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Atención, este post incluye algunos detalles de la trama de Kawakami, la profesora del protagonista de Persona 5 Royal. Forma parte del nivel 1 de su historia, pero si no quieres enterarte de nada, es mejor que saltes a otro post.
Kawakami, la profesora de tu clase en Persona 5, se encuentra en un apuro financiero. A través de una side quest inocente al principio con Ryuji y Mishima pediremos un servicio de “criada doméstica”, en el que una mujer vestida como una maid francesa acude a nuestro hogar y, bajo el nombre de “Amo”, realiza todo tipo de tareas por nosotros.
El juego no aclara realmente hasta dónde puedes llegar con estas maids, ya que claramente tiene una conotación sexual implícita a la que nuestra profesora echará freno con firmeza y seguridad. Pero lo que no podemos negar es que Japón tiene cierto fetiche con las maids francesas que usan un uniforme muy específico y realizan todo tipo de tareas para sus koshi jin samas. No solo son parte del outfit del movimiento estético conocido como las maid lolitas sino que además protagonizan todo tipo de flyers en Akihabara y otros barrios japoneses donde te invitan a acudir a un maid café para que jóvenes disfrazadas te sirvan bebidas y te traten como a sus amos.
En estos maids cafés que se inauguraron a comienzos del 2000, todo el personal se compone de chicas jóvenes de sirvientas que ofrecen en sus menús postres y delicias con decoración kawaii (por ejemplo, tortilla rellena en forma de osito o parfaits con ojitos). Además, ofrecen otro tipo de servicios como el hecho de dar un pequeño concierto coreografiado para ti y cobran por merchandising de ellas mismas o por sacarte una fotografía a su lado. Su estética forma parte del atractivo de su negocio, de manera que está completamente prohibido sacar fotografías en el interior de la cafetería si no pagas previamente por ello.
La razón detrás de esta obsesión de los japoneses por las doncellas francesas está un poco repartida entre diferentes factores. El primero de todos ellos, es que forma parte de la cultura otaku. Muchos anime han tomado como referencia elementos estéticos que consideraban propios de Europa (como las doncellas de la alta burguesía y aristocracia francesas) para caracterizar a sus personajes y hacerlos más atractivos ante la audiencia. Es por todos sabido que a los japoneses los europeos les fascinamos tanto como nos fascinan ellos a nosotros. Cualquier cosa con pinta británica o francesa es para ellos la respresentación máxima de la elegancia y, por tanto, algo que explotar desde un punto de vista visual.
Al mismo tiempo, las doncellas de los anime suelen englobarse dentro del más puro moe (aunque evidentemente también encontramos a personajes de tipo tsundere dentro de esta categoría) que se comportan como si sus “señores” lo fueran todo para ellas. Una inocencia bonita y dulce que, cómo no, está ahí para ser corrompida por las manos de los protagonistas de la mitad de los hentai (es sorprendente cómo los japoneses, mayores defensores de la sobriedad y la pureza, son también los máximos consumidores de pornografía basada en corromper la inocencia de alguien hasta convertirla en un desastre de necesidades lujuriosas o simplemente, alguien roto para siempre).
Cuando alguien acude a un maid café o solicita que una sirvienta vaya a su casa a limpiar el polvo y lavarle la ropa, no solo se siente a sí mismo como el protagonista de un anime, sino que además tiene una perversa y corrupta sensación de control y propiedad.
(Con esto no me refiero a que los turistas que vamos a un maid café y nos quedamos como si fuéramos cortitos delante del menú intentando no ser irrespetuosos de ninguna forma tengamos esa sensación extraña de propiedad, pero está claro que parte del éxito de las maid en Japón viene de esto).
Patrick Galbraith, en su obra The Otaku Encyclopedia explicaba precisamente que cuando una mujer se disfraza de doncella, pasa de ser una persona y se la asocia a un personaje extraído de un anime, manga o videojuego.
Al mismo tiempo, las sirvientas se comportan de una forma muy apta según las normas confucianas que dieron forma al pensamiento social y económico de Japón ya que estas se comportan de una forma siempre receptiva, dóciles y sumisas donde su única función es proveer de todo tipo de comodidades al hombre que las contrata. Seguro que estáis pensando ahora mismo “vaya, ¿son prostitutas?” y lo cierto es que no. Las doncellas y sus maid café representan un lugar seguro en el que los jóvenes poco experimentados a la hora de hablar con chicas pueden ir sin sentirse juzgados ni sufrir ningún tipo de presión social.
Donde los clubs de hosts son lugares para exponerse, los cafés de criadas ofrecen reconocimiento sin el yo. La criada permite a los hombres ser inexpertos y los acepta incondicionalmente. A los alienados al grupo y a los no pulidos por esas dinámicas se les concede un lugar para estar simplemente»
Patrick Galbraith.
Las maids son por tanto un sueño hecho realidad, donde sentirte valorado, protegido y acompañado sin necesidad de preocuparte por las rígidas normas de la etiqueta japonesa. Kawakami, que ya ha pasado la edad máxima para trabajar en un maid café, opta por algo mucho más peligroso: acudir a las casas de los clientes para limpiar vestida de sirvienta para cumplir fetiches mucho más oscuros y eróticos que el de las pobres niñas de quince años que reparten flyers en Akihabara. Su desesperada situación recuerda a la de muchas mujeres que ejercen por primera necesidad la prostitución al no poseer de otra forma con la que solucionar sus problemas económicos. Solo que en la mayoría de estos casos y en específico en el de Kawakami, la solución puede llegar a agravar más sus problemas.
