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«En estos meses de confinamiento había que tomar una decisión: hacemos como está haciendo todo el mundo, nos vamos de ERTE y paramos o aprovechamos la situación, confiamos en nuestro equipo -14 personas-, lo mantenemos y preparamos a la compañía para la que se avecina, que es una gran crisis económica, pero que, dependiendo de cómo la afrontes, puede convertirse en una oportunidad. Y ahí nos pusimos a pensar…» Edgar Díaz, cofundador junto a Daniel Fernández, de una startup asturiana especializada en energía solar fotovoltaica, SotySolar, refleja cómo las strartups españolas dedicadas a la energía se han ‘puesto las pilas’ con la pandemia y han decidido tirar hacia adelante con nuevos proyectos.
Fuentes del secyor cifran en cerca de 200 las empresas de este tipo que existen en nuestro país, muchas de ellas nacidas bajo el paraguas de las ‘grandes’ como Iberdrola, Enel, Repsol o Naturgy. Así nació también el ‘Netflix de la energía’ de SotySolar, con dos plantas para «sacar petróleo de la basura» en Guinea Ecuatorial y Colombia de Biofy, startup malagueña surgida de la Universidad de la capital de la Costa del Sol. O ideas sobre ‘jardines de la memoria’, una disruptiva idea de Bioo, una tecnológica barcelonesa que justo antes del confinamiento, a primeros de marzo, logró cerrar una ronda de financiación de 500.000 euros a través de socioinversores.com y que extrae electricidad de las plantas.
Por otro lado, Segula Technologies no es una startup ni es española. Es una gran empresa y es francesa, pero mantiene a 1.150 de sus 12.000 empleados en España, en 14 sedes distribuidas por todo el país. Está embarcada, desde principios de año, junto a Renfe, Enagas y Naturgy, en el ambicioso proyecto RaiLNG, con el que el sector ferroviario español pretende demostrar la viabilidad del gas natural licuado (GNL) como combustible de futuro en la explotación ferroviaria.
RaiLNG no sólo espera convertir a la industria ferroviaria y energética españolas en líderes en la introducción del gas natural como combustible alternativo en el ferrocarril de la Unión Europea, sino disponer de soluciones tecnológicas que a corto plazo le permitan mejorar la competitividad y sostenibilidad de sus servicios y, a medio plazo, ayudar a promover la ejecución de nuevos planes en los que se incluya el uso de GNL en todos los sectores de transporte de España. Segula participa en el proyecto desde su centro de excelenciua en Zaragoza para toda su división de ferrocarriles.
Igualmente, la compañía anunció a principios de año la creación de 600 puestos de trabajo para ingenieros en España… plan que parece que ha modificado algo la crisis provocada por la Covid-19. «La crisis nos ha obligado a revisar nuestras necesidades de contratación de profesionales, particularmente en los sectores automotriz y aeronáutico, donde la situación es complicada. Sin embargo, seguimos siendo muy activos y tenemos perspectivas positivas en otros sectores, como el ferroviario o el energético, en particular en el campo de las energías renovables, a través de nuestra presencia y experiencia en energía eólica», ha señalado a La Información, Thibault Neu, jefe de proyecto de Investigación y Desarrollo de Almacenamiento de Energía y Energías Marítimas.
Segula Technologies también busca socios industriales inversores, entre los que podrían entrar varias firmas españolas, para su proyecto REMORA, de almacenar energía renovable, procedente de instalaciones eólicas, en el mar mediante una tecnología de aire comprimido, que ha creado en colaboración con la universidad de Nantes (Francia). Proyecto en el que tendrá participación la división de excelencia eólica de la compañía en España, que se encuentra en Pamplona.
Pero estábamos con el innovador producto que ha lanzado tras la pandemia la empresa asturiana del comienzo. «Desde SotySolar hemos detectado que cada vez más familias, comunidades de vecinos y empresas se interesan por el autoconsumo fotovoltaico, no sólo por el ahorro económico y revalorización de la vivienda que les supone, sino que además les mantienen al margen de las subidas de las eléctricas y contribuyen a crear un mundo más sostenible. Sin embargo, el desembolso económico inicial y el tiempo de amortización suponía un freno en muchos casos. Hemos encontrado la solución y ya es posible pasarse al autoconsumo sin ningún tipo de atadura ni inversión», explica Edgar Imaz.
Hasta ahora, una instalación fotovoltaica para el autoconsunmo en un hogar como las que instala SotySolar costaba un mínimo de 3.500 euros; ahora, con esta solución innovadora ‘estilo Netflix’ uno puede tener instaladas las placas en su casa por una cuota fija de 23 euros al mes, independientemente del consumo, sin permanencias, y tras 20 años te regalan la instalación. El producto, que acaba de ser lanzado la mercado, cuenta ya con 100 peticiones de ‘suscripción’ en toda España e inmediatamente SotySolar va a empezar a hacer las primeras instalaciones, también completamente gratis.
En resumen, este producto no requiere inversión de entrada ya que la compañía corre con todos los gastos de la instalación; no hay ninguna permanencia ni penalizaciones: el cliente puede darse de baja cuando lo desee sin coste alguno. La instalación solar a medida totalmente incluida: SotySolar instala sin ningún coste el número de paneles adecuados en función de su consumo y dejan todo listo para que empiecen a generar la energía que luego consumirán y verterán a la red. Si el técnico tiene que ir en persona por alguna avería, no se cobra nada, todo está incluido en la cuota; gestionan e instalan una batería si lo desea el cliente: facilitan que se independicen al máximo posible de la red eléctrica y gestionan todos los permisos necesarios para la instalación. SotySolar, que tiene más de mil clientes por toda España, operan en todo el territorio excepto en Ceuta y Melilla, nunca ha recurrido a rondas de financiación y siempre, desde su creación, se ha nutrido de fondos propios. «Buscamos dar el impulso definitivo a la energía solar fotovoltaica en nuestro país con una propuesta apta para que todo el mundo pueda escoger ahorrar mediante energía verde. Nuestro modelo no exige ningún compromiso al cliente, ni desembolso inicial de ningún tipo, ni permanencia ni penalización si deciden darse da baja en cualquier momento», destaca Daniel Fernández.
