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La pandemia del coronavirus generó muchos cambios en el universo de la moda. La necesidad de adaptarse a una nueva normalidad no sólo replanteó los viejos hábitos de consumo, sino que también funcionó como un llamado de atención sobre el impacto del accionar humano en el mundo al generar una mayor conciencia sobre la importancia de la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente.
Así, cada vez más consumidores se sumaron a la tendencia de comprar ropa de segunda mano (o prendas con “segundas oportunidades”, como se las suele nombrar) para abonar la idea de la economía circular. En el caso particular de Argentina, el fuerte aumento de precios que sufrió el sector de la indumentaria y el calzado llevó también a que cada vez más personas se volcaran a esta modalidad de consumo.
Según informó el pasado mes de abril el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), la inflación acumulada de 2020 en el rubro de Prendas de vestir y calzado en Argentina fue del 60 %, convirtiéndose así en los productos con mayor variación de precios en dicho año.
“En Argentina hay cada vez más adeptos a esta forma de consumir, de prendas de segunda mano, tanto por razones económicas como por razones ecológicas. También notamos una mayor cantidad de personas dispuestas a vender lo que ya no usan. En este sentido, la pandemia pudo haber brindado tiempo en el hogar para ordenar y seleccionar prendas para vender y también porque es una manera de obtener dinero en el momento”, explicó en diálogo con FashionNetwork.com Brenda Andersen, una de las fundadoras de Cocoliche, un proyecto de venta de prendas de segunda mano especialmente seleccionadas.
Fundada en 2013 por las amigas Brenda Andersen y Constanza Darderes, Cocoliche tiene actualmente una tienda en la ciudad de Buenos y dos en La Plata. El inicio de la pandemia en el país, en marzo de 2020, fue duro para la marca porque debieron cerrar los locales físicos y no tenían un e-commerce propio.
“Estábamos acostumbradas a recibir todos los días a cientos de personas en cada tienda para comprar y vender ropa y de repente tuvimos que repensar todo nuestro negocio para que pueda seguir funcionando. En ese momento, vimos la oportunidad de abrir una tienda online, que sigue creciendo mes a mes con envíos a todo el país”, contó Andersen. Hoy, la tienda online de Cocoliche representa el 25 % de sus ventas globales y continúa creciendo con el paso del tiempo.
Algo similar le sucedió a la emprendedora Romina Pigretti, quien vio en la pandemia una nueva oportunidad y fundó The Web, una marca argentina de e-commerce de moda circular que reúne piezas de diseño únicas de reconocidas marcas nacionales e internacionales.
Antes de la pandemia, Pigretti llevaba adelante New Rent Dress, la primera tienda de alquiler de vestidos de lujo de Argentina, un negocio que aún sigue en pie, pero que debió ponerse en pausa por la falta de fiestas y encuentros sociales a raíz de las restricciones sanitarias por el coronavirus.
“The Web está funcionando muy bien. Nuestro valor agregado es la minuciosa selección que hacemos de la ropa usada que vendemos. Son prendas más bien de colección, es un sitio de moda, que marca la diferencia por la calidad de los productos”, detalló Pigretti en entrevista con este medio.
Para Pigretti, gran parte de este impulso a la indumentaria de segunda mano se dio gracias a las generaciones más jóvenes. “La industria de la moda es la segunda mas contaminante del planeta y creo que la gente joven es muy consciente de esto, y si se puede comprar algo a un mejor precio con ciertas conciencia y deshacerse de lo que no usa es como una nueva unidad de negocio, lo que llamamos economía circular. Sigue teniendo cosas buenas reutilizando lo que ya no usa por diferentes motivos, es una especie de trueque”, explicó.
Un nuevo público dispuesto a las segunda oportunidades
Aunque cada negocio tiene su modo de operar, por lo general las tiendas de segunda mano de Argentina funcionan de tres maneras: comprando directamente la ropa que llevan las personas, tomándola en consignación o pagándola con crédito para comprar otras prendas dentro de la tienda. Cada firma establece sus comisiones y tiene sus requisitos sobre qué ropa se acepta y cuál no.
Mientras algunas como The Web apuntan a un producto bien de moda y de marcas reconocidas, otras, como Juan Pérez, decidieron avocarse al universo vintage. Al mismo tiempo, lo que van a buscar los clientes varía mucho de local en local.
Desde Cocoliche, por ejemplo, destacan que al comienzo de la pandemia los clientes se volcaron a las prendas más sport, bien cómodas, y que con el paso de los meses se retomó la compra de prendas de vestir como blazers, jeans o monoprendas.
Pigretti, por su parte, cuenta que en The Web se venden productos de uso cotidiano pero con un concepto bien de moda como chaquetas, abrigos o jeans. “Nuestras clientas a veces piensan que es más canchero tener algo de marca de temporadas anteriores antes que ir a comprar lo que está colgado en los shoppings. Además, por la crisis, en The Web tienen la posibilidad de adquirir muy buenos productos de marca, como camperas de cuero o carteras, a un precio más económico”, agregó.
En cuanto a la perspectiva del negocio para el futuro, ambas emprendedoras confían en que la ropa con “segunda oportunidad” seguirá creciendo. “La moda sostenible es la moda del futuro. Creemos que, a la vez que las personas van a hacer circular y vender lo que ya no usan, se van a generar otras formas rentables de producir prendas con menos consecuencias negativas en el planeta”, finalizó Brenda Andersen.