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Yasmarie Hernández González (Moca, Puerto Rico) es hispanista y escritora. Vitrinas (Puerto Rico, 2019) es su primer libro de cuentos. Hernández González tiene un Bachillerato en Artes (B. A., 2012) con concentración en Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez. También tiene una Maestría en Artes (M. A., 2016) con concentración en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón. En el 2016 participó y fue finalista del Undécimo Campeonato Mundial del Cuento Corto Oral. Parte de su trabajo creativo fue incluido en De sombras y claridad, antología publicada por Iniciativa Comunitaria en el 2016. Yasmarie ha tenido respuestas a mis preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.
—Usted publicó recientemente Vitrinas. ¿De qué trata en ese su primer libro de cuentos? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?
—Vitrinas es un libro de trece cuentos cortos que toca temas sociales que aún en el siglo XXI son tabúes, tales como la homosexualidad, el incesto, la violación, el divorcio, el uso de sustancias controladas y la religión. El libro nace de mi descontento con la sociedad en la que habitamos. Desde pequeña me molestaban las injusticias, la falta de empatía, la hipocresía social, las desventajas y desigualdades. Todos mis escritos, personales y académicos, iban enfocados a criticar, señalar, analizar y concienciar sobre esos temas. Luego de haber culminado la maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón, tomé los cuentos realizados en los talleres y otros que tenía guardados y los uní con un fin: llevar conciencia y educar.
—¿Qué relación tiene su trabajo creativo previo a Vitrinas y su trabajo creativo-investigativo entonces y hoy? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueña-caribeña y su memoria personal o no de lo caribeño dentro de Puerto Rico y el Caribe?
—No tengo una respuesta concreta. Casi nunca vuelvo a leer mis escritos una vez publicados o perdidos en alguna nube del ciberespacio. Quizás sea miedo de enfrentarlos nuevamente y encontrarme con imperfecciones en la técnica y ver otras posibilidades en la narrativa. Desde pequeña siempre he estado atada a causas sociales, a educar a través de las letras, a concienciar para tratar de tener una mejor sociedad. Me gustaba y me gusta analizar e investigar al ser humano en todos sus componentes. En una libreta verde, escribía sobre lo que veía en la escuela, en la calle y lo que ocurría a mi alrededor para tratar de entender el contexto de la vida y de la humanidad. Ahora hago lo mismo, pero desde la ficción. Los escritos siempre llevan consigo un pensamiento, un gusto, una manía, una creencia, una experiencia vivida por parte de su creador. Es difícil desligarse completamente. A pesar de que los personajes terminan poseyéndome, siempre dejo una huella mía.
Hay una gran parte de la generación de escritores que aún tienen miedo de exponer las cosas tal y como son.
—Si compara su crecimiento y madurez como persona y escritora, con su época actual de escritora en Puerto Rico, ¿qué diferencias observa usted en su trabajo creativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo ha madurado usted?
—Comparando mis escritos anteriores con los actuales, puedo decir que ha habido un crecimiento, una evolución, una estructuración de lo que soy y de lo que deseo comunicar. La responsabilidad va creciendo según pasa el tiempo. Nunca dejamos de aprender. La madurez llega con el tiempo y las experiencias. Sé que aún me falta mucho por crecer.
—¿Cómo visualiza su trabajo creativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico? ¿Cómo ha integrado su trabajo creativo e investigativo a su quehacer literario?
—Visualizo mi trabajo como uno atrevido, sin filtro. Esto ha hecho que las personas se sientan identificadas, en especial los jóvenes que están en busca de la verdad, ansiosos por validar sus emociones, sentirse reconocidos y representados. Hay una gran parte de la generación de escritores que aún tienen miedo de exponer las cosas tal y como son. En eso me alejo a ellos. Todo escritor es un investigador. No se puede hacer un relato, una novela, un ensayo, cualquier escrito, sin hacer una investigación antes, durante la ejecución.
—Ha logrado mantener una línea de creación literaria enfocada en el cuento. ¿Cómo concibe la recepción a su trabajo creativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?
—Recién comienzo a tocar piso internacional y la recepción ha sido positiva, al igual que en Puerto Rico. Para mi sorpresa, ha sido muy satisfactoria. He llegado a personas que están en busca de una literatura nueva y refrescante que se adapte a la rutina ajorada que solemos tener. Vitrinas es eso. Por tal motivo, ha tenido una acogida satisfactoria y he recibido buenas críticas. Aún me falta más por lograr y voy paso a paso.
