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El líder del comercio electrónico puede vivir su momento de gloria, pero preocupa que se ponga en riesgo la salud de sus trabajadores.
Jeff Bezos no edificó el imperio de Amazon con el distanciamiento social en mente. Cuando los empleados de unas instalaciones de Texas entraron en la sala de descanso, descubrieron que se habían retirado la mayoría de los microondas para que la gente dejase de acudir a calentar sus almuerzos y reducir el riesgo de contraer el coronavirus. Las mesas, lo suficientemente grandes para acomodar a cuatro personas, sólo puede ocuparlas ahora una. Para garantizar que los empleados puedan respetar las medidas, se ha ampliado la pausa para comer -en cinco minutos-. «Lo único que parece importarles es la productividad», lamenta Peter, trabajador del almacén.
Amazon les entregó a él y a sus compañeros una carta por si la policía les paraba de camino al trabajo. «El empleado está realizando una labor fundamental para que Amazon entregue suministros esenciales», dice la carta, «permitiendo a los miembros de la comunidad quedarse en casa». Conservar la salud de trabajadores como Peter es lo que separa la gloria de la ruptura del ecosistema logístico más sofisticado jamás creado. Los peligros potenciales para Amazon son enormes. Antes de empezar la pandemia, la compañía ya estaba en el punto de mira de los políticos y los reguladores por su posición dominante en el mercado. Si se considera que está empujando a los empleados a asumir riesgos excesivos para su salud durante la crisis, la presión política se intensificará.
Amazon ha aumentado desde el inicio de la crisis su plantilla logística en 175.000 personas para abordar el aumento de la demanda.
Letitia James, la fiscal general del estado de Nueva York, ya ha pedido una investigación del «vergonzoso» despido de Chris Smalls, un trabajador que ayudó a organizar una huelga en unas instalaciones de Staten Island, en Nueva York. Amazon afirmó que Smalls había «violado las directrices sobre el distanciamiento social y puesto en riesgo la seguridad de otros», pese a haberle pedido que hiciese cuarentena en casa.
Sin embargo, si logra mantener intactas sus operaciones, los analistas prevén que Amazon emergerá más fuerte y poderoso que nunca, de igual forma que Ford y General Motors afianzaron su posición ayudando en la Segunda Guerra Mundial. Amazon podría convertirse en una compañía admirada por garantizar el abastecimiento de productos sanitarios, alimentos y bebidas a los ciudadanos confinados en sus hogares -actuando en ocasiones como una extensión de los servicios de emergencia-.
Al evidenciarse la magnitud del desafío, Bezos, el consejero delegado del grupo, decretó a mediados de marzo que sólo se permitiría entrar en sus almacenes productos esenciales -medicamentos y bienes de primera necesidad para los hogares-. Eso implicaría suprimir todo lo demás, temporalmente de la tienda «que lo tiene todo».
Necesidades mínimas
Amazon necesita que unos 270.000 empleados acudan a trabajar a diario para que sus centros logísticos en EEUU sigan operando con fluidez, según el experto en logística Marc Wulfraat. La plantilla global de la compañía asciende a 800.000 trabajadores. «Aún desconocemos su severidad», señala con respecto al impacto probable del coronavirus en EEUU, pero apunta a las partes más afectadas de Europa, donde se calcula que las plantillas se han reducido cerca de un 30%. «De ser así, necesitan contratar otras 100.000 personas».
Es algo que ya está en curso. El 16 de marzo, Amazon anunció que planeaba emplear a 100.000 trabajadores más en Norteamérica y Europa en cuestión de semanas. La compañía también informó que aumentaría el salario en EEUU de 15 dólares a 17 dólares la hora [se ha tomado la misma medida en Europa]. Posteriormente también incrementó la remuneración de las horas extras. [Esta semana, ha anunciado la contratación de otras 75.000 personas en EEUU para reforzar sus operaciones].
Los sindicatos denuncian que la firma no ha facilitado mascarillas a los trabajadores
Pero a medida que aumenta la demanda, han empezado a surgir grietas. En las últimas semanas se ha informado a los clientes de que se producirían retrasos en la entrega de sus productos, y que en algunos casos no podrían repartirse. Otros encontraron que el precio de algunos artículos con una alta demanda, como el desinfectante para manos y las mascarillas, se había disparado más de un 2.000%.
Amazon asegura que se ha expulsado de la plataforma a casi 4.000 vendedores por inflar los precios, desapareciendo así decenas de miles de artículos. A los usuarios de Prime Now y Amazon Fresh -los servicios de entrega en menos de dos horas, destinados principalmente a los alimentos- se les está informado de que el suministro de esos productos es escaso, y de que los márgenes de entrega son más amplios de lo habitual. Y se ha cerrado Amazon Pantry, otra opción para los alimentos no perecederos, al igual que muchas tiendas físicas de Amazon.
Aparte de Whole Foods, la cadena de tiendas de comida orgánica que compró en 2017 por 13.700 millones de dólares, la infraestructura alimenticia de Amazon está en una fase muy inicial. Los analistas señalan que es normal que se produzcan fallos en este sentido, dado que se trata de una compañía erigida sobre la venta de libros y otros artículos, y no manzanas o naranjas.
