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Cuando dos hermanos estadounidenses se dieron cuenta hace unas semanas de una tendencia de consumo, establecieron su estrategia de operaciones. Los dos hermanos se recorrieron la zona en la que viven comprando todas las botellas de hidroalcohol disponibles y acumulando material similar en una de las zonas de almacenaje de la casa de uno de ellos. Ambos funcionan como revendedores en internet, usando Amazon y eBay como plataformas para vender, centrándose en aquellas cosas que están de moda. En las semanas de captación de material fueron acumulando 17.700 botellas de gel limpiador de manos.
Las hubiesen revendido, si no hubiese sido porque Amazon cerró el margen de maniobra a quienes se estaban beneficiando del pánico al coronavirus y de las compras de productos de higiene con amplios márgenes de beneficio. Los dos hermanos se encontraron así, de un día para otro, con miles de botellas de gel antibacteriano, con toallitas limpiadoras y productos similares que se acumulaban en su casa, sin saber cómo iban a venderlos. Cuando The New York Times habló con ellos y publicó su historia (lo que los hizo famosos para mal en la red), estaban pensando en donarlos (según se publicaba en Twitter, las autoridades estadounidenses también se habían empezado a preguntar por ellos).
La historia se ha hecho viral porque los dos hermanos – y no eran los únicos – se estaban intentando aprovechar del pánico en una crisis sanitaria (aunque ellos no acababan de verlo así). Cuando Amazon anunció en EEUU que bloquearía este tipo de comportamiento por parte de sus revendedores, como publicaba el Times, lo hizo señalando que las reventas con amplio margen de beneficios de este tipo de productos no solo eran algo «no ético» sino también una violación de sus normas y «en algunas áreas, ilegal».
El gigante del ecommerce no era el único que había tenido que enfrentarse al problema y otros gigantes del ecommerce en el país, como señalaba la crónica del Times, habían tenido que hacer bloqueos a vendedores terceros que estaban haciendo caja con la situación.
En este caso, que la situación es inmoral y posiblemente ilegal (en España, por ejemplo, no hay que olvidar que una de las medidas del estado de alarma ha sido la de poner a disposición del ministerio de Sanidad todo el material sanitario) es algo que se ve de una forma bastante clara, pero lo cierto es que estos compradores, por más o menos escrúpulos que pudiese parecer que tenían, estaban siguiendo un comportamiento muy habitual en los tiempos del ecommerce. Estaban haciendo lo que se conoce como retail arbitrage y que no es nada extraño. Es, de hecho, lo que hace que cada Navidad se pueda acabar encontrando el juguete de moda a precios de infarto en canales de venta online.
Compradores de oportunidades
Los compradores de oportunidades, como los llama el Times, se centran en eso. Buscan la tendencia de consumo antes de que explote, compran los productos vinculados (sean los que sean, pueden ser por ejemplo juguetes o ediciones especiales de cereales) y luego los revenden online con un margen de beneficio importante. La práctica es, de hecho, material para no pocos tutoriales y vídeos de YouTube en los que explican cómo hacerse con las ideas detrás de ella y cómo sacarle el mayor provecho posible.
Para las marcas, eso sí, la situación es compleja y no muy positiva, porque muchas veces este tipo de comportamientos pervierten las ventas (por ejemplo, con productos que tienen una tirada limitada) y también hace que pierdan el control de lo que venden, a quién y cómo. Algunas empresas implementan ya ciertos límites y controles para intentar evitar que se produzcan este tipo de comportamientos.
En momentos clave, como este, en el que los revendedores intentan hacer caja con productos especialmente sensibles, los propios consumidores actúan además como una suerte de policía. Como señalaba una consumidora en el artículo del Times, lo que estaban haciendo los vendedores le parecía «egoísta».