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En un momento de incertidumbre económica y digitalización obligada, la inversión en ‘startups’ alcanzó su récord en operaciones en 2020. Los fondos y aceleradoras de ‘venture capital’ participaron en 2.539 operaciones que sumaron 34.600 millones de euros de inversión el año pasado en Europa, según Pitchbook —empresa de ‘software’ que ofrece datos e investigación sobre los mercados de capital privado—. Mientras, en nuestro país, las lanzaderas de las grandes compañías del Ibex 35 han aumentado su presencia y sus operaciones mediante el ‘corporate venture’ —modelo de emprendimiento corporativo que las empresas aplican para dinamizar sus procesos de innovación a través de la colaboración con emprendedores y ‘startups’—.
Aunque Estados Unidos sigue liderando el ‘ranking’ en términos de inversión y creación de ‘startups’, la Unión Europea ha visto incrementado su club de unicornios —’startups’ valoradas en más de 1.000 millones de dólares y que todavía no han salido a bolsa— con 17 nuevas empresas durante la pandemia, hasta sumar 60 en toda la eurozona. Los sectores económicos más tradicionales de las ‘startups’, como movilidad y logística, ‘fintech’ (empresas de tecnología financiera) e ‘insurtech’ (empresas de seguros tecnológicas), continúan acaparando el grueso de inversiones, aunque otros sectores como el sanitario, el ‘e-commerce’, la ciberseguridad o la educación crecieron de manera notable por las mismas necesidades empresariales surgidas durante la pandemia.
Para analizar los principales problemas en la creación y el desarrollo de ‘startups’ en España, El Confidencial y Kapita organizaron la mesa redonda ‘Innovación, futuro y retail’. Un debate en el que participaron Dimas Gimeno, presidente y fundador ejecutivo de Kapita y Wow Shop; Javier Jiménez, director general en el proyecto Lanzadera; Josemaria Siota, director ejecutivo del Centro Iniciativa Empresarial e Innovación del IESE; Pablo F. García-Andrade, ‘partner’ de Kapita y RIL, y Marisol Menéndez, ‘chief open innovation officer’ en South Summit y ‘chief open innovation & initiatives’ para Nordic Future Innovation.
En la actualidad, España lidera junto a Reino Unido, Alemania y Francia el ‘ranking’ de países europeos con un mayor número de ‘startups’, lo que demuestra el apetitivo emprendedor en tiempos de crisis y turbulencias financieras. “Siempre hay una ‘startup’ española compitiendo y dándose codazos con las asiáticas y las estadounidenses”, destacó Dimas Gimeno, presidente y fundador ejecutivo de Kapita y Wow Shop, aunque lamentó “la desorganización y atomización de las ‘startups’ en España”, las cuales necesitarían “saber identificar mejor a su competencia y organizar sus procesos de manera más ordenada”.
Para el director general en el proyecto Lanzadera, Javier Jiménez, las cifras de inversión en ‘startups’ demuestran que España es un país de emprendedores, capaces de dar un paso al frente y generar valor y empleo. “El emprendimiento forma parte de nuestro ADN. En una zona como Valencia, hemos visto el desarrollo de empresas líderes que exportan a todo el mundo zapatos, juguetes, frutas… Todo ello, sin apenas tener nociones de inglés y cuando no había internet”. Marisol Menéndez, ‘chief open innovation officer’ en South Summit y ‘chief open innovation & initiatives’ para Nordic Future Innovation, por su parte, señaló el “alto número de licenciados y estudiantes de ingeniería en las universidades españolas, superior a la media europea”; mientras que Pablo F. García-Andrade, ‘partner’ de Kapita y RIL, apuntó a un cambio de mentalidad en el tejido empresarial español: “Muchos jóvenes ya no quieren trabajar en una gran corporación, sino crear su propia ‘startup’. La cultura colaborativa y la tecnología han permitido aumentar el volumen de proyectos, y esto ha calado en la sociedad”.
El director ejecutivo del Centro Iniciativa Empresarial e Innovación del IESE, Josemaria Siota, explicó que ha aumentado el interés de los alumnos por el emprendimiento empresarial, pero que todavía existen numerosas barreras para facilitar y dinamizar la creación de empresas. “España se sitúa entre los puestos 23 y 26 en el Global Innovation Index (GII), que analiza los días que se tarda en constituir una sociedad, el acceso al crédito, la facilidad para pagar impuestos o la inversión en operaciones de capital riesgo, entre otros factores”. En este sentido, Jiménez añadió que “el 30% de los alumnos en universidades y escuelas de negocios quiere ser emprendedor”, lo que supone en realidad “una cifra muy baja”, y destacó también este cambio de mentalidad en la sociedad. “Si cuando era joven le digo a mi madre que quiero montar una empresa, se echa las manos a la cabeza. Eso está cambiando, somos generadores de empleo y de innovación”, puntualizó el director del proyecto Lanzadera.