Frente a ello, Amazon ha tratado de tentar a algunos de sus trabajadores de los almacenes para que realicen entregas de alimentos a domicilio, ofreciéndoles dos dólares más por hora a sumar a los dos ya añadidos.
Distribución
La red logística de Amazon, una maravilla de eficiencia y autonomía, se ha expandido rápidamente en los últimos años gracias a la apuesta por la estrategia de reducir los tiempos de espera para los miembros del servicio Prime. La opción de entrega en un día ofrecida por el grupo a los suscriptores de Prime fue recibida por los inversores como un triunfo, y se le atribuye la subida de la capitalización de mercado de la compañía por encima del billón de dólares en febrero. Hoy, su valor ronda los 950.000 millones.
Amazon afirma estar tomando medidas extremas de seguridad en sus instalaciones
A nivel global, Amazon explica que posee 25 millones de metros cuadrados destinados a la logística, sin incluir las oficinas corporativas o los centros de datos de la nube. Esto supone un incremento de más del 80% desde finales del año 2016. En los próximos 18 meses se prevé que sume otros 5,5 millones de metros cuadrados.
Gran parte de ese crecimiento va dirigido a apoyar la «revolución de la última milla» de la compañía, en referencia a los últimos pasos de la entrega de un paquete a un cliente, que es la fase más costosa del proceso comercial. En 2017, Amazon empezó a abrir casi 200 puntos de reparto en EEUU con el objetivo de prescindir de FedEx. A diferencia de los enormes centros de distribución, estas estaciones podían situarse mucho más cerca de las comunidades, y gestionar hasta 120.000 paquetes al día.
Fue en una estación logística de Queens, en Nueva York, donde se confirmó el primer caso de coronavirus dentro de la infraestructura de Amazon en EEUU el 18 de marzo. Desde entonces han ido surgiendo más casos.
Los casos en EEUU siguen un patrón ya conocido en Europa. Hace más de un mes que una sección del mayor sindicato de Italia pidió a Amazon que protegiese a los 1.600 trabajadores de un almacén de Castel San Giovanni, cerca del primer gran núcleo de infecciones de coronavirus del país.
Massimo Mensi, un representante local de Amazon Global Alliance, una red internacional de sindicatos, afirma que no se ha proporcionado mascarillas a los trabajadores. «Amazon ha señalado que necesita más tiempo, pero hemos seguido presionándoles porque no queda tiempo -la gente está muriendo-«.
Christy Hoffman, secretaria general de la federación internacional UNI Global Union, asegura que se han dado casos de trabajadores de Amazon que han contraído el coronavirus en Italia y España. «No siempre cierran los almacenes para desinfectarlos, pero lo más preocupante es que Amazon no está creando las condiciones laborales para que la gente pueda respetar las normas de mantener al menos un metro de distancia», denuncia.
Poca transparencia
Hasta la fecha, Amazon no ha querido hacer declaraciones sobre el alcance real de los casos de coronavirus. Su política consiste en informar únicamente a los trabajadores del mismo turno de un empleado enfermo, en detrimento del resto de la plantilla y del público. Según una circular enviada a la plantilla de un almacén de Texas, para decidir si se envía a una persona a casa, se recurre a las grabaciones de las cámaras de seguridad. «La inacción de Amazon no ha dejado a los trabajadores otra opción que abandonar un entorno laboral potencialmente inseguro para proteger su salud, y la de todos. Ya basta», protesta Dania Rajendra, directora de Athena, un grupo estadounidense de defensa de los derechos de los trabajadores sin ánimo de lucro.
No está claro en qué medida suponen un riesgo para la salud los casos de coronavirus fuera de los muros de la compañía. Un estudio publicado en The Lancet sugería que el Covid-19 puede sobrevivir 24 horas en el cartón, y más tiempo en otras superficies.
Más problemática es la transmisión a través de los repartidores que gestionan en la actualidad unos 1.000 paquetes semanales cada uno. «Utilizamos una furgoneta distinta cada día», explica Joey, un conductor que trabaja para un distribuidor independiente de Amazon al sur de California, que añade que los conductores no disponen de «toallitas suficientes para limpiar, ni de guantes adecuados».
Amazon asegura que está tomando «medidas extremas» para mantener la seguridad en sus instalaciones: aumentando la distancia entre los trabajadores de los almacenes, relajando los procedimientos de seguridad para acelerar el movimiento, eliminando las reuniones de pie -todos ellos corroborados por varios empleados-.
La compañía explica que sus «líderes» se reúnen a diario para seguir la situación y están «consultando con expertos médicos para garantizar la seguridad de nuestras instalaciones, empleados, socios y clientes». También asegura que está «apoyando a las personas» diagnosticadas con Covid-19, y que les ha dicho a aquellos que pueden haber estado en contacto con ellas que pueden quedarse en casa cobrando la totalidad del sueldo. Pero en una carta enviada a los trabajadores, Bezos reconoció la falta de suministros de seguridad.
Cuando la situación empiece a mejorar, los analistas creen que Amazon puede salir muy reforzado. Los hábitos de los consumidores habrán cambiado, acelerando la adopción del comercio electrónico entre la franja demográfica de mayor edad, sobre todo en el caso de los alimentos y otros productos básicos.