Crédito: fuente
Valentín estaba emocionado de hacer un nuevo viaje. Aunque sale del país frecuentemente había sopesado con mucho cuidado todas las ventajas de tomar un crucero: no tendría que estar corriendo a distintos aeropuertos cada dos o tres días, subiendo y bajando de aviones, ni haciendo ni deshaciendo el equipaje constantemente, como le había ocurrido en otros recorridos multidestinos anteriores. Además, las promociones del Buen Fin en las tiendas departamentales habían hecho la compra del viaje muy atractiva en cuanto a precio y facilidades.
La salida de su crucero de 11 días por varios destinos de Japón y Corea del Sur estaba programada para el 21 de abril, pero antes de embarcar en Yokohama, él y su compañero de viaje tenían planeado pasar unos días en Tokio. Ya habían estado ahí en una visita relámpago, así que la capital japonesa se les antojaba para mucho más y por eso programaron esos días aparte del crucero. Cuando decidieron añadir esos días al itinerario, ya no eran fechas del Buen Fin y no había promociones, así que gestionaron los vuelos a través de American Express y las estancias en Hoteles.com, para aprovechar sus programas de lealtad.
La emoción del viaje se convirtió en preocupación cuando empezó a escuchar las noticias sobre la aparición del coronavirus a principios de año. Este suceso llamó su atención por la relativa cercanía de Japón con China. «Yo contacté a la naviera porque estaba un poco temeroso de lo que estaba pasando, sobre todo porque era en Asia, a pesar de que apenas era principio de año y faltaba entonces aún mucho tiempo para viajar. Me dijeron que por el momento, no tenían contemplado ni cancelarlo ni posponerlo, y que si ya no quería viajar, tendría que pagar una penalización», cuenta Valentín. Además le informaron que, dado que él había adquirido el crucero por vía de una agencia de viajes de una prestigiada tienda departamental, todo el trato tendría que ser a través de ellos y no con la naviera.
Así las cosas el 13 de febrero la agencia de viajes le envió un correo electrónico —que se fue a spam— avisándole que el crucero había sido cancelado. Sin embargo, él se enteró de dicha cancelación unos 10 días después, y solo como resultado de sus propias pesquisas. «Me metí a la página de la compañía de cruceros para ver si había alguna novedad y ya no vi mi viaje programado. Hablé por teléfono y me dijeron que efectivamente estaba cancelado; ahí fue cuando me metí a mi buzón de spam y descubrí el correo de la agencia, solicitando que contactara con el intermediario para ver qué quería hacer, cosa que por supuesto hice, pero hasta ahorita no me han regresado un peso», dice.
A decir de Valentín la agencia asegura que la compañía de cruceros no les ha reembolsado el dinero de los clientes y, por esta razón, ellos a su vez no han podido regresar el dinero. «ANA, la aerolínea por la que volaría de CDMX a Narita (aeropuerto de Tokio), me reembolsó la totalidad del costo del boleto a mi tarjeta; esta gestión la hice a través de la otra agencia sin mayor problema. De igual manera todas las estancias de hoteles -previas y posteriores al crucero- que tenía pagadas, me las reembolsaron en una semana, sin conflicto alguno. Solamente la agencia a través de la cual adquirí el crucero se ha retrasado todos esos meses», asegura.
«Me ofrecieron aplicar lo ya pagado en otro viaje pero, con esta inseguridad, la verdad no estoy pensando en más viajes que los que ya tenía programados. Otra opción fue la de regresar el monto del costo del crucero como saldo a mi favor en la tarjeta de la tienda departamental, pero yo quiero mi dinero, no crédito para compras», añade.
«No solo se han tardado tres meses y medio en reembolsar, sino que ya que lo hagan, tengo que esperar aproximadamente otro mes más para disponer de mi dinero. Es un viaje de casi 180 mil pesos, no es cualquier cosa…»
Respecto a otro crucero de 12 días en el Már Báltico (comprado con otra agencia) que tiene programado para agosto de este año, y que aún no se ha cancelado ni modificado por la naviera, Valentín asegura sentirse inseguro de viajar: «Casi, casi estoy haciendo changuitos para que me lo cancelen. Me da miedo el virus y que voy solo, si llegara a pasar algo ¿te imaginas?». De acuerdo con él le han estado llegando correos electrónicos en los que varias navieras aseguran que volverán a operar normalmente a partir de junio, por lo que no le extraña que no se haya cancelado el crucero programado para agosto.
A pesar de estos inconvenientes las ganas de viajar siguen ahí y está deseando que todo vuelva a la normalidad para volver a hacerlo. «Por supuesto que viajar ahora ya no será como antes, yo, por lo pronto, tengo pensado tomar muchas más precauciones, por lo menos hasta que exista una vacuna contra el Covid-19. Cada vez que viaje en avión lo haré con cubrebocas y traeré conmigo gel antibacterial y desinfectante en spray. Lo usaba ya para el baño, pero ahora lo usaré también en mi asiento», asegura.
Por otra parte opina que las empresas turísticas seguramente están conscientes de la situación y deben tranquilizar a los viajeros. «A ellos no les conviene que dejes de viajar, por lo que deben asegurarte que están cumpliendo con todas las medidas de higiene requeridas. En cuanto a mí, pienso pedirle a las camaristas que desinfecten mi habitación de hotel cuando yo pueda ver que lo están haciendo, por lo menos en los viajes que haga hasta que dejemos de oír de nuevos contagios de Covid-19», dice.
Valentín añade que, aun cuando la mayoría de la gente decidió no desplazarse durante esta contingencia para evitar la propagación del coronavirus, los viajes en realidad no se cancelaron, sino que solo se pospusieron. «Ocurrió algo curioso: antes y después de abordar el crucero por el Báltico, planee pasar unos días en Ámsterdam; por razones que no vienen al caso, no alcancé a reservar mi hotel en esa ciudad antes de la contingencia. Cuando quise hacerlo ¡no había disponibilidad! Los hoteles en Ámsterdam están llenos para esas fechas y con precios bastante elevados, lo cual quiere decir que quien pensaba ir en primavera y verano y ya no pudo, simplemente movió su viaje para más adelante», afirma.
Concluye diciendo que no cree que la gente vaya a dejar de viajar por culpa del coronavirus, «los viajes no serán como antes, por lo menos en un principio, habrá más precauciones y situaciones de ese tipo, pero creo que eventualmente todo volverá a la normalidad y nos moveremos tanto como lo hemos hecho siempre. Eso sí, estoy convencido de que situaciones como ésta se repetirán; la única ventaja es que ya no nos tomarán tan desprevenidos».