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Hay quien sostiene que el COVID vino a cambiar el mundo para siempre, es probable que en algunos aspectos tengan razón quienes así lo piensan, pero en lo particular soy de la idea de que sólo vino a revolucionar el cambio, es decir, apresuró un nuevo modelo de vida, una nueva relación con la madre tierra y dejó ver lo podrido que la humanidad, o cuando menos lo que las últimas generaciones le han ofrecido al mundo. De tal suerte que, por donde se quiera ver el modelo en el que vivimos es ya impugnable.
El modelo económico que sostiene al mundo, y me refiero al que hace ingresar y egresar dinero a los Estados y estos a su vez hacer comercio internacional, para no meterme en ideologías, y que por supuesto predomina el capitalismo, venía apuntando desde hace años a desdeñar la mano de obra y sustituirla por hora máquina, remplazar todos aquellos oficios que la tecnología ha superado, y dejar a millones de obreros (para englobar a todos los trabajadores) desempleados y a los patrones o dueños de los medios de producción obligados a adquirir tecnología de punta. Pero incluso aquellos trabajadores que por su perfil encuadren en el nuevo modelo laboral a distancia, también llamado “home office” son presa de la voracidad del esquema, ya que suprimen derechos humanos y laborales conquistados con sangre y sudor en el pasado, y la explotación, aunque no sea presencial lo es porque la dinámica del pago se basa en el destajo, tantos productos me entregas, tanto es tu salario. Lo que para los millennials parecía hasta hace unos años un modelo ideal para su desprendida forma de vida, mas alivianada que el resto, pareciera que no es el sueño hecho realidad que pensaron y que si no dan la batalla desde ahora para ser respetados cuando menos en lo básico, el modelo se los va a tragar y siempre habrá mano de obra en los países del sudeste asiático, dispuestos a hacer el mismo trabajo a menor costo (un ejemplo más burdo de explotación laboral), pero este nuevo esquema trae consigo un problema fundamental, el trabajador con su salario, también es un ingreso para el gran capital, al final las grandes tiendas de super mercados que venden todo tipo de abarrotes, se han adueñado del grueso poblacional con un mediano poder adquisitivo. La clase media derrama económicamente mucho más de lo que se piensa, opera aquí una lógica simple, son pocas las manos en el mundo dueñas del dinero, en comparación con el resto del orbe, es prácticamente nada, luego entonces, el millonario no puede vivir dos vidas, obviamente, y muchas de sus empresas subsisten por la nueva clase proletaria y/o clase media. Pongamos un ejemplo nacional, para pasar a la derrama porcentual por clase:
En México, dos de los hombres mas ricos del mundo, han construido su riqueza a partir de la clase trabajadora, una más humilde que otra. Salinas Pliego ha medrado y lucrado con la pobreza y necesidad de la gente otorgándole créditos casi vitalicios y con intereses muy altos. Y por otro lado Carlos Slim es el gran prestador de servicios de la clase proletaria, TELMEX sigue siendo el principal proveedor de telefonía fija, móvil y de internet; a la vez, grupo CARSO tiene tiendas departamentales que también otorgan créditos. Para finalizar con un ejemplo internacional.
Los hombres mas ricos del mundo, en su gran mayoría venden algún producto para la clase trabajadora, y con clase trabajadora me refiero a aquella que, cumpliendo con su satisfacción biológica, puede satisfacerse con entretenimiento, por ejemplo.
1.-Jeff Bezos. … (ventas por internet)
2. Bernard Arnault (y su familia) …
3.-Bill Gates (ventas de computadoras y otros productos).
4.-Warren Buffett.
5.-Amancio Ortega (venta de ropa).
6.-Mark Zuckerberg (venta de anuncios en redes sociales).
7.-Larry Ellison.
8.-Carlos Slim Helú (telefonía y tienda departamental).
¿Cómo sacar de la desgracia que vive el mundo algo positivo, cómo hacer que la revolución que ya comenzó y de la cual no se tiene ni idea de sus alcances nos haga una mejor sociedad global?
El virus ha provocado esbozos de buena voluntad y empatía en lo general. Desde los que menos tienen hasta los grandes industriales han dado visos de comprender el tamaño del problema que tenemos encima. Una vez que pase la tormenta y el mundo se esté reconstruyendo, debe ponerse como una de sus columnas sobre las que se ha de cimentar el nuevo mundo, encaminar todos los esfuerzos hacia mejorar la vida de las personas, que la tecnología sea para desarrollar la vida y no se vaya la vida de las personas para crear tecnología que devasta el planeta, y que, debido a esa voracidad en parte, tenemos lo que hoy padecemos con esta pandemia.