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La publicación ‘Situación España’ refleja que la incertidumbre sobre estas previsiones es elevada y el sesgo sobre ellas es a la baja. Hacia delante, la evolución de la economía española dependerá de la duración de las restricciones sanitarias, del grado de impacto que estas tengan en los distintos sectores, del efecto de las políticas públicas implementadas y de la recuperación que se observe a nivel mundial. Ante esto, se hace necesario un amplio consenso para tomar medidas que ayuden a superar cuanto antes la emergencia sanitaria, protejan el tejido productivo y contengan el impacto económico negativo, en particular sobre los colectivos más vulnerables. Todo ello, a la espera de que cuando la actividad comience a recuperarse, se puedan tomar medidas de apoyo más específicas, preferiblemente de manera coordinada con los socios en el área del euro.
La contracción de la actividad económica está siendo muy intensa, y especialmente significativa en los sectores de consumo social, principales afectados por las medidas de confinamiento. Así, la hostelería, el transporte, el turismo y el entretenimiento, entre otros, vienen registrando durante el último mes descensos del gasto de entre un 60% y un 100% respecto a la misma semana del año anterior, que no podrán ser compensados por el incremento del gasto en alimentación, bienes y servicios sanitarios y ciertas compras por internet. Más allá del ajuste que se observa por el lado de la demanda, otros indicadores disponibles como la afiliación a la Seguridad Social durante el mes de marzo, la masiva utilización de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) por parte de las empresas, o el consumo de electricidad muestran que la caída por el lado de la oferta está siendo significativa. Todo lo anterior apunta a que, a pesar de que la crisis empezó a finales del primer trimestre, el PIB podría haber disminuido un 3% trimestral (12% en tasa anualizada), en ese periodo, y que la evolución será más negativa en el segundo trimestre.
Las políticas públicas que se han ido implantando están enfocadas a combatir la enfermedad y evitar una elevada caída de la demanda, una desproporcionada destrucción de empleo y la insolvencia de las empresas en este período de cierre sanitario. De no haberse implementado y de no haber contado con el apoyo de instituciones europeas para mantener acotadas las primas de riesgo y relajar los objetivos de déficit, la caída del PIB en España en 2020 podría ser alrededor de 3,5 puntos porcentuales mayor de lo que se prevé en esta publicación.
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La publicación ‘Situación España’ refleja que la incertidumbre sobre estas previsiones es elevada y el sesgo sobre ellas es a la baja. Hacia delante, la evolución de la economía española dependerá de la duración de las restricciones sanitarias, del grado de impacto que estas tengan en los distintos sectores, del efecto de las políticas públicas implementadas y de la recuperación que se observe a nivel mundial. Ante esto, se hace necesario un amplio consenso para tomar medidas que ayuden a superar cuanto antes la emergencia sanitaria, protejan el tejido productivo y contengan el impacto económico negativo, en particular sobre los colectivos más vulnerables. Todo ello, a la espera de que cuando la actividad comience a recuperarse, se puedan tomar medidas de apoyo más específicas, preferiblemente de manera coordinada con los socios en el área del euro.
La contracción de la actividad económica está siendo muy intensa, y especialmente significativa en los sectores de consumo social, principales afectados por las medidas de confinamiento. Así, la hostelería, el transporte, el turismo y el entretenimiento, entre otros, vienen registrando durante el último mes descensos del gasto de entre un 60% y un 100% respecto a la misma semana del año anterior, que no podrán ser compensados por el incremento del gasto en alimentación, bienes y servicios sanitarios y ciertas compras por internet. Más allá del ajuste que se observa por el lado de la demanda, otros indicadores disponibles como la afiliación a la Seguridad Social durante el mes de marzo, la masiva utilización de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) por parte de las empresas, o el consumo de electricidad muestran que la caída por el lado de la oferta está siendo significativa. Todo lo anterior apunta a que, a pesar de que la crisis empezó a finales del primer trimestre, el PIB podría haber disminuido un 3% trimestral (12% en tasa anualizada), en ese periodo, y que la evolución será más negativa en el segundo trimestre.
Las políticas públicas que se han ido implantando están enfocadas a combatir la enfermedad y evitar una elevada caída de la demanda, una desproporcionada destrucción de empleo y la insolvencia de las empresas en este período de cierre sanitario. De no haberse implementado y de no haber contado con el apoyo de instituciones europeas para mantener acotadas las primas de riesgo y relajar los objetivos de déficit, la caída del PIB en España en 2020 podría ser alrededor de 3,5 puntos porcentuales mayor de lo que se prevé en esta publicación.