—Sé que usted es de Puerto Rico. ¿Se considera una escritora puertorriqueña o no? O, más bien, una escritora, sea ésta puertorriqueña o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente usted?
—Soy una escritora puertorriqueña. Nací en Puerto Rico, pero mi voz no tiene nacionalidad. Escribo siendo alguien en busca de comunicar, concienciar y educar.
He entrado en sectores de todas las edades, lectores y no lectores. He inyectado educación y conciencia a través de mis letras.
—¿Cómo integra su identidad étnica y de género y su ideología política con o en su trabajo creativo y su formación en la Universidad de Puerto Rico?
—Cada lugar que pisamos nos impacta de alguna manera. La UPR me ha hecho creer que existen muchas vías para ser mejores individuos. Ha hecho que explore y descubra lo fuerte que puedo ser. Ha desarrollado mi voz para comunicar las injusticias de cada comunidad que compone una sociedad. Ese aprendizaje está reflejado en cada cosa que escribo.
—¿Cómo se integra su trabajo creativo a su experiencia de vida como estudiante antes y después de su paso por la Universidad de Puerto Rico? ¿Cómo integra usted esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritora en Puerto Rico hoy?
—Siempre ha existido una escritora y una crítica dentro de mí. La universidad pulió esas destrezas y forjó, con argumentos, lo que hoy día soy: una mujer libre, feminista, humana que lucha por los derechos y la equidad de todas y todos. Mis ideales y comportamiento los transmito en mis escritos.
—¿Qué diferencia observa, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo y a la temática ficcional del mismo? ¿Cómo ha variado?
—No puedo hacer una comparación, es mi primer libro. Al igual que yo, las personas no tienen otro referente para comparar. Sobre la reacción y la acogida de Vitrinas evalúo que ha sido muy positiva. He entrado en sectores de todas las edades, lectores y no lectores. He inyectado educación y conciencia a través de mis letras. Estoy satisfecha y feliz con el logro obtenido. Espero que la acogida sea mayor según crezcan los proyectos y la trayectoria dentro de la literatura.
—¿Qué otros proyectos creativos tiene pendientes?
—Actualmente trabajo en la edición de un libro de cuentos feministas, mi tesis de la maestría en Creación Literaria. A su vez, forjo un bosquejo de ideas y fines narrativos para un libro infantil enfocado en emociones y condiciones que dificultan el aprendizaje académico.
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Yasmarie Hernández González (Moca, Puerto Rico) es hispanista y escritora. Vitrinas (Puerto Rico, 2019) es su primer libro de cuentos. Hernández González tiene un Bachillerato en Artes (B. A., 2012) con concentración en Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez. También tiene una Maestría en Artes (M. A., 2016) con concentración en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón. En el 2016 participó y fue finalista del Undécimo Campeonato Mundial del Cuento Corto Oral. Parte de su trabajo creativo fue incluido en De sombras y claridad, antología publicada por Iniciativa Comunitaria en el 2016. Yasmarie ha tenido respuestas a mis preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.
—Usted publicó recientemente Vitrinas. ¿De qué trata en ese su primer libro de cuentos? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?
—Vitrinas es un libro de trece cuentos cortos que toca temas sociales que aún en el siglo XXI son tabúes, tales como la homosexualidad, el incesto, la violación, el divorcio, el uso de sustancias controladas y la religión. El libro nace de mi descontento con la sociedad en la que habitamos. Desde pequeña me molestaban las injusticias, la falta de empatía, la hipocresía social, las desventajas y desigualdades. Todos mis escritos, personales y académicos, iban enfocados a criticar, señalar, analizar y concienciar sobre esos temas. Luego de haber culminado la maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón, tomé los cuentos realizados en los talleres y otros que tenía guardados y los uní con un fin: llevar conciencia y educar.
—¿Qué relación tiene su trabajo creativo previo a Vitrinas y su trabajo creativo-investigativo entonces y hoy? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueña-caribeña y su memoria personal o no de lo caribeño dentro de Puerto Rico y el Caribe?
—No tengo una respuesta concreta. Casi nunca vuelvo a leer mis escritos una vez publicados o perdidos en alguna nube del ciberespacio. Quizás sea miedo de enfrentarlos nuevamente y encontrarme con imperfecciones en la técnica y ver otras posibilidades en la narrativa. Desde pequeña siempre he estado atada a causas sociales, a educar a través de las letras, a concienciar para tratar de tener una mejor sociedad. Me gustaba y me gusta analizar e investigar al ser humano en todos sus componentes. En una libreta verde, escribía sobre lo que veía en la escuela, en la calle y lo que ocurría a mi alrededor para tratar de entender el contexto de la vida y de la humanidad. Ahora hago lo mismo, pero desde la ficción. Los escritos siempre llevan consigo un pensamiento, un gusto, una manía, una creencia, una experiencia vivida por parte de su creador. Es difícil desligarse completamente. A pesar de que los personajes terminan poseyéndome, siempre dejo una huella mía.
