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En pleno 2020, es raro encontrar una persona que no haya probado, o al menos oído hablar, de las cápsulas de café Nespresso. El gran crecimiento experimentado por la compañía durante las dos últimas décadas, así como sus brillantes campañas de marketing, han hecho de la marca una de las más reconocidas de sus sector.
Tan fuerte ha sido el ya citado crecimiento durante los últimos 20 años que gran parte del público cree que esta es la edad de una empresa que en realidad cuenta con casi medio siglo de antigüedad.
Fundada en 1976 por Eric Favre, entonces un empleado de Nestlé que patentó un sistema de elaboración de café mediante cápsulas, Nespresso tuvo un despegue lento; con gran dificultad para atraer el interés del público. De hecho, tardaría una década en empezar a despegar en Europa y Japón, y no sería hasta 2012 cuando la empresa alcanzaría su estatus actual de producto premium.
Un momento clave en el camino hasta la consecución de dicho estatus fue la constatación de que los clientes demandaban cada vez con más entusiasmo que sus marcas favoritas tuvieran un compromiso firme con la sostenibilidad y respetasen el medio ambiente. Al mismo tiempo, la compañía se dio cuenta de que que tener una “etiqueta de empresa verde” no era solo una buena manera de atraer clientes, sino también talento.
Desde entonces, la compañía ha adoptado una estrategia corporativa que les permite localizar y conseguir objetivos de sostenibilidad a todos los niveles posibles, con el fin de ser tan conocidos por su café como por los principios que defienden.
Esto les llevó a comenzar, hace ya más de 30 años, una severa política de reciclaje basada en un elemento clave para ellos desde entonces: el aluminio. Cada cápsula de Nespresso está fabricada en este material, tan abundante como fácil de reciclar para volver a ser utilizado.
En palabras de la empresa: “El aluminio ayuda a proteger la calidad y frescura del café, además de tener una gran sinergia con las máquinas, pero lo que más valoramos de este material es su capacidad de ser reciclado“.
La relación de Nespresso con el aluminio y la sostenibilidad llega hasta el punto de, pese a no ser uno de los principales consumidores de dicho material – cualquier empresa del sector de la automoción, por ejemplo, necesita unas cifras disparatadamente más altas de aluminio que la cafetera – estar plenamente comprometidos a que sus métodos de obtención sean respetuosos con el medio ambiente y los derechos humanos.
Pese a que pueda resultar sorprendente, el agua es el principal caballo de batalla en esta guerra por la sostenibilidad; pero no olvidemos que desde el riego de las plantas de cafeto al sistema que usamos en casa para hacerlo, pasando por la minería de extracción de las menas de aluminio, el agua es un elemento fundamental en la producción del café de Nespresso.
En concreto, un estudio de la ONU publicado en el año 2009 mostraba que se necesitaban 140 litros de agua para producir una sola taza de café.
Tras la publicación del estudio y el revuelo que este causó dentro del sector cafetero, Nespresso llevó a cabo una revolución modernizando todo su proceso productivo que les permitió reducir hasta en un 30 % la cantidad de agua empleada por cada tonelada de producto manufacturado.
Pese a que la industria cafetera es siempre una de las más denostadas cuando se habla de sostenibilidad y respeto al medio ambiente, desde Nespresso llevan 30 años empeñados en demostar que otra manera de hacer café es posible.
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