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“La gente se ha vuelto idiota. La psicosis sí que nos va a matar y no el maldito coronavirus. Al final, esto del COVID-19 es como una gripe. Es más contagioso, sí; pero también menos letal. Además, solo tiene efectos graves sobre las personas muy mayores con problemas coronarios”. Esto lo repetía como un mantra cada vez que alguien sacaba a relucir el tema del dichoso virus, cuando aparecieron los primeros casos de infectados en España.
Por aquel entonces, nuestros cuasivecinos italianos ya habían tomado duras medidas de contención tras una oleada de contagiados, pero ¿por qué iba a estar preocupado cuando las autoridades sanitarias y los medios repetían machaconamente que no había ninguna razón para alarmarse? ¿Cómo iba a tomar medidas de precaución cuando los políticos y los líderes de opinión nos alentaban a participar en carnavales, manifestaciones y demás eventos masivos? ¿Por qué iba a temer a un enemigo que no se huele, no se toca y no se ve?
Sin embargo, de la noche a la mañana, lo que parecía una crisis pasajera se convirtió en una pesadilla que ha quebrado empresas, echado a la calle a cientos de miles a trabajadores y sembrado el caos y la muerte en un país que presume de tener una de las mejores sanidades públicas del mundo.
En el momento en el que escribo estas líneas, ya hay más de 20 mil infectados y mil muertos en un país que tiene un tercio de la población mexicana. Ministros, deportistas de élite, personajes de la farándula y ciudadanos de a pie: nadie se ha escapado de las garras de un virus que parecía una gripe más y ahora se ve como un jinete del apocalipsis. Todo ello en menos de tres semanas desde que se detectó el primer caso de contagio. Y, según todos los pronósticos, estas cifras se seguirán multiplicando al menos durante una semana más.
Fuente: Bloomberg
Parece que ha ya ha llovido una eternidad desde que el pasado 21 de marzo el gobierno español obligase a todos los ciudadanos a mantenerse encerrados en sus casas, salvo para adquirir alimentos o medicinas, acudir al puesto de trabajo, atender situaciones de fuerza mayor como puede ser el cuidado de personas mayores o sacar al perro (¡!).
Las restricciones también incluyeron el cierre temporal de gimnasios, bares, restaurantes, cafeterías y cines, entre otros muchos negocios. A estas inauditas medidas hay que sumar otras que se aprobaron poco antes, como el cierre de todos los centros educativos, la restricción de vuelos o un mayor control fronterizo.
Hoy sábado, una semana después de la imposición de la cuarentena, hay pocos motivos de celebración. A pesar de que los españoles, al igual que los mexicanos, somos muy dados a compartir memes divertidos por grupos de WhatsApp y a tomarnos la vida con humor, lo cierto es que ya casi nadie duda de la gravedad del asunto: el que no se ha visto afectado directamente, tiene algún familiar o allegado que sí lo está, bien sea porque ha perdido el trabajo o porque se ha contagiado.
De golpe y porrazo, los españoles nos hemos visto obligados a cambiar nuestros hábitos y costumbres. Los guantes de plástico y los geles antibacterianos se han convertido en complementos indispensables. No se puede decir lo mismo de las mascarillas, pero no por falta de demanda, sino por escasez de oferta: estos ojos aún no han podido encontrar ni uno.
Eso sí, lejos de lo que dice algunos bulos (fake news) virales , el papel higiénico sigue abundando en los supermercados, así como los productos de alimentación y de higiene básicos.
Luego están todos los problemas derivados de estar encerrado entre cuatro paredes. La monotonía, la falta de espacio y la convivencia total con cónyuges/compañeros de piso (departamento) empiezan a hacer mella psicológica en algunas personas.
Quizá por ello todavía a día de hoy algunos se atreven a salir a la calle sin intención de comprar alimentos, ir al trabajo o pasear al perro, aun a riesgo de ser insultado desde la ventana por algún vecino o, lo que es peor, recibir una cuantiosa multa que le puede incluso acarrear penas de cárcel.
Pero si bien el confinamiento no resulta agradable, menos lo son las noticias que nos llegan desde los medios que hablan de hospitales colapsados donde se deja morir a los pacientes más mayores para poder atender a los jóvenes, residencias de ancianos que parecen morgues y empresas que cierran dejando a familias sin ingresos y sin posibilidades de encontrar un nuevo trabajo.
Fuente: Bloomberg
Pese a este panorama tan sombrío, también hay motivos para sonreír. Cada día a las 20:00, los vecindarios de toda España salen a sus balcones a aplaudir para reconocer de forma simbólica la labor del personal sanitario y de los trabajadores que siguen suministrando servicios básicos.
Acto que posteriormente se suele acompañar de un repertorio de canciones motivacionales, en el que nunca falta “Resistiré”, del Dúo Dinámico. Una bonita liturgia que sirve para hermanar y concienciar a la gente de que, si todos nos quedamos en casa y respetamos las normas de precaución, saldremos de esta crisis más fuertes.
No, no era una simple gripe. La realidad nos ha abofeteado a mí y a todos los que dudábamos de la gravedad de este nuevo virus.
Amigos mexicanos, no comentan los mismos errores que nosotros hace dos semanas o que Italia hace cuatro. En vuestra mano, lectores mexicanos, está cambiar el destino de vuestro país. Porque, no lo dudéis, esto lo destruiremos o lo construiremos entre todos.
*El autor es un periodista español radicado en Madrid
Fuente: Bloomberg