Hay una gran parte de la generación de escritores que aún tienen miedo de exponer las cosas tal y como son.
—Si compara su crecimiento y madurez como persona y escritora, con su época actual de escritora en Puerto Rico, ¿qué diferencias observa usted en su trabajo creativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo ha madurado usted?
—Comparando mis escritos anteriores con los actuales, puedo decir que ha habido un crecimiento, una evolución, una estructuración de lo que soy y de lo que deseo comunicar. La responsabilidad va creciendo según pasa el tiempo. Nunca dejamos de aprender. La madurez llega con el tiempo y las experiencias. Sé que aún me falta mucho por crecer.
—¿Cómo visualiza su trabajo creativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico? ¿Cómo ha integrado su trabajo creativo e investigativo a su quehacer literario?
—Visualizo mi trabajo como uno atrevido, sin filtro. Esto ha hecho que las personas se sientan identificadas, en especial los jóvenes que están en busca de la verdad, ansiosos por validar sus emociones, sentirse reconocidos y representados. Hay una gran parte de la generación de escritores que aún tienen miedo de exponer las cosas tal y como son. En eso me alejo a ellos. Todo escritor es un investigador. No se puede hacer un relato, una novela, un ensayo, cualquier escrito, sin hacer una investigación antes, durante la ejecución.
—Ha logrado mantener una línea de creación literaria enfocada en el cuento. ¿Cómo concibe la recepción a su trabajo creativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?
—Recién comienzo a tocar piso internacional y la recepción ha sido positiva, al igual que en Puerto Rico. Para mi sorpresa, ha sido muy satisfactoria. He llegado a personas que están en busca de una literatura nueva y refrescante que se adapte a la rutina ajorada que solemos tener. Vitrinas es eso. Por tal motivo, ha tenido una acogida satisfactoria y he recibido buenas críticas. Aún me falta más por lograr y voy paso a paso.
—Sé que usted es de Puerto Rico. ¿Se considera una escritora puertorriqueña o no? O, más bien, una escritora, sea ésta puertorriqueña o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente usted?
—Soy una escritora puertorriqueña. Nací en Puerto Rico, pero mi voz no tiene nacionalidad. Escribo siendo alguien en busca de comunicar, concienciar y educar.
He entrado en sectores de todas las edades, lectores y no lectores. He inyectado educación y conciencia a través de mis letras.
—¿Cómo integra su identidad étnica y de género y su ideología política con o en su trabajo creativo y su formación en la Universidad de Puerto Rico?
—Cada lugar que pisamos nos impacta de alguna manera. La UPR me ha hecho creer que existen muchas vías para ser mejores individuos. Ha hecho que explore y descubra lo fuerte que puedo ser. Ha desarrollado mi voz para comunicar las injusticias de cada comunidad que compone una sociedad. Ese aprendizaje está reflejado en cada cosa que escribo.
—¿Cómo se integra su trabajo creativo a su experiencia de vida como estudiante antes y después de su paso por la Universidad de Puerto Rico? ¿Cómo integra usted esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritora en Puerto Rico hoy?
—Siempre ha existido una escritora y una crítica dentro de mí. La universidad pulió esas destrezas y forjó, con argumentos, lo que hoy día soy: una mujer libre, feminista, humana que lucha por los derechos y la equidad de todas y todos. Mis ideales y comportamiento los transmito en mis escritos.
—¿Qué diferencia observa, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo y a la temática ficcional del mismo? ¿Cómo ha variado?
—No puedo hacer una comparación, es mi primer libro. Al igual que yo, las personas no tienen otro referente para comparar. Sobre la reacción y la acogida de Vitrinas evalúo que ha sido muy positiva. He entrado en sectores de todas las edades, lectores y no lectores. He inyectado educación y conciencia a través de mis letras. Estoy satisfecha y feliz con el logro obtenido. Espero que la acogida sea mayor según crezcan los proyectos y la trayectoria dentro de la literatura.
—¿Qué otros proyectos creativos tiene pendientes?
—Actualmente trabajo en la edición de un libro de cuentos feministas, mi tesis de la maestría en Creación Literaria. A su vez, forjo un bosquejo de ideas y fines narrativos para un libro infantil enfocado en emociones y condiciones que dificultan el aprendizaje académico.