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Los efectos a corto plazo
El economista jefe de BBVA Research habló sobre las diferencias existentes entre la crisis actual y la de 2009. “Son choques de naturaleza muy distinta. Además en la situación actual América Latina se encuentra más débil, en términos de capacidad de reacción de política económica, que la que era hace 11 años, especialmente la política fiscal”. La recuperación, no solo en América Latina, sino en todo el mundo, está sujeta a una enorme incertidumbre y parte de una situación general mucho más desfavorable. Con un entorno global en recesión, con China en una posición más débil y la demanda internacional rota; en el corto plazo se esperan fuertes caídas de las exportaciones, incluyendo el sector turismo. La bajada, no sólo del precio del precio del petróleo sino también, en menor medida de la soja y el cobre, va a pesar en muchos países, así como un fuerte descenso de la remesas. Según Jorge Sicilia “se esperan caídas de más del 5% del PIB y aunque veremos recuperaciones en forma V, habrá que esperar hasta tener crecimientos cercanos a los que teníamos antes del COVID-19”.
Durante la mesa redonda hubo espacio también para hablar de las medidas económicas que se han ido conociendo, aunque en muchos casos los ponentes las calificaron como insuficientes, señalando que en los países desarrollados, los paquetes de estímulos están en el orden del 20% del PIB, y en América Latina, a pesar de que las necesidades son mucho mayores, no llegan a estos niveles. El economista jefe de BBVA Research afirmó que las políticas públicas tienen que estar orientadas a proteger rentas y ayudar a las empresas en el proceso de hibernación, para que puedan continuar con su actividad, una vez finalizada la cuarentena. Para ello es necesario asegurar la liquidez y solvencia de familias y empresas y complementarlo con estímulos, tanto por el lado monetario, como por el lado fiscal, aunque no todos los países tienen el mismo margen para la implementación de medidas. Sicilia también quiso llamar la atención sobre el riesgo que puede haber a que algunos países sufran caídas de sus grados de inversión.
Además del aspecto económico, durante el debate los ponentes también hablaron sobre las tensiones sociales vividas en algunos países como Chile, Colombia o Bolivia antes de la llegada del coronavirus. La actividad en el frente social, vinculada a tensiones políticas, parece haberse enfriado con el confinamiento, pero es una situación, que combinada con el panorama económico, puede tensarse todavía más y tener una salida más rápida de la que el sistema puede permitir.
Por último, en relación al interés de las empresas internacionales a tener una mayor presencia en la región, los panelistas hablaron sobre cómo a pesar de que la globalidad de esta crisis, provocada por el coronavirus, hace que la diversificación ya no tenga los mismos beneficios que tuvo durante la crisis de 2009, esto no frenará el apetito de las empresas por tener presencia en distintos mercados en los próximos años, aunque los ponentes también mostraron la necesidad de luchar contra posibles tendencias que limiten los beneficios de la globalización.
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Los efectos a corto plazo
El economista jefe de BBVA Research habló sobre las diferencias existentes entre la crisis actual y la de 2009. “Son choques de naturaleza muy distinta. Además en la situación actual América Latina se encuentra más débil, en términos de capacidad de reacción de política económica, que la que era hace 11 años, especialmente la política fiscal”. La recuperación, no solo en América Latina, sino en todo el mundo, está sujeta a una enorme incertidumbre y parte de una situación general mucho más desfavorable. Con un entorno global en recesión, con China en una posición más débil y la demanda internacional rota; en el corto plazo se esperan fuertes caídas de las exportaciones, incluyendo el sector turismo. La bajada, no sólo del precio del precio del petróleo sino también, en menor medida de la soja y el cobre, va a pesar en muchos países, así como un fuerte descenso de la remesas. Según Jorge Sicilia “se esperan caídas de más del 5% del PIB y aunque veremos recuperaciones en forma V, habrá que esperar hasta tener crecimientos cercanos a los que teníamos antes del COVID-19”.
Durante la mesa redonda hubo espacio también para hablar de las medidas económicas que se han ido conociendo, aunque en muchos casos los ponentes las calificaron como insuficientes, señalando que en los países desarrollados, los paquetes de estímulos están en el orden del 20% del PIB, y en América Latina, a pesar de que las necesidades son mucho mayores, no llegan a estos niveles. El economista jefe de BBVA Research afirmó que las políticas públicas tienen que estar orientadas a proteger rentas y ayudar a las empresas en el proceso de hibernación, para que puedan continuar con su actividad, una vez finalizada la cuarentena. Para ello es necesario asegurar la liquidez y solvencia de familias y empresas y complementarlo con estímulos, tanto por el lado monetario, como por el lado fiscal, aunque no todos los países tienen el mismo margen para la implementación de medidas. Sicilia también quiso llamar la atención sobre el riesgo que puede haber a que algunos países sufran caídas de sus grados de inversión.
Además del aspecto económico, durante el debate los ponentes también hablaron sobre las tensiones sociales vividas en algunos países como Chile, Colombia o Bolivia antes de la llegada del coronavirus. La actividad en el frente social, vinculada a tensiones políticas, parece haberse enfriado con el confinamiento, pero es una situación, que combinada con el panorama económico, puede tensarse todavía más y tener una salida más rápida de la que el sistema puede permitir.
Por último, en relación al interés de las empresas internacionales a tener una mayor presencia en la región, los panelistas hablaron sobre cómo a pesar de que la globalidad de esta crisis, provocada por el coronavirus, hace que la diversificación ya no tenga los mismos beneficios que tuvo durante la crisis de 2009, esto no frenará el apetito de las empresas por tener presencia en distintos mercados en los próximos años, aunque los ponentes también mostraron la necesidad de luchar contra posibles tendencias que limiten los beneficios de la globalización.