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La pandemia del coronavirus continúa extendiéndose; ya alcanza a 134 países, con casi 140 mil casos confirmados y más de 5.100 muertes. Esta situación es el resultado de dos tendencias contrapuestas: mientras que en China el número de nuevos casos va disminuyendo, en Europa, Estados Unidos e Irán se observa un gran crecimiento de los mismos.
En una columna reciente describí como esta crisis de salud pública tiene impactos directos e indirectos sobre la economía. Los primeros relacionados con el cierre de fábricas y negocios, y las restricciones a la movilidad de personas y de mercancías. Mientras que los indirectos están asociadas a las pérdidas patrimoniales por la caída en el precio de los principales activos, originadas en el temor y la pérdida de confianza.
En un informe de la OECD del 2 de marzo se estimaba que, por la crisis, el crecimiento mundial sería medio punto inferior al estimado originalmente, ubicando el mismo en 2,4%. Si bien China lideraba el ajuste, creciendo 4,9% en vez del 6,1% original, para Europa se proyectaba una desaceleración de solo 0,4%, creciendo aún 0,8%.
La reciente evolución de la pandemia hace pensar que estas proyecciones son demasiado optimistas, para una economía como la europea, paralizada y que probablemente ya se encuentre en recesión.
La evolución de los mercados en la última semana presagia que los impactos en otras economías podrán ser más severos, al mismo tiempo, que los países profundizan las medidas de precautorias, cancelando vuelos, suspendiendo eventos, cerrando escuelas. En el último mes, el valor de capitalización de las acciones en Estados Unidos y Europa, acumula pérdidas superiores a los 22 billones (trillones americanos) de dólares, luego de haber registrado caídas del 26% y 31% por ciento, respectivamente. En el caso particular de los productos agrícolas, el precio de la soja bajó 10%, el trigo 9,5% y el maíz 6,1%, disminuyendo el valor de la cosecha argentina en más de 3.300 millones de dólares.
Dentro de este panorama negro, existen algunas señales alentadoras. Mientras que comienzan a hundirse las economías de los países donde la pandemia se expande, China muestra signos de una incipiente recuperación, la cual seguramente se consolidará a medida que disminuyan los nuevos casos. Mediciones indirectas tales como la evolución de los atascamientos de tránsito, del consumo de carbón para la generación eléctrica, y de ventas de propiedades muestran una embrionaria –pero clara- recuperación en las últimas semanas.
La forma en que las empresas chinas se adaptaron a las nuevas circunstancia pareciera estar detrás de la reversión de la crisis, aún antes de que se diera la drástica baja en el número de nuevos casos. Un reciente estudio publicado por el Harvard Business Review muestra como estas empresas, implementando lecciones aprendidas en crisis anteriores, lograron operar exitosamente en el actual contexto.
Este proceso de adaptación deja lecciones para otros países sobre la importancia de adaptarse a circunstancias cambiantes y la necesidad de tener reglas lo suficientemente flexibles para poder hacerlo. ¿Aprenderemos alguna vez de estas lecciones, en lugar de tratar de mantener estructuras para economías que ya no existen?
Por otro lado, como era de esperar, las autoridades de los países afectados comenzaron a tomar medidas para atenuar los impactos de la crisis económica. Comenzaron los Estados Unidos y el Reino Unido disponiendo bajas en sus ya exiguos niveles de tasas de interés, lo que reduce significativamente la eficacia de estas medidas, mientras que los mercados esperan medidas fiscales y de ayuda a los sectores más afectados por la crisis (se estima que en la industria del turismo se perderían millones de puestos de trabajo).
La falta de anuncios en esta línea por parte del presidente de los Estados Unidos afectó negativamente a los mercados; sin embargo, Nancy Pelosi anunció que están muy cerca de un acuerdo bipartidario para mitigar los impactos económicos del virus.
En Europa, si bien no se sumó a la baja de tasas lo que decepcionó a los mercados, la presidenta de la Comisión Europea -Ursula von der Leyen- señaló que están estudiando modos de proveer ayuda en circunstancias excepcionales, las que serían anunciadas a principios de la próxima semana, a la vez que Alemania se comprometió a gastar lo que sea necesario para contrarrestar los efectos económicos de la pandemia.
Los mercados parecen haber reaccionado favorablemente ante estas noticias (pero con gran volatilidad); luego de los anuncios los precios de las acciones se recuperaron marginalmente (tanto en Europa como en Estados Unidos), a la vez que los precios de las materias primas mostraron pequeñas subas (reduciendo la baja en el valor de nuestra cosecha), pero es todavía muy temprano para determinar qué pasará en el futuro cercano.
Nuestro país no está aislado de estas tendencias; la baja de los precios de las materias primas, la cancelación de vuelos, el creciente pánico de la población necesariamente afectará a la ya sufriente economía nacional. Es fundamental que nuestras autoridades actúen con decisión sobre la base de diagnósticos precisos, y que muestran la flexibilidad para adaptarse a las condiciones cambiantes.w
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La pandemia del coronavirus continúa extendiéndose; ya alcanza a 134 países, con casi 140 mil casos confirmados y más de 5.100 muertes. Esta situación es el resultado de dos tendencias contrapuestas: mientras que en China el número de nuevos casos va disminuyendo, en Europa, Estados Unidos e Irán se observa un gran crecimiento de los mismos.