La travesía por el desierto
Los problemas para los emprendedores españoles no terminan cuando ya está constituida la empresa. Es más bien al revés: inician un arduo camino que en la jerga de capital riesgo se conoce como el Valle de la Muerte. Un concepto que hace referencia a este desierto de California donde se registran algunas de las temperaturas más altas del planeta y comprende el periodo desde que la ‘startup’ recibe su primera ronda de financiación hasta que logra sus primeros ingresos. “Siete de cada 10 emprendedores desaparecen al cabo de cinco años. El 21% de los mejores centros de investigación del mundo está en Europa, mientras que en la Oficina Europea de Patentes (OEP) hay más de tres millones de patentes disponibles. El 95% está inactivo o dormido, pero el 5% restante funciona y genera el 40% del PIB”, expuso Siota.
Para solucionar esta travesía por el desierto, el presidente y fundador ejecutivo de Kapita y de la ‘startup’ Wow Shop indicó que “liderar la innovación es liderar el retail del futuro, pero la tecnología ‘per se’ no sirve de nada para conseguir que un mayor número de ‘startups’ tengan éxito. Puede haber magníficos proyectos con soluciones tecnológicas muy adecuadas, pero si no solucionan un problema, al final, son proyectos atractivos y nada más”. Por su parte, el profesor del IESE destacó que una “colaboración más activa con los centros de innovación y una mejora en los esquemas de financiación público-privada podrían ayudar a reducir el número de empresas que no superan este Valle de la Muerte en Europa”.
Además de mejorar los modelos de inversión y buscar fórmulas alternativas, como es el programa estatal de fondos Yozma en Israel para cofinanciar ‘startups’, García-Andrade explicó que otra de las patas para obtener liquidez son las lanzaderas de las grandes corporaciones. “A pesar del envite económico provocado por el covid-19, se ha producido un incremento muy significativo del ‘corporate venture’. Las grandes corporaciones han fracasado en hacer transformaciones y digitalizaciones debido a sus propias estructuras. Sin embargo, la creación de un ecosistema de ‘startups’ alrededor de la compañía que transfiera innovación, conocimiento y nuevas formas de trabajar está siendo una de las formas más eficientes que tienen las corporaciones para poder crecer”. La ‘chief open innovation officer’ en South Summit dijo por su parte que “las compañías del Ibex 35 están haciendo lo suyo en innovación, pero otras empresas más pequeñas como las pymes no llegan porque no tienen ese músculo”.
La ley de ‘startups’
Los ‘corporate venture’ o los ‘venture capital’ son las principales vías de financiación para crear una ‘startup’, aunque Siota señaló que “la riqueza de mecanismos es mucho más grande”, como son los casos del ‘crowdfunding’ —modelo de financiación que consiste en utilizar el capital de numerosos individuos a través de pequeñas aportaciones—, el ‘crowdlending’ —utilizar pequeñas cantidades de dinero a cambio de un retorno financiero que está previamente estipulado en un contrato de préstamo— o los ‘corporate venturing squad’ —modelo de innovación híbrido que combina las acciones de investigación de las empresas con lo mejor del ecosistema actual de emprendedores y ‘startups’—. “Este último esquema lo forman grupos pequeños de diferentes sectores, pero que trabajan de forma conjunta, compartiendo costes y mejorando su rendimiento porque disponen de más empleados”, añadió el representante de IESE.
Más allá de la fuente y la procedencia del dinero, el director general en el proyecto Lanzadera condensó en dos las tipologías de inversores o aliados de una ‘startup’. “Simplificándolo mucho, tenemos el inversor ‘business angel’, que le dedica un tiempo al emprendimiento, se enamora del equipo y del producto, se arremanga, es el más romántico; y luego está el algoritmo, que da igual que venda botellas o cualquier otro producto, analiza variables de riesgo y la máquina es la que decide dónde tienes que invertir para minimizar los riesgos y maximizar beneficios”.
Por último, Menéndez destacó la necesidad de establecer un ecosistema legislativo y administrativo que ayude a promover la creación de ‘startups’ en España. Una vieja promesa al sector, que el actual Gobierno tiene encima de la mesa con la posible promulgación de la ley de ‘startups’. “Es importante que ayude e imprima velocidad tanto a la creación como al cierre del negocio, que se pueda salir y entrar fácilmente de la empresa. También que otorgue reconocimientos a los emprendedores, como creadores de empleo y valor en la sociedad; un mejor tratamiento fiscal para la entrada y salida de los inversores; que reconozca figuras como los ‘business angels’ o el ‘crowdfunding’; reduzca la burocracia y las cargas administrativas; potencie la colaboración entre emprendedores y grandes empresas mediante bonificaciones fiscales, y busque la atracción y retención de talento internacional”, ultimó la ‘chief open innovation officer’ en South Summit, entre otras cuestiones.