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Atención, este post incluye algunos detalles de la trama de Kawakami, la profesora del protagonista de Persona 5 Royal. Forma parte del nivel 1 de su historia, pero si no quieres enterarte de nada, es mejor que saltes a otro post.
Kawakami, la profesora de tu clase en Persona 5, se encuentra en un apuro financiero. A través de una side quest inocente al principio con Ryuji y Mishima pediremos un servicio de “criada doméstica”, en el que una mujer vestida como una maid francesa acude a nuestro hogar y, bajo el nombre de “Amo”, realiza todo tipo de tareas por nosotros.
El juego no aclara realmente hasta dónde puedes llegar con estas maids, ya que claramente tiene una conotación sexual implícita a la que nuestra profesora echará freno con firmeza y seguridad. Pero lo que no podemos negar es que Japón tiene cierto fetiche con las maids francesas que usan un uniforme muy específico y realizan todo tipo de tareas para sus koshi jin samas. No solo son parte del outfit del movimiento estético conocido como las maid lolitas sino que además protagonizan todo tipo de flyers en Akihabara y otros barrios japoneses donde te invitan a acudir a un maid café para que jóvenes disfrazadas te sirvan bebidas y te traten como a sus amos.
En estos maids cafés que se inauguraron a comienzos del 2000, todo el personal se compone de chicas jóvenes de sirvientas que ofrecen en sus menús postres y delicias con decoración kawaii (por ejemplo, tortilla rellena en forma de osito o parfaits con ojitos). Además, ofrecen otro tipo de servicios como el hecho de dar un pequeño concierto coreografiado para ti y cobran por merchandising de ellas mismas o por sacarte una fotografía a su lado. Su estética forma parte del atractivo de su negocio, de manera que está completamente prohibido sacar fotografías en el interior de la cafetería si no pagas previamente por ello.
La razón detrás de esta obsesión de los japoneses por las doncellas francesas está un poco repartida entre diferentes factores. El primero de todos ellos, es que forma parte de la cultura otaku. Muchos anime han tomado como referencia elementos estéticos que consideraban propios de Europa (como las doncellas de la alta burguesía y aristocracia francesas) para caracterizar a sus personajes y hacerlos más atractivos ante la audiencia. Es por todos sabido que a los japoneses los europeos les fascinamos tanto como nos fascinan ellos a nosotros. Cualquier cosa con pinta británica o francesa es para ellos la respresentación máxima de la elegancia y, por tanto, algo que explotar desde un punto de vista visual.
Al mismo tiempo, las doncellas de los anime suelen englobarse dentro del más puro moe (aunque evidentemente también encontramos a personajes de tipo tsundere dentro de esta categoría) que se comportan como si sus “señores” lo fueran todo para ellas. Una inocencia bonita y dulce que, cómo no, está ahí para ser corrompida por las manos de los protagonistas de la mitad de los hentai (es sorprendente cómo los japoneses, mayores defensores de la sobriedad y la pureza, son también los máximos consumidores de pornografía basada en corromper la inocencia de alguien hasta convertirla en un desastre de necesidades lujuriosas o simplemente, alguien roto para siempre).
Cuando alguien acude a un maid café o solicita que una sirvienta vaya a su casa a limpiar el polvo y lavarle la ropa, no solo se siente a sí mismo como el protagonista de un anime, sino que además tiene una perversa y corrupta sensación de control y propiedad.
(Con esto no me refiero a que los turistas que vamos a un maid café y nos quedamos como si fuéramos cortitos delante del menú intentando no ser irrespetuosos de ninguna forma tengamos esa sensación extraña de propiedad, pero está claro que parte del éxito de las maid en Japón viene de esto).
Patrick Galbraith, en su obra The Otaku Encyclopedia explicaba precisamente que cuando una mujer se disfraza de doncella, pasa de ser una persona y se la asocia a un personaje extraído de un anime, manga o videojuego.
Al mismo tiempo, las sirvientas se comportan de una forma muy apta según las normas confucianas que dieron forma al pensamiento social y económico de Japón ya que estas se comportan de una forma siempre receptiva, dóciles y sumisas donde su única función es proveer de todo tipo de comodidades al hombre que las contrata. Seguro que estáis pensando ahora mismo “vaya, ¿son prostitutas?” y lo cierto es que no. Las doncellas y sus maid café representan un lugar seguro en el que los jóvenes poco experimentados a la hora de hablar con chicas pueden ir sin sentirse juzgados ni sufrir ningún tipo de presión social.
Donde los clubs de hosts son lugares para exponerse, los cafés de criadas ofrecen reconocimiento sin el yo. La criada permite a los hombres ser inexpertos y los acepta incondicionalmente. A los alienados al grupo y a los no pulidos por esas dinámicas se les concede un lugar para estar simplemente»
Patrick Galbraith.
Las maids son por tanto un sueño hecho realidad, donde sentirte valorado, protegido y acompañado sin necesidad de preocuparte por las rígidas normas de la etiqueta japonesa. Kawakami, que ya ha pasado la edad máxima para trabajar en un maid café, opta por algo mucho más peligroso: acudir a las casas de los clientes para limpiar vestida de sirvienta para cumplir fetiches mucho más oscuros y eróticos que el de las pobres niñas de quince años que reparten flyers en Akihabara. Su desesperada situación recuerda a la de muchas mujeres que ejercen por primera necesidad la prostitución al no poseer de otra forma con la que solucionar sus problemas económicos. Solo que en la mayoría de estos casos y en específico en el de Kawakami, la solución puede llegar a agravar más sus problemas.