Crédito: fuente
P: ¿Cuáles son las principales diferencias entre la crisis de 2008 y la de 2020? ¿Y las similitudes?
R: Son dos crisis con un origen totalmente distinto. La primera fue una crisis financiera; se habían alcanzado niveles de endeudamiento poco sostenibles en el tiempo, así como una falta de calidad crediticia en muchos activos que no era totalmente conocida por gran parte del público inversor; no solo las hipotecas ‘subprime’, sino muchos otros. Esto hizo que el sistema financiero colapsara con las consecuencias sistémicas que conocemos.
La crisis actual es una crisis sanitaria, porque se ha producido un evento inesperado que ha tenido un inmenso alcance. No ha existido una experiencia colectiva global tan traumática como la actual desde la II Guerra Mundial.
En cuanto a las similitudes es que ambas crisis, la Gran Crisis Financiera (GCF) de 2008 y la derivada del coronavirus, tienen un impacto drástico en la economía. En el caso del coronavirus será mucho más profunda que la GCF, pero creemos que esta vez los efectos van a ser más transitorios. Y la razón es que la GCF tuvo una repercusión global en todos los ámbitos de la economía por la vía del crédito, y no hubo un conocimiento de la falta de calidad del sistema financiero hasta pasado mucho tiempo, con lo cual las actuaciones fueron tardías y en muchos casos insuficientes.
El amplio paquete de garantías que van a lanzar los gobiernos, junto con el aumento del gasto público, así como la abundante liquidez que están proporcionando los bancos centrales, conseguirán que esta crisis no derive en otra sistémica. Las actuaciones de las autoridades económicas han sido tempranas y contundentes, por lo que la actual crisis derivada del coronavirus será más transitoria que la de 2008, no solo por las actuación de las autoridades económicas, sino también por su distinto origen.
P: ¿Qué variables son clave ahora para poder tener visibilidad sobre cómo será la recuperación?
R: Mientras no esté erradicada totalmente la actual pandemia, o hasta que alcance unos niveles aceptables, no podemos hablar de recuperación económica. La razón es que habrá medidas destinadas a la protección de la salud pública que limitarán el normal desenvolvimiento de la economía.
“La tecnología y la digitalización van a ser mucho más importantes”
Creemos que el modelo de la recuperación en uve es el más útil para explicar la recuperación, y más en concreto, la parte ascendente. Desde luego, la pendiente de la caída (la de la izquierda) no va a tener nada que ver con la de la recuperación, la caída va a ser mucho más vertical que la recuperación.
La pendiente de la recuperación va a depender del ritmo de derogación de las medidas de salud pública; si se levantan todas simultáneamente, será mucho más vertical que si se hace de una manera gradual. Y una vez alcanzada la normalidad tras la crisis -una situación que va a estar por debajo del punto anterior a la pandemia-, el ritmo de recuperación que no está asegurado va a ser mucho más plano.
P: ¿Cuáles son los posibles escenarios de recuperación? ¿En uve, en u, en ele,…?
R: En la anterior pregunta, me refería a la uve porque las medidas excepcionales han hecho que hayamos frenado en seco el normal desempeño de la economía. Obviamente, la derogación de las medidas sanitarias va a provocar un rebote en la actividad, pero sabemos que no vamos a volver al punto de partida, es decir, a la situación de la economía antes de la crisis.
Pero es pertinente traer a colación los modelos de recuperación en uve, u o ele, con la peculiaridad de que vamos a comparar el momento anterior a la crisis con el posterior a la derogación de las medidas sanitarias. Las consecuencias económicas de la pandemia han sido demasiado drásticas como para que no hayan destruido permanentemente una parte de la economía.
El que sea una u o una ele va a depender en cierta medida del acierto de las políticas de las autoridades económicas. Tras esta crisis se va a dar la paradoja de que negocios viables y rentables antes, sean insolventes ahora, porque no tienen la dotación de recursos propios suficientes para afrontar una situación tan traumática como esta.
Las autoridades económicas tienen que salvar estos negocios, precisamente porque son viables y rentables, para que sigan contribuyendo a la oferta de sus productos, a la demanda de sus insumos y a mantener el empleo viable. Otra actuación de las autoridades económicas es optimizar el gasto público. Los daños han sido tan cuantiosos que el gasto público va a ser escaso e insuficiente, por lo que hay que aplicarlo muy eficientemente.
Y existe otra vía de expansión de la actividad: la productividad. Hay muchas reformas estructurales pendientes cuyo efecto es el de mejorar la productividad y, por ello, la riqueza del conjunto de la sociedad. Estas crisis sirven para crear el ecosistema adecuado para acometer las reformas estructurales.
P: Los mercados se han tranquilizado en los últimos semanas, ¿han descontado ya las peores previsiones o es una tregua?
R: Las caídas iniciales tan verticales fueron la respuesta a una total incertidumbre ante un suceso muy negativo, inesperado y de grandes dimensiones, como ha sido la pandemia del coronavirus.
Tras esa total incertidumbre dos realidades han permitido poner fin a las caídas verticales y han dado apoyo al rebote reciente que hemos visto en los mercados. Por una parte, la evolución favorable de la pandemia en Asia, que permite pensar que ese va a ser el patrón de los contagios futuros. El comportamiento de Europa parece que se ajusta al mismo y los operadores suponen que se puede extrapolar a todos los territorios a los que se extienda la pandemia.
El segundo evento ha sido la rápida y contundente actuación de las distintas autoridades económicas de los países afectados, que permite paliar los muchos daños que van a producirse en la actividad como consecuencia de la pandemia. No podemos saber si en los mercados esto es una tregua o es el fin, depende del desenlace final de la pandemia.
