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El senador de la Lista de la Decencia por el partido MAIS Gustavo Bolívar criticó en Twitter la fecha de entrada en funcionamiento de la primera línea del metro elevado de Bogotá por medio de una comparación con el subterráneo de Quito. Escribió que la capital ecuatoriana “ya inauguró” el suyo, mientras que el de la colombiana “estará en 2030”.
Según el congresista, esto sucede a pesar de que la estructuración de ambos proyectos fue “al tiempo”. En el trino, aseguró que fue una especie de competencia que coincidió con la alcaldía de Gustavo Petro en el distrito. También adjuntó un video del diario El Universal de Guayaquil, que afirma que las obras en Ecuador comenzaron en 2016.
La verificación encontró que el mensaje es cuestionable. Es difícil hablar de una competencia, porque las dos ciudades siguieron procesos diferentes: los quiteños lo han hecho por partes, mientras Bogotá siempre le ha apuntado a un solo gran contrato. Lo que sí se puede decir es que en Ecuador empezaron a construir más pronto y avanzaron en los estudios más rápido, a pesar de que el grueso de su metro sí se construyó desde 2016.
La “ventaja” que tomó la ciudad ecuatoriana surgió, precisamente, cuando la capital de Colombia era administrada por el hoy senador Gustavo Petro, que avanzó en estudios. Lo que pasa es que también se amplió en el siguiente periodo, que fue el de Enrique Peñalosa, quien finalmente abrió la licitación el año pasado, dos meses antes de salir del cargo.
El equipo de Bolívar le envió a Colombiacheck una línea de tiempo comparativa de los avances de cada caso. Esta se basó, por un lado, en una nota del diario ecuatoriano El Comercio y los estudios disponibles en el portal de la Empresa Pública Metropolitana Metro de Quito (EPMMQ) y, por el otro, en investigaciones de la misma unidad de trabajo legislativo y debates del exconcejal Hollman Morris en el cabildo distrital.
La respuesta oficial del senador del MAIS concluyó que “Quito empezó su proceso de estructuración del metro en el año 2009, para el mismo año Bogotá también iniciaba sus estudios de factibilidad”. En efecto, estos se realizaron entre 2008 y 2009, los primeros años de mandato del exalcalde Samuel Moreno. Mientras tanto, la capital de Ecuador también acordaba dar los primeros pasos con la Empresa Metro de Madrid, España.
Sin embargo, la documentación citada por Bolívar también muestra que el proyecto de Quito avanzó más rápido desde entonces. En 2012, se creó la EPMMQ, estuvieron listos la encuesta de movilidad, los estudios de geotecnia e impacto arqueológico y ambiental, el trazado y el sistema de información; se aseguró la financiación de la obra y se adjudicó la construcción dos estaciones, que empezó en 2013.
Ese mismo año, se firmó el contrato para los estudios fase II avanzada del subterráneo de Bogotá. Entretanto, la alcaldía de Gustavo Petro había revisado la fase I que dejó Moreno, ya que el entonces mandatario distrital desconfiaba de ella por los múltiples escándalos de corrupción en los que participó su antecesor. Además, había fracasado en su intento de cambiar el trazado del primer tramo, que iba hasta la Calle 100, para llevarlo a Suba, como contó La Silla Vacía en 2014, después de que también se hundió en el Concejo su proyecto para convertir TransMilenio en la empresa Metro.
La segunda fase de estudios le fue entregada a la capital colombiana en agosto de 2015. Para ese momento, Quito ya había recibido las dos primeras estaciones que contrató en 2013, había licitado el material rodante (los trenes) y poco después adjudicó la construcción del resto. Estas fueron las obras que iniciaron en 2016, a las que se refiere El Universal. De hecho, la excavación del túnel empezó en 2017.
Y no es que el proyecto ecuatoriano haya estado libre de dificultades y escándalos. Tuvo una brecha entre los cálculos iniciales del costo y las propuestas de las compañías interesadas en construir esa segunda etapa, antes de entregar el contrato, y el Banco Mundial solo le aprobó los recursos adicionales en 2018. También tuvo que enfrentar el hecho de que la corrupta multinacional brasileña Odebrecht estaba en el consorcio ganador y se salió en diciembre de 2017.
No obstante, “allá también el diseño definitivo hizo parte de lo contratado en 2015”, explica el ingeniero civil Darío Hidalgo, doctor en Planeación de Transporte. Así que ya en ese momento, Quito tenía hacía rato un nivel de estudios similar al que hoy tiene Bogotá, además de dos estaciones construidas por aparte. Mientras tanto, Bogotá no tenía obras y sí unos estudios avanzados para un subterráneo que, según el más reciente informe de la Contraloría distrital, solo podría construir hasta la Calle 53 por falta de presupuesto.
La administración Peñalosa replanteó la obra para volverla elevada, creó la Empresa Metro de Bogotá, licitó y adjudicó el primer tramo, hasta la Calle 72, con menos estudios de los que tenía la versión anterior.
Bolívar dice que estará listo en 2030 con base en un artículo publicado en la página de esa entidad, pero lo que este dice es que para ese año “80 por ciento de los bogotanos tendrán una línea de transporte masivo, metro o troncales a menos de un kilómetro de distancia”. Esto es una visión sobre el sistema integrado, no un cronograma oficial del metro. El contrato establece una etapa previa a la entrada en operación de nueve años, incluyendo tres de pruebas, con lo que estaría construido a finales de 2025 y abriría al público en 2028.
Luego, el mismo consorcio se encargará de la etapa de operación. En Quito, esta se está licitando por aparte, al mismo tiempo que se adelantan las pruebas con los trenes en el túnel ya terminado antes de que pueda empezar a prestar servicio.
De modo que, siendo procesos paralelos, resulta cuestionable presentar las estructuraciones como simultáneas porque cada ciudad escogió formas diferentes de hacerlas. Esto es justamente lo que hace el mensaje de Bolívar con las expresiones ‘al tiempo’ y ‘competían’, además de que se equivoca en el cronograma del metro de Bogotá.
En todo caso, los ecuatorianos avanzaron más en estudios y construcción de su obra desde 2012 y 2013, a principios de la administración Petro en la capital colombiana, y no solo con el comienzo de la etapa más grande de construcción en 2016, aunque esto haya aumentado la diferencia entre ambas capitales hasta hoy.