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Todos hablamos de lo mismo pero tal parece que no nos escuchamos unos a otros. Todos los médicos son expertos y todos nos dan su versión sobre el Covid y nos dicen que hacer, o qué no hacer.
Todos los investigadores encuentran trazos de fraude, engaño y corrupción, en las manos de quienes se supone que nos “cuidan” y me refiero al médico López Gatell.
Simultáneamente, muchos editorialistas, de todos los medios, incluso de los de izquierda, y me refiero a la revista “Proceso”, hablan pestes del gobierno de izquierda de López Obrador.
En una visión macro, pareciera que nuestro país está enfermo. Una vez se dijo que México padecía de diabetes pues era incapaz de disfrutar las cosas buenas de la vida, siempre nos la arreglamos para sabotearnos y siempre nos quedamos en la orillita de lograr el éxito.
Se ha pronosticado de México que pronto sería parte de las naciones desarrolladas, pero esto lo estamos esperando desde los años en que nos gobernó el otro López, el dibujante de caballos, el que entraba fácilmente en contacto con sus emociones y podía llorar enfrente del Congreso de la Unión. Desde esos años se decía que estábamos a punto de entrar en el círculo dorado de los países del primer mundo. Pero no sucedió. Seguimos siendo el líder económico de Latino América y simultáneamente un país tercermundista.
En eso, Nuevo León y los estados del norte, todos los que colindan con Estados Unidos, vivimos ese sueño pues nos esforzamos en ser mejores cada día. Somos la locomotora que arrastra al país, de la misma forma que México arrastra a muchos países de centro y sur américa con importaciones e inversiones.
Somos un país enfermo, no atino a saber si tenemos una neumonía, que nos impide respirar o si de plano un derrame cerebral, porque la parte de la toma de decisiones está incapacitada.
Como que no volvemos en si, como que estamos sedados esperando que baje la inflamación del cerebro o de plano requerimos una trepanación para ver que hay adentro. Aunque la mayoría de la población ya sabemos lo que hay adentro: No hay nada.
El cuerpo descerebrado sigue caminando porque el cuerpo sabe que tiene que seguir caminando, no puede parar, porque de eso depende vivir o morir, y el cuerpo sabe que todavía tenemos muchos sueños que cumplir.
Somos un país lleno de sueños y esperanzas. La mitad de la población son jóvenes menores de 30 años y la mitad son mujeres, en cuanto a género estamos en equilibrio. Ellos quieren ser felices como lo fuimos nosotros, ellos quieren construir un patrimonio para sus propios hijos, pero lo quieren hacer de distinta manera.
No quiero reconocer que les hemos fallado, todavía podemos hacer de este país uno que pueda volver a soñar y que no se conforme con poquito. Un país donde los mexicanos luchen por mucho, porque lo merecen. Que no tengan miedo al futuro, porque este López se tendrá que ir, con las manos repletas de dinero y prebendas, porque es igual de corrupto que todos los anteriores. No es diferente a los que insulta y denigra.
Lo único diferente somos nosotros, los mexicanos decepcionados que hemos aprendido una gran lección. Las palabras y promesas de la campaña son falsas y nunca más debemos creerles.
Busquemos a mexicanos honestos.
Morena ya nos demostró que entre sus filas no hay personas honestas. Nos demostró con hechos que atrajo a su gobierno a personas corruptas, de otro tiempo.
No son los partidos el camino del cambio, son las personas, somos los mexicanos honestos los que podemos cambiar el destino de nuestro país.
No perdamos la esperanza, hasta la próxima.
El autor es experto en comunicación corporativa y situaciones de crisis. Cuenta con un MBA del ITESM.
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