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Ana Zafra
Málaga, 7 feb (EFE).- Las empresas que se preocupan de su responsabilidad social corporativa (RSC) no se han olvidado de ella pese a esta pandemia con decisiones como mantener sus empleos, efectuar donaciones de productos básicos e incluso reconvertir su actividad temporalmente para atender necesidades sanitarias como fabricar pantallas faciales protectoras.
Ejecutivos de varias compañías así lo han asegurado a Efe, al igual que desde la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), organización que creó hace varios años el «Foro Provincial de Empresas Socialmente Responsables» junto a la Diputación Provincial.
«A las empresas que ya tenían un ejercicio hecho en materia de RSC les ha resultado más fácil percibir donde podían ayudar», explica la vicepresidenta ejecutiva de la CEM, Natalia Sánchez, que considera que los negocios han sido «los sanitarios de la economía».
Ha añadido que, mediante medidas como los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), las empresas intentan «pervivir para mantener los puestos de trabajo que cada empresa tiene» y defiende que el mantenimiento de los empleos es «una prioridad» en cuanto a responsabilidad social al ser «una de las mayores preocupaciones sociales».
Sobre las medidas sanitarias aplicadas por la pandemia, la representante empresarial destaca a Efe que «nunca ha habido un sistema más cuidado de prevención de riesgos».
Uno de los ejemplos prácticos de responsabilidad social en esta pandemia está en el Grupo Peñarroya, empresa malagueña vinculada al turismo, que donó los gorros de ducha de sus hoteles a un centro de salud de Madrid para equipar a los sanitarios que asistían a enfermos de coronavirus a domicilio.
Su responsable de RSC, Sonia Santos, ha explicado a Efe que intentaron «ver dónde se podía ayudar dentro de que la actividad de la empresa estaba completamente parada» y que, más tarde, también ofrecieron sus excedentes de alimentos no perecederos.
Por su parte, el gerente del Centro Comercial Centro Plaza, situado en Marbella, Carlos García Perujo, ha precisado que durante el confinamiento del inicio de la pandemia ofrecieron píldoras informativas a pequeñas y medianas empresas para promover una estrategia de mejora de relaciones con sus públicos mediante múltiples canales (la denominada omnicanalidad).
En el estudio de «System Arquitectura», sus impresoras 3D pasaron a funcionar día y noche para producir pantallas protectoras, según ha comentado a Efe su cofundador, Rafael Urquiza, que recuerda que establecieron redes de contacto con otras compañías locales para abordar esta iniciativa.
Las pantallas se enviaban a hospitales mediante la coordinación con médicos y enfermeros a través de grupos de mensajería instantánea como WhatsApp y Telegram, un dispositivo que mantuvieron al inicio de la pandemia hasta que se dispuso de suficiente material de este tipo.
La compañía Envialia transportó los materiales al estudio y, después, las pantallas ya elaboradas a los centros sanitarios, mientras que Disofic donó los acetatos que componen estas protecciones faciales y empresas de diversa magnitud -como el conocido grupo textil Mayoral o Mercería Rosi- aportaron las gomas elásticas. EFE