y para eso, agregan, la comunidad andaluza «cuenta con las mejores infraestructuras de Europa y eso es la clave para la digitalización y para que el ecosistema se haga mayor en menos tiempo». Estas start up desarrollan productos innovadores en sectores estratégicos como el turismo inteligente, la salud digital, la tecnología financiera, el retail o el denominado smart agro.