Crédito: fuente
P: ¿Cuáles son las principales diferencias entre la crisis de 2008 y la de 2020? ¿Y las similitudes?
R: Son dos crisis con un origen totalmente distinto. La primera fue una crisis financiera; se habían alcanzado niveles de endeudamiento poco sostenibles en el tiempo, así como una falta de calidad crediticia en muchos activos que no era totalmente conocida por gran parte del público inversor; no solo las hipotecas ‘subprime’, sino muchos otros. Esto hizo que el sistema financiero colapsara con las consecuencias sistémicas que conocemos.
La crisis actual es una crisis sanitaria, porque se ha producido un evento inesperado que ha tenido un inmenso alcance. No ha existido una experiencia colectiva global tan traumática como la actual desde la II Guerra Mundial.
En cuanto a las similitudes es que ambas crisis, la Gran Crisis Financiera (GCF) de 2008 y la derivada del coronavirus, tienen un impacto drástico en la economía. En el caso del coronavirus será mucho más profunda que la GCF, pero creemos que esta vez los efectos van a ser más transitorios. Y la razón es que la GCF tuvo una repercusión global en todos los ámbitos de la economía por la vía del crédito, y no hubo un conocimiento de la falta de calidad del sistema financiero hasta pasado mucho tiempo, con lo cual las actuaciones fueron tardías y en muchos casos insuficientes.
El amplio paquete de garantías que van a lanzar los gobiernos, junto con el aumento del gasto público, así como la abundante liquidez que están proporcionando los bancos centrales, conseguirán que esta crisis no derive en otra sistémica. Las actuaciones de las autoridades económicas han sido tempranas y contundentes, por lo que la actual crisis derivada del coronavirus será más transitoria que la de 2008, no solo por las actuación de las autoridades económicas, sino también por su distinto origen.
P: ¿Qué variables son clave ahora para poder tener visibilidad sobre cómo será la recuperación?
R: Mientras no esté erradicada totalmente la actual pandemia, o hasta que alcance unos niveles aceptables, no podemos hablar de recuperación económica. La razón es que habrá medidas destinadas a la protección de la salud pública que limitarán el normal desenvolvimiento de la economía.
“La tecnología y la digitalización van a ser mucho más importantes”
Creemos que el modelo de la recuperación en uve es el más útil para explicar la recuperación, y más en concreto, la parte ascendente. Desde luego, la pendiente de la caída (la de la izquierda) no va a tener nada que ver con la de la recuperación, la caída va a ser mucho más vertical que la recuperación.
La pendiente de la recuperación va a depender del ritmo de derogación de las medidas de salud pública; si se levantan todas simultáneamente, será mucho más vertical que si se hace de una manera gradual. Y una vez alcanzada la normalidad tras la crisis -una situación que va a estar por debajo del punto anterior a la pandemia-, el ritmo de recuperación que no está asegurado va a ser mucho más plano.
P: ¿Cuáles son los posibles escenarios de recuperación? ¿En uve, en u, en ele,…?
R: En la anterior pregunta, me refería a la uve porque las medidas excepcionales han hecho que hayamos frenado en seco el normal desempeño de la economía. Obviamente, la derogación de las medidas sanitarias va a provocar un rebote en la actividad, pero sabemos que no vamos a volver al punto de partida, es decir, a la situación de la economía antes de la crisis.
Pero es pertinente traer a colación los modelos de recuperación en uve, u o ele, con la peculiaridad de que vamos a comparar el momento anterior a la crisis con el posterior a la derogación de las medidas sanitarias. Las consecuencias económicas de la pandemia han sido demasiado drásticas como para que no hayan destruido permanentemente una parte de la economía.
El que sea una u o una ele va a depender en cierta medida del acierto de las políticas de las autoridades económicas. Tras esta crisis se va a dar la paradoja de que negocios viables y rentables antes, sean insolventes ahora, porque no tienen la dotación de recursos propios suficientes para afrontar una situación tan traumática como esta.
Las autoridades económicas tienen que salvar estos negocios, precisamente porque son viables y rentables, para que sigan contribuyendo a la oferta de sus productos, a la demanda de sus insumos y a mantener el empleo viable. Otra actuación de las autoridades económicas es optimizar el gasto público. Los daños han sido tan cuantiosos que el gasto público va a ser escaso e insuficiente, por lo que hay que aplicarlo muy eficientemente.
Y existe otra vía de expansión de la actividad: la productividad. Hay muchas reformas estructurales pendientes cuyo efecto es el de mejorar la productividad y, por ello, la riqueza del conjunto de la sociedad. Estas crisis sirven para crear el ecosistema adecuado para acometer las reformas estructurales.
P: Los mercados se han tranquilizado en los últimos semanas, ¿han descontado ya las peores previsiones o es una tregua?
R: Las caídas iniciales tan verticales fueron la respuesta a una total incertidumbre ante un suceso muy negativo, inesperado y de grandes dimensiones, como ha sido la pandemia del coronavirus.
Tras esa total incertidumbre dos realidades han permitido poner fin a las caídas verticales y han dado apoyo al rebote reciente que hemos visto en los mercados. Por una parte, la evolución favorable de la pandemia en Asia, que permite pensar que ese va a ser el patrón de los contagios futuros. El comportamiento de Europa parece que se ajusta al mismo y los operadores suponen que se puede extrapolar a todos los territorios a los que se extienda la pandemia.
El segundo evento ha sido la rápida y contundente actuación de las distintas autoridades económicas de los países afectados, que permite paliar los muchos daños que van a producirse en la actividad como consecuencia de la pandemia. No podemos saber si en los mercados esto es una tregua o es el fin, depende del desenlace final de la pandemia.