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En el siglo pasado, nuestra fascinación por íconos como Chanel, Dior o Yves Saint Laurent fueron el resultado de cómo una sociedad necesitaba ser identificada y expresarse ante lo que pasaba en el mundo. Hoy en día, este fundamento sigue siendo el mismo, sin embargo, buscamos destacar del resto con una voz propia. Nosotros mismos le damos sentido a lo que vestimos de acuerdo nuestros códigos sociales, la ropa se expresa por nosotros con base en nuestra esencia y experiencia de vida sumado a lo que sucede en nuestra comunidad.
La vida cotidiana se convierte en el protagonista de las tendencias para regresar a nosotros en una colección con un valor superior al anterior. Ya era hora que la diversidad y la sustentabilidad protagonizaran las agendas en la industria. Nunca se sabe, tal vez en un futuro el vestir será una herramienta de protección post-aislamiento.