Biofy es una ‘spin-off’ surgida de la Universidad de Málaga que condigue sacar petróleo, fuel-oil, bajo en azufre del plástico. De cada 10 kilos de residuos plásticos, de buena calidad, son capaces de sacar casi 8 litros de fuel-oil, aunque si hablamos de residuos urbanos, sacan medio litro de fuel de cada kilo de plástico. «Solo con los residuos plásticos que hay ahora mismo en los vertederos en España, y sin tener en cuenta lo que se genera anualmente, se podrían obtener 185 millones de litros de petróleo», asegura Matías Canale, CEO de Biofy. La startup fue premiada en la ‘European Enterprise Challenge Award 2018’, como la mejor firma europea del año. Además, Biofy ganó también el premio que concede la Fundación PwC al proyecto con más potencial de crecimiento en mercados globales tras valorar la estrategia del mismo, su adaptación para entornos multinacionales, las capacidades del equipo y su capacidad de crecimiento.
«La verdad es que la cosa va bien. Justo ahora estoy cerrando con Guinea Ecuatorial el acuerdo para la implantación allí de una planta», de dos toneladas de capacidad de producción al día, «para convertir los residuos plásticos en fuel-oil», explica a La Información Matías Canale. «Y también tenemos otro acuerdo para hacer lo mismo en América del Sur, en Colombia, y éstos son nuestros dos principales frentes que tenemos abiertos. Tenemos también el interés de varias empresas en España, pero es algo más a futuro. No es algo que lo tengamos para un futuro próximo”.Biofy, en vez de buscar financiación para construir su primera planta piloto, lo que han hecho es buscar clientes dispuestos a construir en sus países las primeras plantas de conversión de los residuos plásticos en petróleo y “eso lo hemos conseguido en Guinea y en Colombia y en cuanto todo ésto de la pandemia se calme un poco empezaremos con la construcción física de ambas”. En España, Biofy se centra «en el sector privado, no tanto en el público, lo que lleva Ecoembes, para entendernos, por el nivel de calidad del plástico, y desde que se declaró el estado de emergencia climática y la nueva ley de cambio climático tenemos varias solicitudes de compañías privadas, pero no es algo que veamos para un futuro a corto plazo. Nos interesa más cerrar los frentes que tenemos abiertos en África y Sudamérica y luego movernos a Europa”.
La tecnología patentada por biofy para ‘sacar petróleo’ del plástico de los vertederos ahorra la emisión de 2,5 toneladas de CO2 equivalentes a la atmósfera “por cada tonelada de plástico que tratamos”. Biofy vende el litro de fuel-oil que extrae del plástico a 50 céntimos el litro, “ahora mismo a precio similar al del fuel tradicional, según la cotización actual, pero es más competitivo porque nosotros garantizamos ese mismo precio a lo largo de todo el año, sin fluctuaciones».
Justo cuando España se aprestaba a confinarse, a principios de marzo, Bioo logra producir electricidad a partir de la fotosíntesis de las plantas y cierra una ronda de 500.000 euros a través de SociosInversores.com y liderada por el fondo canario Archipiélago Next. Bioo combina el I + D con una propuesta sólida en el mercado como es su línea de instalaciones domóticas con plantas. Bioo, que cuenta con innovaciones propias y únicas, se dedica a generar electricidad de la naturaleza, sin dañarla. Su tecnología utiliza los microorganismos presentes en la tierra, que dividen la materia para liberar electrones. Otros desarrollos incluyen el uso de las plantas como antenas e interruptores biológicos. Debido al carácter innovador de la propuesta, cuenta con el apoyo de la Unión Europea. De hecho, dispone de una financiación pública de 2,5 millones de euros del programa H2020 de la Unión Europea. Además, el Parlamento Europeo considera a Bioo ‘La Compañía más Innovadora de Europa’.Igualmente, La start-up Bioo ha desarrollado un producto que convierte en luz la fricción humana con un vegetal. «Basta con acariciar una hoja y se enciende una bombilla», asegura el fundador de la empresa, Pablo Vidarte. El proyecto llegó al mercado a finales del pasado año de la mano de Levi’s, Docker’s, y un gran grupo de automoción europeo. «El retail quiere convertir las tiendas físicas en grandes experiencias, y con nuestros interruptores biológicos ofrecemos una forma de conectar con la naturaleza allá donde sea». Además, la compañía barcelonesa, que emplea a 20 personas, está trabajando en una solución para el sector educativo que convierte la energía de la tierra en electricidad. «Es una solución didáctica y para concienciar a los más pequeños». La segunda todavía está en fase de desarrollo y va enfocada al sector agrario: «Queremos usar la energía de la tierra para crear una batería que ponga en marcha un sensor que mida la humedad y la temperatura de los campos, así los agricultores no necesitarán baterías químicas para utilizar este tipo de sensores».
También, y en una iniciativa sin ánimo de lucro, Bioo quiere impuslsar ‘Los Jardines de la Vida’, creando una red de jardines, «sanadores y tecnológicos» en hospitales y ciudades que han sido el epicentro de la pandemia y como homenaje a los sanitarios y a todos los enfermos de la Covid-19.