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Alrededor de los avances tecnológicos y del binomio humano-máquina surgen numerosas preguntas que debemos abordar en el presente.
En los últimos años, la tecnología ha avanzado a pasos agigantados y cada vez está más presente en el día a día de las personas. Sin embargo, a pesar de que estos avances supongan un paso hacia adelante para mejorar el mundo tal y como lo conocemos, surgen un sinfín de preguntas alrededor de ellos a las que hay que dar respuesta. Cuestiones que, si antes podían parecer parte del futuro lejano, es crucial que se aborden en el presente.
«Los seres humanos que se fusionan con las máquinas se volverán telequinéticos. Podrán estar en dos lugares a la vez. Podrán «sentir» objetos físicos que están a medio mundo de distancia. Tendrán miles de veces la fuerza de los humanos puramente orgánicos. No estarán limitados a una manifestación física de su existencia. Tendrán poderes generalmente reservados para superhéroes mitológicos. ¿Qué harán con ellos?«. Con estas palabras arranca un artículo para Adweek de Shelly Palmer, CEO The Palmer Group, una compañía de consultoría estratégica, soluciones tecnológicas y desarrollo empresarial centrada en el nexo de los medios y el marketing con un énfasis especial en el aprendizaje automático y la toma de decisiones basada en datos.
En estas líneas, Palmer reflexiona sobre una serie de cuestiones que plantea el tándem formado por el humano y la máquina a raíz de la charla «NeuroReality: El futuro de la telepresencia» que protagonizará el próximo 28 de enero con Dustin Tyler, director del Functional Neural Interface Lab y la Human Fusions Initiative en Case Western Reserve University.
El área de Tyler es el de la ingeniería biomédica y el propósito de sus iniciativas de investigación es mejorar la salud y función neurológica humana mediante la integración de dispositivos diseñados en sistemas vivos con el objetivo general de avanzar en el campo de la ingeniería neuronal.
Las aplicaciones desarrolladas por la Human Fusions Initiative van mucho más allá de las prótesis, explica Palmer, y los usos a nivel educativo, industrial, retail, militar o puramente personal de las interfaces humano/máquina son prácticamente ilimitados.
No obstante, con ellas llegan las preguntas que, sin duda, no tienen una fácil respuesta: «¿Qué es la realidad? ¿Qué somos «nosotros», «yo» y el alcance del «yo»? ¿Cuál es el futuro de las relaciones entre humanos y máquinas? ¿Cuáles son las oportunidades? ¿Cuáles son los riesgos? ¿Cuáles son las amenazas?», se pregunta Palmer, quien recalca la importancia de realizarse estas preguntas al mismo tiempo que intentamos crear un marco parar la aplicación de tecnologías de interfaz hombre-máquina en el mundo real.
En concreto, apela a la necesidad de preguntarnos cuáles son los casos de uso en el mundo real que deberían desarrollarse primero y cuáles son los riesgos de seguridad y privacidad. Asimismo, invita a reflexionar sobre lo que sucederá al incorporar redes 5G o tecnología de banda ultraancha. «¿Qué sucede cuando su interfaz humano-máquina es pirateada? ¿El control mental funciona a la inversa?», continúa.
Por otro lado, Palmer recuerda que la Administración Federal de Aviación (FAA) ha aprobado vuelos de drones comerciales autónomos a menos de 400 pies de altitud (unos 122 metros). «¿Los controlaremos con nuestras mentes? ¿Puede esta tecnología mejorar la productividad? ¿Cuáles son las implicaciones éticas? ¿Cuáles son las implicaciones económicas?», se pregunta el CEO de The Palmer Group.
Según el experto, se trata de una tecnología que es real y debemos pensar en ella ahora, reflexionando sobre cómo puede impulsar el crecimiento de un negocio, aumentar la productividad o crear productos nuevos.
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