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La compañía fundada en 2016 por los emprendedores Carlos García Ottati, Loreanne García Ottati y Roger Laughlin, hoy tiene presencia en seis ciudades del país, con 22 puntos de inspección. El nuevo director de Kavak en México tiene una meta clara para este año: “Queremos reacondicionar 40,000 autos en el segundo semestre del año, el doble que en la primera mitad”.
Para lograrlo, la compañía inyectará 8,000 millones de pesos en el país para incrementar la capacidad de reacondicionamiento, con la construcción de un nuevo centro en Querétaro, la apertura de más puntos de inspección y la generación de 500 empleos.
Para ampliar su cobertura geográfica, Guerra, de 39 años, también proyecta la apertura de nuevos puntos de contacto con clientes en regiones clave como el Bajío, el norte del país y el sureste. “Para llegar a 95% de los mexicanos tenemos que seguir expandiéndonos y estamos buscando oportunidades”, dice.
Kavak, que arrancó operaciones hace cuatro años con la venta de un modelo Jetta a un cliente que a las 3:00 am dio clic al botón de ‘comprar’ desde su teléfono, también apostará por mejorar la experiencia omnicanal.
“Toda la parte digital está recibiendo mucha inversión”, dice Guerra, quien explica que la empresa está trabajando en mejorar la comunicación con los clientes durante el proceso de comercialización digital, hasta en algoritmos que permitan mejorar la experiencia en los puntos de inspección. “Hoy es muy variable, quizá si llegas a las 3 de la tarde, cuando el punto de venta está vuelto loco, no tienes la misma experiencia que si llegas un martes a las 7 de la noche”, añade.
La compañía ya ha estandarizado la experiencia en dos puntos de venta y buscará hacerlo en el resto de su red en los siguientes seis meses.
500 nuevos empleos
Kavak empezó con seis personas que trabajaban en la sala de la casa de uno de sus fundadores. La mayoría eran excompañeros de Carlos García Ottati en Linio. Trabajaban día y noche en el desarrollo de una plataforma de compraventa de autos usados. «Muchos no cobraban sueldo, estaban ahí porque tenían convicción en el proyecto», cuenta García Otatti.