En una columna reciente describí como esta crisis de salud pública tiene impactos directos e indirectos sobre la economía. Los primeros relacionados con el cierre de fábricas y negocios, y las restricciones a la movilidad de personas y de mercancías. Mientras que los indirectos están asociadas a las pérdidas patrimoniales por la caída en el precio de los principales activos, originadas en el temor y la pérdida de confianza.
En un informe de la OECD del 2 de marzo se estimaba que, por la crisis, el crecimiento mundial sería medio punto inferior al estimado originalmente, ubicando el mismo en 2,4%. Si bien China lideraba el ajuste, creciendo 4,9% en vez del 6,1% original, para Europa se proyectaba una desaceleración de solo 0,4%, creciendo aún 0,8%.
La reciente evolución de la pandemia hace pensar que estas proyecciones son demasiado optimistas, para una economía como la europea, paralizada y que probablemente ya se encuentre en recesión.
La evolución de los mercados en la última semana presagia que los impactos en otras economías podrán ser más severos, al mismo tiempo, que los países profundizan las medidas de precautorias, cancelando vuelos, suspendiendo eventos, cerrando escuelas. En el último mes, el valor de capitalización de las acciones en Estados Unidos y Europa, acumula pérdidas superiores a los 22 billones (trillones americanos) de dólares, luego de haber registrado caídas del 26% y 31% por ciento, respectivamente. En el caso particular de los productos agrícolas, el precio de la soja bajó 10%, el trigo 9,5% y el maíz 6,1%, disminuyendo el valor de la cosecha argentina en más de 3.300 millones de dólares.
Dentro de este panorama negro, existen algunas señales alentadoras. Mientras que comienzan a hundirse las economías de los países donde la pandemia se expande, China muestra signos de una incipiente recuperación, la cual seguramente se consolidará a medida que disminuyan los nuevos casos. Mediciones indirectas tales como la evolución de los atascamientos de tránsito, del consumo de carbón para la generación eléctrica, y de ventas de propiedades muestran una embrionaria –pero clara- recuperación en las últimas semanas.
La forma en que las empresas chinas se adaptaron a las nuevas circunstancia pareciera estar detrás de la reversión de la crisis, aún antes de que se diera la drástica baja en el número de nuevos casos. Un reciente estudio publicado por el Harvard Business Review muestra como estas empresas, implementando lecciones aprendidas en crisis anteriores, lograron operar exitosamente en el actual contexto.
Este proceso de adaptación deja lecciones para otros países sobre la importancia de adaptarse a circunstancias cambiantes y la necesidad de tener reglas lo suficientemente flexibles para poder hacerlo. ¿Aprenderemos alguna vez de estas lecciones, en lugar de tratar de mantener estructuras para economías que ya no existen?
Por otro lado, como era de esperar, las autoridades de los países afectados comenzaron a tomar medidas para atenuar los impactos de la crisis económica. Comenzaron los Estados Unidos y el Reino Unido disponiendo bajas en sus ya exiguos niveles de tasas de interés, lo que reduce significativamente la eficacia de estas medidas, mientras que los mercados esperan medidas fiscales y de ayuda a los sectores más afectados por la crisis (se estima que en la industria del turismo se perderían millones de puestos de trabajo).
La falta de anuncios en esta línea por parte del presidente de los Estados Unidos afectó negativamente a los mercados; sin embargo, Nancy Pelosi anunció que están muy cerca de un acuerdo bipartidario para mitigar los impactos económicos del virus.
En Europa, si bien no se sumó a la baja de tasas lo que decepcionó a los mercados, la presidenta de la Comisión Europea -Ursula von der Leyen- señaló que están estudiando modos de proveer ayuda en circunstancias excepcionales, las que serían anunciadas a principios de la próxima semana, a la vez que Alemania se comprometió a gastar lo que sea necesario para contrarrestar los efectos económicos de la pandemia.
Los mercados parecen haber reaccionado favorablemente ante estas noticias (pero con gran volatilidad); luego de los anuncios los precios de las acciones se recuperaron marginalmente (tanto en Europa como en Estados Unidos), a la vez que los precios de las materias primas mostraron pequeñas subas (reduciendo la baja en el valor de nuestra cosecha), pero es todavía muy temprano para determinar qué pasará en el futuro cercano.
Nuestro país no está aislado de estas tendencias; la baja de los precios de las materias primas, la cancelación de vuelos, el creciente pánico de la población necesariamente afectará a la ya sufriente economía nacional. Es fundamental que nuestras autoridades actúen con decisión sobre la base de diagnósticos precisos, y que muestran la flexibilidad para adaptarse a las condiciones cambiantes.w